En la edición de este año de su Conferencia Spinoza, celebrada ayer en la Bushuis de la universidad de Ámsterdam (UvA), el Instituto Cervantes de Utrecht contó con la periodista y escritora mexicana Elena Poniatowska, una figura universal de las letras hispánicas, con casi siete décadas de trayectoria literaria. Poniatowska llenó la sala sin estar presente: frente a las tres cruces del escudo de Ámsterdam, que corona la chimenea del salón VOC, reunió a residentes mexicanos y españoles en Holanda así como a neerlandeses hispanistas interesados en su obra, quienes asistieron a la proyección de la entrevista que le hizo la directora del Instituto, Pilar Tena, en su casa de México D.F. Debido a las circunstancias actuales y por su avanzada edad, la escritora no pudo viajar a la capital holandesa, un contratiempo que no ha impedido incluirla en el elenco de escritores hispanohablantes que desde hace quince años han protagonizado esta conferencia, destinada a rendir homenaje a la literatura en español en Holanda. La apertura del acto corrió a cargo de la embajadora de España en los Países Bajos, María Jesús Alonso Jiménez, quien destacó el firme compromiso del Instituto Cervantes en la celebración, año tras año y de forma ininterrumpida, de esta conferencia de gran nivel, que se inició con el escritor mexicano Carlos Fuentes y en la que han participado escritores como Fernando Savater, Alfredo Bryce Echenique, Mario Vargas Llosa, Isabel Allende, Antonio Muñoz Molina y Jorge Volpi, entre otros. Tras la proyección de la entrevista tuvo lugar un coloquio entre Pilar Tena y Hub Hermans, catedrático emérito de Lenguas y Culturas romances de la universidad de Groningen y experto en la obra de Poniatowska. El embajador de México en los Países Bajos, José Antonio Zabalgoitia, encargado de la clausura de la acto, tuvo unas palabras de agradecimiento y destacó la valentía de la autora invitada, por su feminismo y su compromiso político durante una época, a mediados del siglo XX, en la que su país no permitía la crítica abierta que ella practicó sin concesiones.

Una vida dando voz a los demás

Si bien todos somos testigos de nuestro tiempo, solo unos pocos son capaces de mirar viendo, de dejar un legado que perdure y trascienda. La escritora y periodista mexicana Elena Poniatowska es una de estas personas. Desde que empezó a trabajar como reportera a mediados del siglo XX, su pluma, desenfadada, atrevida y de una gran exquisitez linguística, ha reflejado y ha denunciado el México de las últimas décadas, la desigualdad social, las revueltas estudiantiles o el papel de la mujer en una sociedad sumamente patriarcal. Nacida en París de madre mexicana y padre franco-polaco, Poniatowska emigró con su familia a México en 1942, cuando ella tenía diez años. «Me crie en un colegio de monjas en inglés, yo pertenecía a una clase social privilegiada en un país con muchos problemas sociales» detalla durante la entrevista, «pero el otro mundo, el de las personas que trabajaban en mi casa, el de las azoteas, las sábanas colgadas y los paseos de domingo, el de las canciones llenas de pasión, me atraía mucho, era el que yo quería retratar. Fue un gran privilegio poder acercarme a él, hablar de él, y que no me rechazaran por rota, que era el término que se usaba para denominar a los que teníamos dinero».

Así fue como Elena Poniatowska se convirtió en una cronista indiscutible de su tiempo, entrevistando a los olvidados, a las víctimas de un México inclemente, como la lavandera que protagonizaría su novela Hasta no verte Jesús mío (1969) o los estudiantes encarcelados en la prisión de Lecumberri tras la matanza de Tlateloco, el 2 de octubre de 1968, cuyos testimonios conformaron su obra cumbre de no ficción y estilo polifónico, La noche de Tlateloco. «Le debo todo a ese mundo de gente que tuvo la voluntad de hablar conmigo cuando yo era una jovencita. Yo quería saber, y mi atrevimiento no fue por valiente sino por inconsciente» confiesa Poniatowska. Ese atrevimiento y esa curiosidad siguen caracterizando a esta escritora incansable, quien a sus 89 años de edad continúa escribiendo con el mismo compromiso político y feminista de siempre. «Sigo siendo reportera, obedeciendo órdenes y atacándolas cuando lo siento así» admite durante la entrevista. En su discurso tras la obtención del premio Cervantes en 2013, y rodeada por su diez nietos, Elena Poniatowska volvió a demostrar su compromiso social al recordar a las otras tres mujeres galadornadas, cuatro con ella, de un total de 35 premiados, y transmitió una vez más su amor por México, el país que «me regaló mi madre sin saberlo» y al que le está muy agradecida: «siento la dicha de poder vivir en este país tan bello que me lo ha dado todo» le cuenta a Pilar Tena. El exilio, otro de los rasgos que definen la primera parte de su vida, lo compartió con otro gran número de intelectuales españoles que emigraron a México tras la Guerra Civil española entre los que se encuentran grandes amigos suyos como Alvaro Mutis o Luis Buñuel.

Tal y como puntualizó Hub Hermans al término de la proyección, Elena Poniatowska se muestra en esta entrevista de la Conferencia Spinoza tal y como es, una mujer entrañable, alegre y auténtica. «Yo no creo para nada en la solemnidad, de los acontecimientos sí, pero de las personas no» declara. Con esa cercanía que caracteriza a los grandes escritores que prefieren seguir haciéndose pequeños para colarse por la vida de otros sin ser vistos, Elena nos invita a pasar a su casa y a sentarnos junto a sus recuerdos, a sus fotografías y a sus libros en esta entrevista única e irrepetible.

