Sus más de 3.700 kilómetros de vías fluviales hacen de los Países Bajos el paraíso para los aficionados a navegar. No hay región ni ciudad sin una red de canales, muchos de ellos con más de ocho siglos de historia, cuando se erigieron las primeras ciudades holandesas. El tráfico fluvial convirtió a localidades del interior en núcleos comerciales prósperos, gracias a los bienes y materias primas que se transportaban desde el mar, por los afluentes de ríos como el Rin y el Mosa, hasta el resto de Europa. El agua ha conformado los Países Bajos que conocemos hoy por lo que no hay mejor manera de visitarlos que a través de los canales que lo hicieron posible, recorriendo a ritmo pausado sus deltas, pólderes y parques naturales mientras se visitan los pueblos y ciudades más pintorescos. Gaceta Holandesa propone cinco rutas para conocer el país desde sus canales, disfrutando del placer único de descubrir lugares nuevos desde la proa.

Parque Nacional Weerribben-Wieden, en noreste del país. Foto: Marketing Oost

¿Qué mejor manera puede haber de conocer Holanda que desde el agua? Algunos podrían decir que en bici, a lo que tocaría contestar que las compañías que alquilan los barcos también ofrecen la posibilidad de llevar un par de bicis dentro. Desde una jornada hasta varios días o incluso semanas, las opciones para hacer turismo por los canales son innumerables y aunque suene complicado para el que no haya manejado un timón en su vida, puede resultar más sencillo que unas vacaciones de cámping o en un hotel boutique de ciudad, para los que siempre hay que reservar con antelación. Lo primero que conviene saber es que los barcos que se alquilan suelen tener menos de 20 metros de eslora y alcanzan una velocidad media de 10 kilómetros por hora, por lo que no es necesario contar con el título de patrón de embarcación de recreo. Existen múltiples empresas que alquilan barcos para dos o más personas, pero sin duda las más completas son Le Boat y VDF Vakanties. Mientras la primera ofrece sus propios barcos, la segunda alquila barcos particulares como si de un Airbnb marinero se tratase. Sólo es necesario detallar la fecha de salida y el número de noches. El precio aproximado, aunque varía según el modelo del barco, ronda los 1.500 euros para seis personas y cuatro días. En el caso de Le Boat no se aceptan alquileres inferiores a seis noches y es necesario especificar el tipo de ruta que se quiere hacer, ya que ofrecen dos: una para visitar Ámsterdam y el centro del país y otra para explorar Friesland y las regiones del norte. Y es que cuando se trata de conocer los Países Bajos navegando por sus lagos y canales, el mapa completo está disponible, de norte a sur y de este a oeste, si bien algunas regiones, como Zelanda, se recomiendan sólo para navegantes algo experimentados ya que al tratarse de un delta, sus aguas son más abiertas y pueden tener fuertes corrientes.

Aquéllos que cuenten con el título de patrón de barco y busquen unas vacaciones en familia en un bonito velero, esta empresa alquila dos de igual tamaño para disfrutar de las calmas aguas del Ijsselmeer o cruzar a las pintorescas islas del Mar del Norte o Waddeneilanden.

Giethoorn, pasado hanseático y marismas protegidas

Una de las ventajas de hacer turismo en barco es que no tiene por qué haber un rumbo fijo. Si se cuenta con varios días se pueden visitar varias regiones de los Países Bajos, según las ganas que haya de bajarse de la embarcación y de recorrer otros enclaves a pie. Para los recorridos que arrancan desde Vinkeveen, cerca de Ámsterdam, Le Boat propone una travesía de varios días por varios pueblos típicos de las rutas más turísticas como Alkmaar y Edam, con su tradición quesera, alternando con ciudades que merecen un día de visita como Leiden o Gouda, de la que ya hablamos en un extenso artículo. A medio camino se pueden visitar los conocidos molinos de Zaanse Schans y el castillo medieval de Muiderslot (siglo XIII), uno de los mejor conservados del país y que hoy es un museo ideal para los más pequeños, con una visita guiada que les transporta a la época de los caballeros. Muy cerca, en el lago Ijmeer, se encuentra Pampus, una isla fortaleza construida en el siglo XIX y que forma parte de la Línea Defensiva que rodea Ámsterdam, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En este recorrido no se puede pasar por alto la extraña y particular naturaleza de los Loosdrechtse Plassen, lagos poco profundos que hace siglos fueron marismas y sobre los que se salpican hileras de terreno con viviendas aisladas al borde del agua, como si de un lienzo abstracto se tratase. Por último, la incondicional visita a Ámsterdam se puede realizar tras amarrar el barco en el puerto de salida, tomando después uno de los ferries gratuitos que cruzan el Ij hacia la estación central.

