A la periodista filipina María Ressa, el anuncio de que había sido galardonada con el premio Nobel de la Paz le pilló trabajando. Desde su medio de comunicación Rappler, lleva años denunciando los abusos de poder en su país y las violaciones de los derechos humanos, una labor por la que sufre constantes amenazas y arrestos. El aclamado documental que relata su carrera profesional, Ausencia de Verdad (A Thousand Cuts), es uno de los varios largometrajes que el año pasado retrataron la vida de mujeres periodistas en distintos lugares del planeta, como el candidato a los Oscar procedente de la India, Escribiendo con Fuego. Con motivo de la celebración del Día de la Mujer, el Instituto Cervantes en los Países Bajos se unió a este homenaje universal con la celebración de la mesa redonda «Mujer y Periodismo» en la Biblioteca Pública de Ámsterdam (OBA).

Las cifras no dejan lugar a dudas: según el Instituto Reuters y la universidad de Oxford, solo dos de cada diez editores jefe de 240 medios de referencia en todo el mundo son mujeres. El dato muestra una fuerte infrarrepresentación de la mujer en puestos de relevancia en el sector, sobre todo si se tiene en cuenta que, de media, el 40 por ciento de los profesionales de la información son mujeres, una cifra que alcanza la paridad en países como España. El panorama es desigual. Mientras en Japón ningún medio está liderado por una mujer, en Sudáfrica es el 60 por ciento, y en otros países europeos como Alemania o España, este porcentaje es del 27 y del 8 por ciento respectivamente. «Llevo 35 años trabajando como periodista y para llegar al puesto que tengo he tenido que aceptar una cultura masculina dominante, compartiendo sus chistes y tapándome los oídos cuando me lo pedían ya que, decían, iban a contar algo muy duro para una mujer», explica Angela Padrone, editora jefe del diario italiano Il Messaggero, en el filme testimonial que el Instituto Cervantes ha preparado para este 8 de marzo. En él, una veintena de mujeres periodistas de diferentes nacionalidades y ámbitos de la profesión ofrecen su visión acerca del periodismo en la actualidad y de los retos a los que se enfrentan las mujeres comunicadoras, tanto para ser reconocidas en su trabajo como para incluir su mirada en los temas sobre los que se informa a diario.

Desde Estonia, Italia, Países Bajos, República Checa y España, las voces de estas periodistas coinciden en denunciar el predominio de una cultura masculina en el mundo mediático, sobre todo en cuanto al control del mensaje se refiere. Gabriela Cañas, la primera mujer en presidir la agencia española de noticias EFE, afirma que «los medios son todavía el refugio de una cierta misoginia» aunque reconoce que tras 40 años ejerciendo como periodista, «he visto cambios importantes, trascendentales y muy esperanzadores en este sentido». Admite que la brecha salarial sigue existiendo: en la agencia EFE las mujeres cobran, de media, un 90 por ciento del salario de sus compañeros hombres, una desigualdad que se está reduciendo poco a poco. En el resto de medios españoles, esta diferencia de salario es de 20 puntos. Si bien la presencia de las mujeres abarca todos los ámbitos de la información, en muchos de ellos como el del análisis y la opinión, esta sigue siendo minoritaria. Lo sabe bien Cristina Manzano, columnista de El País y El Periódico de Catalunya. En su intervención señala no haberse sentido nunca discriminada por ser mujer pero denuncia la ausencia de mujeres periodistas en los foros de debate, las mesas redondas o las conferencias de líderes de opinión. «He notado inercia por llamar siempre a aquellos que más se ven, que suelen ser hombres, y cierto paternalismo. He notado también que muchas mujeres en puestos medios cedían su espacio en el evento a sus jefes varones. Por parte de las mujeres suele haber ciertas reticencias a participar, por inseguridad o por una cuestión de conciliación» afirma.

Junto a las desigualdades enquistadas, otras surgen con fuerza debido al auge del periodismo online y de las redes sociales. Tal y como describen las periodistas Imane Rachidi (española) y Yesim Candan (neerlandesa), el acoso y la violencia online que sufren las mujeres periodistas ha ido en aumento en los últimos años. Desde el anonimato que conceden las redes, muchos hombres no dudan en atacar el trabajo de las mujeres periodistas «subrayando nuestro género, en una sexualización de nuestro trabajo», indica Imane. «La inseguridad que se siente por el acoso que sufrimos online, y también en la calle, cuando cubrimos una noticia, es indescriptible. Y esto es algo inimaginable para nuestros compañeros hombres» denuncia. Holandesa de origen turco, Yesim Candan destaca su procedencia para hacer hincapié en lo complicado que es para mujeres de origen inmigrante alzar la voz sin miedo. Columnista para RTL Nieuws y presentadora en la radio NPO 2, confiesa que cada semana es objeto de insultos y de ataques en internet, siempre de hombres: «la diversidad es la clave de mi escritura: hablo de tabúes y de la emancipación de la mujer. Mi principal objetivo es escribir sobre historias que no se cuentan, y para ello lo más importante para mí es la libertad de expresión. Me gustaría escribir sobre cualquier tema sin ningún miedo». Según un reciente informe publicado por la UNESCO sobre la violencia que sufren las mujeres periodistas en internet, el 72 por ciento de las encuestadas ha sufrido este tipo de acoso, de las cuales un cuarto han sido víctimas de amenazas físicas y un 18 por ciento de índole sexual.

Sobre la libertad de expresión y la autocensura; la seguridad en las redes sociales y la situación laboral de la mujer en los medios, tanto en España como en Holanda, hablaron durante la mesa redonda la editora jefe de la revista Espanje!, Marjan Terpstra, la presidenta de Reporteros sin Fronteras y analista de temas europeos, Aurora Mínguez y Alejandra Mahiques, editora de esta revista. Junto a ellas intervinieron Sophia Karimi, vicepresidenta del cluster neerlandés de EUNIC, la plataforma europea de los Institutos Nacionales de Cultura, y Pilar Tena, directora del Cervantes en Países Bajos, encargada de moderar el coloquio.