Más allá del peso arquitectónico de los campus universitarios y de la atmósfera de la vida estudiantil, el conocimiento académico se integra tímidamente en las ciudades universitarias holandesas. Décadas e incluso siglos de exploración e investigación dejan su huella en rincones inesperados de ciudades como Utrecht, Leiden, Delft, Eindhoven y Wageningen. Hemos recorrido sus calles y seleccionado estos lugares especiales que respiran intelectualidad e historia. Visitas interesantes que se pueden hacer al aire libre, propicias en tiempos de pandemia.

Delft, latitud 52 y jardín tecnológico-experimental

Delft integra la belleza de la arquitectura de siglos pasados con la dinámica contemporánea de su universidad politécnica. Entre los senderos de ladrillo del campus de la TU Delft se distingue uno azul que no solo nos lleva de un edificio a otro; es a la vez un indicador de nuestro lugar en el planeta y una máquina del tiempo. Construido en 2018, el camino azul marca los 52 grados de latitud norte donde se ubica Holanda. Europa se mueve hacia el norte a razón de dieciséis milímetros por año. Los paralelos marcadores de las latitudes —círculos concéntricos que van desde el ecuador a los polos— son líneas imaginarias fijadas por cálculos de geometría, y por lo tanto nuestra latitud 52 queda desplazada año a año con respecto del suelo.

El profesor de geofísica Ramon Hanssen, creador del camino azul, ideó mostrar el movimiento del continente datando eventos históricos de Delft con una cinta métrica. Es decir: marcar dónde quedaba la latitud 52 cuando ocurrió cada acontecimiento.

Por ejemplo, hace 5,4 metros el inventor del microscopio, Antoni van Leeuwenhoek, observó a las bacterias por primera vez. Esto ocurrió en 1676. En ese año la línea azul debió dibujarse 5,4 metros al norte de donde está ahora. A 6,9 metros Guillermo de Orange fue asesinado, en 1584. Seguimos, a doce metros, Delft fue declarada ciudad, en 1246 y más allá, a los 32 metros, llegamos al año uno de nuestra era, al nacimiento de Cristo.

Muy cerca del centro de la ciudad se encuentra el Jardín Botánico de esta universidad. Creado en 1917 como huerto para cultivos tecnológicos, hoy es un gran laboratorio donde se investiga la integración y aprovechamiento de las plantas para alcanzar una vida urbana sostenible. A diferencia de otros jardines, este se concentra en la utilidad de los cultivos y no tanto en el diseño paisajístico. Aún así, su colorido y aromas son refrescantes. El abanico de investigaciones que se llevan a cabo en este jardín botánico incluye desde la protección de las costas hasta la purificación del aire y la regulación del clima, experimentando con temperatura y humedad en espacios públicos. El visitante puede recorrer el jardín por completo en una tarde, disfrutando de la sombra y belleza de sus árboles monumentales centenarios, así como aprender sobre las diferentes especies tropicales de sus invernaderos. En la página web de la universidad hay una lista de las actividades programadas para adultos y niños según la época del año, que van desde talleres de pintura de la naturaleza hasta conciertos.

El jardín queda a solo cinco minutos a pie de la icónica Puerta del Este (Oostpoort), inmortalizada por Johannes Vermeer en su cuadro La Vista de Delft. Normalmente está abierto todo el año pero es conveniente revisar frecuentemente la información en su página web para estar atentos a las medidas por el Covid-19.

De Utrecht a Neptuno, una ruta fuera de este mundo

En el país de las nubes, funcionó durante casi un siglo un instituto de estudios del Sol (1930- 2007). El Sol es también el símbolo de la Universidad de Utrecht, bajo el lema: El sol nos ilumina. En 1994, el astrofísico Rob Rutte propuso instalar una escultura de nuestra estrella en la plaza de la catedral (Domplein), donde también se erige majestuoso el edificio principal de su universidad. Inez de Heer Kloots y Theo van de Hoeven esculpieron un sol de bronce que fue desvelado por la Princesa Margarita.

Rutte diseñó, además, una ruta que debía partir de esta escultura y recorrer «el sistema solar» hasta llegar a Plutón, quien para ese entonces no había sido degradado a planeta enano. Luego, en 2018 cada planeta fue ubicado en orden, según su posición en el Sistema Solar, en paredes de edificios, torres de puentes, al borde de una autopista y hasta sobre una roca, en el campo, a las afueras de la ciudad. La ruta ecléctica, que comprime los 4.500 millones de kilómetros del Sol a Neptuno en poco más de ocho, recorre el casco histórico de Utrecht, el campus universitario, el bosque Amelisweerd de camino a Bunnik y culmina en el castillo de Rhijnauwen. El paseo se puede hacer a pie, en bicicleta o incluso parte de él en kayak. La idea es ir encontrando los planetas uno por uno como si fuesen huevos de pascua, mientras disfrutamos de monumentos históricos y de la naturaleza hasta llegar a Neptuno.

