Por primera vez desde que estalló la pandemia en marzo del año pasado, los hospitales holandeses temen el peor de los escenarios al que denominan «código negro». Aunque la capacidad de las UCI es mayor que el año pasado, la presión sobre el sistema sanitario en su totalidad ha aumentado, ya que ahora se sigue prestando parte de la atención habitual, algo que se frenó en los meses de marzo y abril de 2020. Mientras en las calles la gente disfruta de la apertura de las terrazas y la visita a las tiendas sin horarios, de puertas para adentro, el panorama que se vive en los hospitales no puede ser más diferente. Hoy, los médicos y enfermeras del Erasmus MC de Róterdam atendían un seminario online sobre el protocolo de atención a los pacientes en caso de alcanzar el 80% de ocupación, momento en el que los profesionales deberán seleccionar a qué pacientes ingresan y a quiénes no, quienes tienen cama en la UCI y quienes deben permanecer en planta. Para la internista Rozemarijn van Bruchem-Visser, la fase 3 o código negro supone un cambio drástico repecto de cómo se está trabajando ahora, «en el peor de los casos, mueren personas que de otro modo habrían sobrevivido, y como hospital hay que prepararse para ello». Las personas que ya no puedan ingresar en la UCI deberán ser atendidas en otras instancias del hospital lo mejor posible. También habrá apoyo psicológico para el personal que se ocupa de los pacientes rechazados. La fase 3, a su vez, se divide en tres etapas: en la primera, se excluyen de la UCI a los pacientes con una esperanza de vida corta debido a su historial médico, o a aquellos que tienen muchas posibilidades de sobrevivir sin UCI, como por ejemplo, las que hayan sufrido una parada cardíaca. Si tras esta primera selección sigue sin haber una cama en la UCI, los criterios médicos se endurecen. En la última etapa de esta fase crítica, ingresarían en la UCI sólo aquellos pacientes que hicieran uso de ella durante el menor tiempo posible, por lo que un paciente de covid joven debería ser desplazado para dejar sitio a un paciente mayor con una enfermedad o patología diferente y del que se prevé una recuperación más rápida. Si eso no ayuda, se tendrá en cuenta la edad. El comité que toma estas decisiones está formado por médicos, un abogado y otra persona independiente experta en cuestiones éticas. Todos los hospitales deben cumplirlo. Bruchem-Visser concluye: «espero que las predicciones sean correctas y que las cifras de admisión acaben bajando, pero creemos que debemos estar preparados para esta situación. Exige tanto al personal que no se puede dejar nada al azar». Fuente: NOS