Elena Azcona Colinas (24 años) dejó hace un año su San Sebastián natal para venir a trabajar a Ámsterdam como experta en turismo. Tras pasar por un hotel de lujo, una tienda de quesos y otros dos trabajos más, ha encontrado su sitio en el departamento de Márketing de Tourism Group International (TGI), una de las mayores compañías holandesas del sector, fundada en 1983 a unos pasos de donde hoy se encuentra una de sus sedes, cerca de la plaza Dam. Entre cruceros por los canales e inusuales museos, Elena nos lleva de visita por su ciudad, de la que hoy es una residente concienciada con el turismo sostenible y que apuesta por un futuro en el que capitales como la holandesa logren desprenderse del visitante que no sepa apreciarla.

¿Cuánto tiempo llevas en Ámsterdam?
Vine por primera vez a Ámsterdam cuando tenía 16 años. Llegué a la estación central a las siete de la mañana y la primera imagen me atrapó, la ciudad me encantó y me propuse a mí misma que haría todo lo posible por vivir aquí. Ahora, desde hace un año vivo en el barrio Oud West, y antes viví un en un barco, sobre un canal, una experiencia maravillosa y un gran comienzo para mi vida aquí.

¿Has padecido en primera persona el acoso de los turistas para obtener la típica foto de Ámsterdam?
Sí, debo decir que al vivir en un barco estaba muy expuesta a los que pasaban por la calle porque, sobre todo a los turistas, les parecía algo muy peculiar. A menudo estaba en el salón de casa, viendo la tele, y alguien al otro lado de la ventana me hacía una foto. O a veces, cuando me encontraba en la terraza, venían turistas a preguntarme cómo se vive en un barco. A mí no me importaba hablar con ellos pero entiendo que sea algo que a los residentes les acabe cansando y que a la larga justifique la turismofobia que sufre la ciudad.

¿Cuál es la situación actual del turismo en Ámsterdam?
Ya hay claras señales de recuperación tras la pandemia y si bien no estamos en los niveles previos, la ciudad cuenta con un 70% del turismo que tenía antes de 2020. De este total un buen número son turistas hispanohablantes, no solo españoles sino también latinoamericanos que en su viaje por Europa incluyen Ámsterdam como visita imprescindible. Del total de los turistas que reciben los Países Bajos cada año (41 millones), la mitad se los lleva Ámsterdam. La media de edad de los turistas que contratan uno de nuestros productos o visitan uno de nuestros museos se encuentra entre los 25 y los 40 años.

Cuéntanos acerca de los museos que gestiona TGI.
Junto a la oferta de los grandes de la ciudad, como el museo Van Gogh o el Rijks, cuyas entradas se pueden comprar online o en nuestras 30 tiendas de Tours & Tickets, la empresa cuenta con tres museos propios: Body Worlds, sobre anatomía y el cuerpo humano a través de la muestra de cuerpos reales por dentro, donados a la ciencia y conservados mediante un proceso de plastinación; Ripley’s, un gabinete de curiosidades, de magia e ilusionismo; y Red Light Secrets, el primer museo sobre la prostitución, donde de manera neutral informamos al visitante adulto sobre esta profesión, legal en los Países Bajos. En él se dan testimonios de prostitutas del Barrio Rojo que aseguran haber elegido su trabajo libremente, que están protegidas por la ley, al mismo tiempo que se muestran historias y se recuerdan a otras que han sido asesinadas, alertando así de las consecuencias de la desprotección.

¿Qué ofrecen estos museos que no tienen otros más populares y más grandes?
Al ser nuestros, intervenimos en ellos de manera directa, manteniéndolos siempre actualizados para seguir ofreciendo una experiencia nueva y diferente al visitante. Además, son todos muy interactivos. Para aquellos españoles que viven en Holanda, nuestros museos son una alternativa original para pasar un día en Ámsterdam y animarse con una actividad cultural que se sale de la ruta habitual.

Recomiéndanos un día de ocio en Ámsterdam, para una familia o una pareja que vive actualmente en Holanda.
A una familia con niños que viene a pasar el día le recomendaría el museo Ripley’s y el Body Words, así como un paseo en barco por la tarde, en uno de nuestros cruceros que enseñan la capital desde el agua. Tenemos más de cincuenta de ellos y el 80% son eléctricos: para 2025 esperamos que sea el cien por cien. Es una experiencia que hay que hacer al menos una vez, porque además de ser barcos muy silenciosos, van acompañados de una explicación en distintos idiomas y se pueden combinar con los autobuses de hop on y hop off que recorren toda la ciudad. Si los niños están cansados, siempre se puede tomar uno u otro indistintamente.