En la página web Planetenpad in Utrecht, puedes encontrar información detallada sobre las diferentes rutas, pistas para encontrar los planetas y hasta información científica actualizada sobre el sistema solar.

Eindhoven, la ciudad inteligente

Sin duda alguna, Eindhoven es la ciudad neerlandesa de la innovación. No es el lugar para buscar remembranzas del pasado; Eindhoven nos ofrece el futuro.

La integración entre las empresas, el tecnológico universitario y la ciudad producen una atmósfera de modernidad que llega a su clímax en El Parque de la Alta Tecnología. Los visitantes y curiosos son bienvenidos a pasear entre los edificios de las empresas que construyen futuro y descansar en uno de sus cafés. Llama la atención el aparcamiento para los coches para ejecutivos, estudiantes y visitantes, cubierto enteramente por enredaderas, paisaje que contrasta con la selva de cemento y ladrillo. Entre los lugares para comer, frente al edificio de Phillips, está el Food Truck Lab, una cadena de puestos de comida callejera en un jardín invernadero. Después de comprar el sándwich o el bocadillo, merece la pena asomarse al lago que se encuentra en la parte trasera de este moderno edificio, donde hay una hilera de bancos dispuestos para tomar el aire en el corazón de este complejo tecnológico de reconocido prestigio internacional.

Abedules en el High Tech Campus de Eindhoven. Foto: Alicia Fernández Solla

Investigadores de la universidad de Eindhoven, en colaboración con el ayuntamiento y las empresas, están desarrollando un proyecto llamado Ciudades Inteligentes, con el que buscan experimentar innovaciones tecnológicas que mejoren la vida de sus habitantes.

Una de estas pruebas piloto es el barrio Brainport que se encuentra en la municipalidad de Helmond, a quince minutos en coche desde el centro de Eindhoven, donde se impulsa la sostenibilidad, las cero emisiones y el uso exclusivo de la energía geotérmica o solar. La ambición de los investigadores e ingenieros del proyecto es convertir a Brainport en el barrio más “inteligente” del mundo.

El plan incluye instalar alumbrado publico que incorpora sensores de movimiento y monitoreo. A través de los sensores también se podrán recolectar datos sobre las calles y usar esa información para mejorar el servicio y eficiencia de las luces.Los habitantes contarán con viviendas inteligentes para personas dependientes, con sistemas automatizados o remotos, por ejemplo, para abrir puertas y ventanas o encendido de luces interiores. Además, el barrio cuenta con una aplicación que indica a los usuarios la calidad del aire y el clima dentro de sus hogares.

Diseño de un barrio inteligente en Eindhoven, con invernaderos en altura, molinos de energía eólica y viviendas eficientes energéticamente. Imagen: UN Studio/ Plomp

Wageningen, arquitectura paisajista

Wageningen es una pequeña ciudad universitaria localizada en Gerderland. La Universidad de Wageningen orienta sus grupos de investigación a la biodiversidad, nutrición y ambiente. A seis minutos en coche del edificio principal de la universidad se encuentra el Arboreto Belmonte, el bosque botánico más grande de Holanda, donde se hace investigación en arquitectura paisajista. Allí, a través de criterios ecológicos y estéticos, se pretende obtener un ambiente natural sostenible, útil, bello y que alcance grandes espacios.

El arboreto cubre una colina geológicamente formada por arena y rocas de la última edad de hielo. En el siglo XVI estos terrenos pertenecieron al barón Thierry Juste y continuó en manos privadas hasta que en 1897, Leonard Anthony Springer, el primer profesor de jardinería y horticultura de la universidad de Wageningen lo transformó en un arboretum. En la Segunda Guerra Mundial sufrió grandes daños, pero la universidad se encargó de rescatarlo años después.

El Arboreto de Belmonte mantiene una colección documentada de más de 10.000 plantas vivas con fines de investigación en biodiversidad, arquitectura paisajista, conservación y educación. Es ideal para pasear en primavera y verano, practicar senderismo y organizar picnics. Está abierto todo el año, los siete días de la semana.

Azaleas y rododendros en flor en el Arboretum Belmonte.

Leiden contra la imagen

Caminar por Leiden es abrir un libro de antología poética. Famosa entre los expertos en lingüística, sus muros son páginas en verso. La ruta literaria creada por la fundación Tegenbeeld (Contraste) en 1992, como oposición al arte urbano centrado en imágenes, contó con la colaboración del ayuntamiento, ciudadanos amantes de la poesía y el centro de Lingüística de la Universidad de Leiden.