Pilar Tena, sobre la experiencia de entrevistar a Elena Poniatowska


¿De qué manera completa Elena Poniatowska la lista de autores que han participado en la conferencia Spinoza?

Es, como muchos de los otros conferenciantes Spinoza, un icono, un símbolo de la literatura en español. Pero creo que la perspectiva desde la que mira al mundo de hoy, con sus casi 90 años, le da a sus comentarios un peso especial. Creo que es la invitada de mayor edad (en el momento de colaborar con nosotros) en este olimpo de la lengua española, y pienso que ese hecho le da a sus palabras una autoridad especial. Por otra parte, el formato entrevista, impuesto por las circunstancias, añade a este texto y a estas imágenes una cercanía y una calidez que son también excepcionales en este programa.

Es la primera vez que este encuentro tiene lugar en la casa particular del autor, ¿qué aporta esta excepcionalidad al evento? ¿Llegamos a conocer mejor al autor y a su obra gracias a ello?

En efecto, exactamente a eso me refería. Claro que conocemos mejor a nuestros invitados de esta forma, accedemos a la persona además de al escritor. Ese marco de su casa de ciudad de México en el precioso barrio de Chimalistac, en una tranquila plaza empedrada, mágica, con una iglesia bellísima… La casa de Elena es un vergel de plantas naturales, tapizada de libros y de recuerdos… y verla a ella bajar por las escaleras desde su habitación, ágil como una jovencita. Esto ha sido un privilegio inmenso para mí, algo que no olvidaré nunca. Sin duda, haber charlado con ella allí añade algo excepcional, metidos en ese ambiente tan suyo, tan fantástico, y disfrutar relajadas, en una mañana serena y soleada, de su buen humor, de su inteligencia, de una amistad que me ofreció a borbotones con enorme generosidad desde el primer día que hablamos sobre este proyecto.

Isabel Allende, Rosa Montero, Elena Poniatowska…es destacable el númerode mujeres escritoras de la Conferencia Spinoza que iniciaron sus carrerasliterarias en el periodismo, ¿es pura coincidencia?

Es cierto, qué curioso. Pero quizá no sea tan extraño. Al final a todos los que hemos tenido que elegir a los conferenciantes a lo largo de estos 15 años nos han interesado estas mujeres que hablan del mundo en el que viven, que vibran con lo que pasa ante ellas. Mujeres que salen de ahí, de la realidad de sus sociedades, y que dan sentido a su trabajo con una mirada crítica del mundo que las rodea.

¿Qué rasgos principales destacaría de la obra de Poniatowksa y qué representa esta para las letras hispánicas?

Sin duda su vínculo con su país, México. Ella ha escrito, con sus libros, la historia del México del siglo XX, una historia fascinante. La de sus personajes más humildes, la de su sociedad y también la de las figuras relevantes de las artes, de la intelectualidad. Es la autora de un mural del México de siglo XX, como se ha dicho, la muralista literaria de un país y una época. Rescató a personajes que atraviesan esa historia del país, que se cuenta a través de sus vidas. Con unas características solo suyas muy peculiares: un género que transgrede las normas de la ortodoxia y que es una mezcla de biografía, novela, cuento fantástico e historia. Y un lenguaje que recoge toda la gracia y la belleza del español mexicano, que recupera y pone en valor mexicanismos que si no fuera por ella muchos no conoceríamos. De sus muchas aportaciones, fruto de su genialidad y de su gran inteligencia, destacaría por tanto su magistral uso de nuestro idioma y su papel como una de las grandes intelectuales vivas, de la reivindicación, de la denuncia, de la crítica. No quiero tampoco dejar de destacar su profundo feminismo. Su discurso de aceptación del Premio Cervantes 2013, que pronunció el 23 de abril de 2014 en Alcalá de Henares, es un bonito canto al talento de las mujeres. Pero además no ha perdido nunca ocasión de defender las causas feministas, y sus libros reflejan en

cada línea esa puesta en valor y esa admiración por la capacidad intelectual y humana de las mujeres, tantas veces relegadas por la historia y por los acontecimientos. Hoy en día es una ardiente partidaria de Claudia Sheinbaum, que podría ser la primera mujer presidente de México.

Si tuviera que elegir una, ¿qué obra de Poniatowska recomendarías a nuestros lectores?

Aquí lo que uno no puede evitar es hacer trampa y elegir más de una. Entre sus libros más sociales, digamos, de su primera época, también más periodísticos, La noche de Tlatelolco, que cuenta, a través de múltiples voces -de las personas a las que ella misma entrevistó- lo que sucedió durante esos días de la matanza de Tlatelolco, en octubre de 1968. Y también Hasta no verte, Jesús mío, una novela que es el retrato de una mujer extraordinaria, dueña de un lenguaje riquísimo, que representa la marginalización de la ciudad de México. De sus biografías, aunque es difícil pues hay libros tan conocidos y fascinantes como Tinísima o Leonora, recomendaría la biografía de Lupe Marín, la primera mujer de Diego Rivera: Dos veces única.

La transcripción de la entrevista, tanto en neerlandés como en español puede leerse aquí. El vídeo puede reproducirse con estos subtítulos pinchando en la opción de Configuración de YouTube y seleccionando el idioma deseado.