Para una pareja sin niños recomendaría una visita a cualquiera de nuestros museos; un crucero romántico al caer la tarde, con aperitivo de vino y queso típico de un productor local; y un plan de noche en el Icebar, eso sí, sin quitarse el abrigo. Para los más activos, se puede contratar un tour en una fat bike a barrios menos explorados de la capital, como la zona norte, al otro lado del Ij.

Visitar un barrio menos turístico de Ámsterdam, ¿forma parte del plan de la ciudad de dispersar el turismo y de dar a conocer nuevas zonas?
Así es. A nuestra empresa, el ayuntamiento nos concedió el permiso para ofrecer tours en fat bikes a cambio de que incluyéramos en nuestra ruta el norte de la ciudad, un área muy interesante con arte callejero y museos como el EYE y el STRAAT. Y nos pareció una solución beneficiosa para todos.

¿En qué medida participa TGI en la apuesta por un turismo más sostenible que persigue la ciudad de Ámsterdam?
Nuestra compañía busca obtener beneficios y eso requiere vender productos al mejor precio. Dicho esto, el compromiso de TGI por la sostenibilidad va creciendo, es algo que se tiene muy presente, tanto al crear un nuevo producto, como el de las fat bikes, que no contaminan y descongestionan los barrios del centro, como al renovar los ya existentes, como la flota de barcos eléctricos para los cruceros por los canales. Otra forma de hacer más sostenible el turismo en la capital es ofreciendo excursiones a otras zonas de los alrededores, sacando a los turistas de la ciudad por un día, a lugares como Giethoorn, Schaanse Schans, Volendam o incluso Brujas, en Bélgica. Pero tan importante es que la oferta piense en formas sostenibles de hacer turismo como que la demanda, los turistas, estén concienciados de la necesidad de cambiar la forma de visitar un lugar.

Del 1 de diciembre al 22 de enero vuelve el Festival de la Luz de Ámsterdam, en el que artistas multidisciplinares crean grandes instalaciones al aire libre con la iluminación como protagonista. Una de las maneras más atractivas de visitarlo es en barco, en una ruta organizada exclusivamente para recorrer los canales donde están las obras expuestas. Más información y reservas aquí.

Los dos pasados años han sido críticos para tu sector, con empresas en la quiebra y muchos profesionales en paro. ¿Cómo ha sido para ti?
Vine a trabajar a Ámsterdam en otoño del año pasado, poco antes del confinamiento tan duro de las navidades pasadas. Hoteles como en el que yo trabajaba se quedaron vacíos y empresas como esta han tenido que despedir a la mitad de su plantilla. Ahora el sector se está recuperando pero la vida se ha encarecido muchísimo. Ámsterdam ya era una ciudad cara antes de la inflación actual: ahora, muchos profesionales que podrían trabajar con nosotros no vienen porque el sueldo no les da para pagar un alquiler. La situación sigue siendo muy complicada. Yo he tenido mucha suerte pero también me he movido mucho. En un año he pasado por cinco empleos y para poder alquilar la casa en la que vivo le mandé una carta personal a la propietaria presentándome.

Como residente en Ámsterdam, ¿qué te gustaría que cambiara en el turismo de la ciudad?
Desincentivaría el turismo low-cost, el que viene en grupo a beber y a salir de marcha, sin apreciar lo mucho que ofrece esta ciudad. Fomentaría un turismo que sirva para revalorizar la ciudad, no para devaluarla, que ayudara a la economía local y beneficiara al residente. Iniciativas como los museos y las visitas que respeten el medio ambiente y el día a día de los que vivimos aquí me parece que van por el buen camino. Y seguiría creando eventos que rompan con la estacionalidad turística, algo que ya hace Ámsterdam, para que los turistas se repartan a lo largo de todo el año.

Y ¿qué es lo que no recomendarías visitar de tu ciudad?
Cuánto más tiempo paso aquí, más me gusta Ámsterdam. Conozco mejor su carácter, me gusta mucho lo abierta e internacional que es, y también he aprendido a distinguir lo que merece la pena ver y lo que no. Por eso yo recomendaría evitar el Barrio Rojo y perderse por barrios como el Oud West; meter la nariz en las tiendas pequeñas de las Nueve Calles y comprar flores en mercados de barrio, sin pasar por el hiper turístico mercado flotante que ya no tiene nada de local.