Uno de los grandes atractivos que puede tener navegar por Holanda es el de adentrarse en las regiones más rurales a través de sus vías fluviales, difsrutando de paisajes silenciosos lejos del bullicio del Randstad. En las provincias de Drenthe y Friesland los días pasan más despacio, si bien conviene saber que se trata de dos zonas preferidas por los holandeses para sus vacaciones de verano sobre el agua. Uno de los recorridos más recomendables es el que arranca desde Hindeloopen y recorre pueblos pesqueros del Ijsselmeer, enclaves históricos y rincones con encanto del norte del país. Entre ellos se encuentran pueblos como Morkum, que hace varias décadas se dedicaban a la pesca del Mar del Norte, hasta que en 1932 Holanda cerró con el dique Afsluitdijk esta bahía poco profunda que formaba el mar y la transformó en el lago más extenso de Europa Occidental. Hacia el interior, la historia de esta región se entrelaza con parques naturales de gran belleza: los pueblos de la llamada Sociedad de la Benevolencia, un experimento sociológico con el que se pretendió poblar esta zona del país, pueden visitarse cómodamente en bici una vez amarrado el barco en Oosterwolde; y no muy lejos, el parque nacional Weerribben-Wieden es una visita imprescindible para disfrutar de lo que queda de naturaleza salvaje en esta región, con sus estrechos canales serpenteantes por bosques pantanosos – muchos solo accesibles para canoas- cañaverales y prados, donde, si hay suerte, se pueden ver nutrias y fumareles. Para culminar este viaje en barco, nada mejor que hacerlo disfrutando de Giethoorn desde el agua, uno de los pueblos más pintorescos del país y de Leeuwarden, la ciudad pesquera del norte por excelencia, donde además de probar un buen arenque, se puede conocer mejor la cultura frisia a través del Fries Museum, una joya arquitectónica que alberga la colección de arte y objetos regionales más relevante del país.

Para los que prefieran no bajarse del barco, las llamada Rutas de la Turba o Turfroute son muy conocidas entre los aficionados al turismo fluvial. Sólo accesible para embarcaciones de recreo, se creó en su día para el transporte de la turba que se extraía del suelo al reconvertirlo en terreno agrícola. Recuerda al Canal du Midi del sur de Francia y otras vías de transporte fluvial antiguas que hoy han caído en desuso pero mantienen su atractivo turístico. La ruta puede hacerse en su versión larga, de 190 kilómetros o 30 horas de navegación, o en su versión corta, de 105 kilómetros y 17 horas de travesía. Cuenta con numerosos puentes y esclusas, más de una docena en la versión corta, lo que hace que la velocidad máxima de navegación sea de 6 kilómetros por hora. La Turfroute puede comenzarse en tres puntos distintos: la esclusa llamada Sluis II (Tsonger); la Damsluis en Appelschastervaart y De Sluis en Gorredijk. En todas ellas se debe pagar 15 euros de entrada y es posible obtener folletos informativos sobre el recorrido.

Por último, para los amantes de la Historia, la región de Gelderland esconde una de las rutas fluviales más completas del país. Atraviesa las principales ciudades hanseáticas de Doesburg, Zutphen y Deventer (de las que hablamos en un extenso artículo) además de otras grandes ciudades imprescindibles si se visita el interior del país como Utrecht y Arnhem. El recorrido discurre por el canal Waal-Maas, del río Mosa, uno de los más concurridos, por lo que se requiere cierta destreza para controlar el barco y estar pendiente de las grandes embarcaciones de transporte comercial, que siempre tienen la prioridad.

Zutphen, una de las joyas escondidas de la ruta hanseática holandesa. Foto: Pixabay

Antes de zarpar

Si bien navegar en los Países Bajos es sencillo hasta para los que prueban por primera vez, a todos los que toman el timón se les pide que conozcan las reglas y la normativa para la navegación fluvial que impera en todo el país. Además, conviene estar pendiente de los horarios de apertura de los puentes ya que en muchos casos estos son breves y toca esperar. Para aquellos que entiendan el neerlandés, la ANWB edita cada año una guía con toda la información relevante de los puertos con amarres libres o los horarios de apertura de los puentes y sus precios. En caso de que sean de pago, el coste suele oscilar entre 1,5 y 7 euros, que suele abonarse en metálico al cruzar. También en neerlandés y de gran utilidad es la aplicación de móvil River Guide, imprescindible para estar al corriente de las alertas del tráfico fluvial que puedan surgir durante el recorrido. Otra de las páginas web imprescindibles es la que detalla la regulación holandesa, esta sí, se puede consultar en inglés y en alemán.

Uno de los puentes levadizos de Ámsterdam. foto: Pixabay

El teléfono de atención 0800-8002 está disponible a diario para cualquier incidencia o cuando se quiera solicitar paso en un puente concreto mientras que la web www.vaarweginformatie.nl tiene la información más completa sobre navegación recreativa en Holanda.