Los artistas del proyecto Poemas de Leiden han pintado más de 100 murales en 30 idiomas, en una oda a la multiculturalidad de los Países Bajos. El repertorio incluye grandes escritores españoles y latinoamericanos como Pablo Neruda, Octavio Paz, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges y Jorge Eduardo Eielson.

Inspirados por esta iniciativa, los profesores de física Ivo van Vulpen y Sense Jan de Molen, idearon agregar un idioma más al proyecto: las matemáticas. Propusieron visibilizar ocho fórmulas de la física que han tenido impacto para la humanidad y cuyos autores hicieron vida en la facultad de ciencias de la Universidad de Leiden. Hemos seleccionado tres de ellas:

El péndulo de Huygens

En 1637 Christiaan Huygens, demostró que para calcular el periodo de un péndulo —cuántas idas y venidas hace por minuto— basta conocer la altura desde donde cuelga. Este descubrimiento impulsó los conocimientos para construir relojes. Huygens, contemporáneo de Newton, fue uno de los científicos más importantes de la Historia: describió el comportamiento de la luz como ondas, explicó los anillos de Saturno y descubrió su luna, Titán, entre otras genialidades. El mural con la fórmula de Huygens del péndulo está en el campanario de la antigua iglesia de San Pedro (Plaatsteeg 20) que en 1936 fue reconvertida en centro de entrenamiento del cuerpo de bomberos.

Foto: Alexandra de Castro

Hendrik Antoon Lorentz, una mente brillante y un gran corazón social

Desde principios del siglo XX, la física holandesa fue muy apreciada internacionalmente. Entre 1901 y 1930, ocho holandeses recibieron el Premio Nobel, entre ellos Hendrik Lorentz, galardonado en 1902 junto con Pieter Zeeman. Siendo profesor de la Universidad de Leiden y miembro de la Academia de Ciencias y Artes del Reino de los Países Bajos, Lorentz era famoso por su genio y por su sensibilidad social.

En el siglo XIX, las mujeres eran excluidas de muchas facultades universitarias en Europa, sobre todo en carreras consideradas para hombres, como la física, las matemáticas y la ingeniería. Las primeras estudiantes de la universidad de Leiden fueron aceptadas en 1878, pero tuvieron que pasar 25 años hasta que una mujer obtuviera, por primera vez, el grado universitario de doctorado. Fue la estudiante Adolphine Kok, en 1903. Lorentz, inspirado por su esposa Aletta Keiser, quien era feminista activista, promovió a cuatro alumnas al doctorado en Física.

La fórmula de Lorentz pintada en la calle Haagweg representa el fenómeno de la contracción de las longitudes observado por un viajero que pasa a altas velocidades al lado de objetos estáticos o a menos velocidad. Y viceversa: el observador estático, o más lento, verá al viajero encogerse. Aunque la fórmula es universal, el efecto solo es apreciable si la velocidad relativa es cercana a la luz. Por ejemplo, vamos en el coche y miramos a las vacas pastar tranquilas en la campiña holandesa. Si viajáramos a una velocidad cercana a la luz, veríamos a las vacas deformes, de acuerdo con la fórmula de Lorentz. El efecto es imperceptible en nuestro día a día, pero sí se observa en los grandes experimentos de partículas subatómicas.

Imagen: Alexandra de Castro

Jan Hendrik Oort y el mal comportamiento de las galaxias

Durante los años 70, la astrónoma Vera Rubin observó, desconcertada, que el movimiento de las estrellas en la galaxia Andrómeda burlaba toda teoría de gravedad aceptada. La materia en los brazos en espiral de esta galaxia se movía tan rápido como la materia cerca del centro, cuando debía moverse mucho más lentamente. Las galaxias le sacaban la lengua a Newton y a Einstein, a menos que los científicos agregaran en sus cálculos una masa invisible: la materia oscura. En medio de la confusión entre los astrónomos y sin marco teórico disponible para ajustar los datos, Jan Hendrik Oort propuso una fórmula muy efectiva para ayudar a calcular el movimiento de las estrellas en las galaxias. La fórmula de Oort está pintada en el número 58 de la calle Witte Singel.

Foto: Alexandra de Castro

A los pies de la fórmula de la “Fuerza de Lorentz”, en el número 49 de la calle Hooigracht, hay un café muy pintoresco que se llama Eetcafé de Hooykist, cuyos dueños se sienten orgullosos de haber servido de cenar a Einstein y a Lorentz. Allí podemos ordenar nada menos que La hamburguesa de Einstein y El filete de Lorentz.

No hace falta entender piezas de arte para disfrutarlas. Por eso, la fundación Tegenbeeld se atrevió a decorar Leiden con fórmulas físicas, aunque los visitantes no científicos puede que no entiendan su significado. Después de todo, la física es la poesía del universo.