Una casa salida de fábrica ¿es ese el futuro? La prefabricación viene ganando terreno en los últimos años en Holanda. Los materiales y componentes prefabricados ya están completamente incorporados a la construcción tradicional, pero ¿qué sucede con estas viviendas a largo plazo? Entretanto, ya empiezan a habitarse las primeras cientos de viviendas “de fábrica” en Holanda.

Construir más rápido, mejor, más barato, con alta eficiencia energética y generando una menor huella ecológica son objetivos no solo de la industria de la construcción sino del gobierno de Holanda para acometer las directivas ambientales, la escasez y los altos precios de la vivienda. Como transportados al futuro hace unas pocas semanas atrás se conocía la noticia de que una pareja en Holanda había obtenido las llaves de la primera vivienda realizada con una impresora 3d en hormigón.  

Una casa fabricada de esta manera hace volar la imaginación de cualquiera de nosotros pero es mirada de reojo por una industria poco afecta a los cambios como lo es la de la construcción. Y es lógico, ya que el ejercicio que conlleva diseñar, coordinar y construir una vivienda o un barrio completo requiere mucho tiempo de experimentación y de aprendizaje sobre la prueba y el error por parte de una gran cantidad de empresas e industrias que deben trabajar conjuntamente para lograr sus objetivos y además satisfacer a sus clientes -los habitantes- en todos sus deseos.

Pero la industria de la construcción está estancada y necesita renovarse, al menos eso dice el resultado de una evaluación internacional de distintos sectores industriales, y en el cual la construcción sale bastante mal parada: bajo nivel de digitalización, baja productividad y bajo rendimiento económico. 

Viviendas prefabricadas en Terneuzen, un proyecto de la constructora Morgen Wonen. © Morgen Wonen

La construcción debería readaptarse y la prefabricación podría dar alguna respuesta. Esta forma de construcción ya hizo su entrada en Holanda hace mas de 50 años, cuando surgieron las primeras fábricas que producían piezas de hormigón uniformadas para construir las cientos de miles de viviendas enmarcadas en los planes de reconstrucción de la posguerra. Diversos sistemas de prefabricación surgieron por toda Europa y en cuanto la escasez de vivienda se redujo, la construcción tradicional volvió a ganar terreno, mientras que la industrialización cayó en desgracia, primero entre los habitantes y luego entre los profesionales: producía entornos urbanos monótonos de edificios grises, sin casi variación, sin personalidad y de muy baja calidad. Y ya sabemos cómo terminaron todos los edificios y complejos de aquella época, como sucedió en Holanda con el barrio Bijlmer de Ámsterdam 

Hoy, el interés por la industrialización parece estar de regreso. La necesidad de un mayor control sobre la obra, la creciente demanda de nuevas viviendas, la búsqueda de soluciones ambientalmente sostenibles junto a la digitalización de los porcesos y nuevas tecnologías y materiales de construcción están renovando el debate. Hoy, dicen sus promotores, estamos en condiciones de hacer casas como coches, donde las posibilidades de diseño son infinitas, o casi. La vivienda impresa en hormigón de la que hablábamos parece demostrarlo.

Proyecto Milestone

Es parte del llamado Proyecto Milestone, que se realiza en Eindhoven, y consta de 5 viviendas. Fue presentado en 2016 durante la Dutch Design Week como un experimento conjunto entre el Ayuntamiento de Eindhoven y la Universidad Técnica de la ciudad. El diseño de las casas, de Houben / Van Mierlo Architects se basa en bloques de formas escultóricas colocados en un entorno verde. La forma irregular de los edificios se puede realizar gracias a una de las características clave de la impresión 3D: la capacidad de construir casi cualquier forma. Aunque esta tecnología todavía está en pañales, hay muchas empresas que han logrado colocar cientos de unidades por todo el país en los últimos años, como Jan Snel, MorgenWonen o SelektHuis, algunas de las cuales ya llevan décadas en la prefabricación.

Las técnicas utilizadas van de la prefabricación de elementos combinada con construcción tradicional a la construcción modular. En la construcción prefabricada tradicional, los elementos individuales se producen en la fábrica, como suelos de hormigón o paneles de fachada, y posteriormente se ensamblan en obra. La construcción modular implica módulos completos que juntos forman un edificio, como si de grandes piezas de Lego se tratara. Por ejemplo, habitaciones de estudiantes que ya están equipadas con azulejos e instalaciones sanitarias en fábrica y que en obra solo hay que unir al resto del edificio.

Un buen ejemplo del retorno de la prefabricación a las ligas mayores es cuando un edificio de este tipo recibe un premio de arquitectura. El proyecto SET ganó el premio Arie Kepler el año pasado. Construido por Jan Snel para la Corporación de viviendas sociales De Alliantie, es un complejo de 141 viviendas en el barrio Ijburg de Ámsterdam, para jóvenes de 18 a 27 años. El proyecto pertenece al estudio de arquitectura SVP, oriundos de la ciudad de Amersfoort.

Proyecto ganador de Jan Snel y SVP Architecten de viviendas prefabricadas para estudiantes en Ámsterdam. © Cojan van Toor Professional Photography

Una fábrica de casas

En Herenveen se construye en este momento la fábrica de viviendas más grande de Holanda, completamente automatizada y robotizada. Van Wijnen, una de las 50 mayores constructoras del país, espera poder producir alrededor de 4.000 viviendas al año a partir de 2022, cuando la nueva fábrica se ponga en marcha. Pronto podran verse en ella grandes mesas planas, de aproximadamente 14 por 4 metros, sobre las cuales se sucede todo el proceso. Estas mesas se mueven por la fábrica como un carrusel: en ellas se construye el molde que le da dimensión y forma a la vivienda, y en cada punto donde la mesa se detiene se agrega una parte. Desde el acero para armaduras; las cajas de interruptores; los marcos de ventanas y puertas; hasta el cableado interno. Una vez vertido el hormigón, la mesa con el molde encima, que ahora pesa varias toneladas, es levantada por una enorme grúa para ser transportada a la cámara de secado donde el hormigón terminará de endurecerse. Todas estas partes, ya prefabricadas, se transportan a la obra donde son ensambladas por pequeños grupos de operarios. Esto puede hacerse a razón de una casa o dos apartamentos por día.

Estas viviendas son, por supuesto, eficientes energéticamente y diseñadas según el concepto de circularidad, por lo que todos sus materiales pueden ser reutilizados al final de su vida útil, o tras una reforma importante. Para muestra, en este caso no basta un botón y Van Wijnen construyó un barrio completo en Groningen con sus prototipos, un lugar que puede visitarse para conocer los modelos básicos que ofrece la empresa.

Pero no todo lo que brilla es oro y los comienzos tienen también sus complicaciones. Ballast Nedam, otra de las grandes constructoras holandesas, había desarrollado en 2014 su proyecto de prefabricación, llamado Iqwoning, pero tres años después la empresa anunciaba el fin de ese proyecto por no haber logrado rentabilizarlo. Tampoco la prefabricación está libre de problemas técnicos. En un barrio de 24 viviendas sociales en Ermelo han surgido tantas grietas que el ayuntamiento ha mandado realizar un estudio por posible peligro de derrumbe, un problema que ha obligado al Gobierno nacional a intervenir. 

Las próximas décadas traerán muchos y nuevos desafíos tanto para el sector de la construcción como para los diseñadores. A la agenda ambiental emprendida por Europa se suman el plan del gobierno holandés para la desconexión del gas natural y la transición a la electricidad. Esto, en un contexto de una enorme crisis habitacional, reflejada en la falta de viviendas a precios asequibles y la gran dificultad que tiene buena parte de la población para comprar una casa. Y todo esto deberá resolverse en el pequeño, escaso y densamente poblado territorio de los Países Bajos.