No se anuncian con luces de neón sino de forma discreta en la solemne fachada de una iglesia. Una peluquería, una librería o un restaurante son algunos de los negocios que se esconden bajo la cúpula de una de las muchas iglesias sin culto que hay en Holanda. ¿Profanación o aprovechamiento de recursos? Nos colamos en algunos de estos templos que simbolizan el aspecto más comerciante y transgresor de la sociedad holandesa.

Librería Dominicanen – Maastricht

Como ya recuerda su nombre, esta librería, considerada como la mejor de Maastricht, ocupa la antigua iglesia de los Dominicos del siglo XIII. Tras la reforma protestante del siglo XVI, al igual que le ocurrió a muchos otros templos cristianos del país, la iglesia se reconvirtió, cambió de culto y después se paganizó, albergando desde una tienda del ayuntamiento hasta un colegio, una imprenta y la librería que es hoy en día. Desde hace una década sus muros encierran letras de la literatura universal en pasillos casi interminables con estantes llenos de libros cuidosamente dispuestos. En su ábside, una larga mesa iluminada invita al lector a tomarse un café mientras contempla sus frescos centenarios, una experiencia inigualable que además puede disfrutarse a diario ya que esta librería no cierra nunca.

Restaurante De Kleine Toren van Baarland –Zeeland

Escondido en un pequeño pueblo y calificado en Tripadvisor como excelente por una veintena de clientes,  este restaurante de cocina francesa está en Holanda. Aunque cueste creerlo. Y además se encuentra en una antigua iglesia del siglo XIX en Zelandia, una de las regiones más turísticas del país. La atmósfera acogedora es uno de sus puntos fuertes que sus dueños han logrado a pesar de la altura y las dimensiones de la iglesia. Por un precio medio que ronda los 45 euros por persona se puede disfrutar de un menú de tres platos: una velada original con la que cultivar el paladar y la vista al mismo tiempo.

Planet Jump – La Haya

Que las camas elásticas forman parte de la infancia de cualquier niño no es nuevo. Pero que exista un centro en el que poder saltar de una a otra sin descanso y a cubierto es más novedoso. Y si además no hay riesgo de darse contra el techo porque están en el interior de una iglesia, la idea es cuanto menos, extravagante. En La Haya los amantes de este deporte pueden practicarlo en Planet Jump, un centro situado muy cerca del Gemeentemuseum, en la iglesia Oude Martaloren van Gorcum. Construida en 1928 por uno de los arquitectos más ilustres de la ciudad, Nicolaas Molenaar,  fue derruida por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruida en 1946. En sus muros no hay referencia alguna a su malograda  historia reciente y por el contrario, por unos siete euros, niños y adultos pueden desahogarse saltando durante una hora.

Sala de exposiciones Nieuwe Kerk – Amsterdam

Esta iglesia gótica del siglo XV es uno de los iconos de la ciudad de Ámsterdam. Situada en la plaza Dam, junto al Palacio Real, en ella juran su coronación los reyes de Holanda, tal y como ocurrió con el príncipe Guillermo y Máxima en 2013, una década después de haber contraído matrimonio frente al mismo altar. Actualmente está abierta al público como sala de exposiciones y pretende servir de plataforma para el conocimiento de otras culturas y religiones. Hasta el 20 de febrero se puede visitar una muestra sobre el emperador romano Constantino a la que le sucederá una nueva edición de Masterpiece, la exposición sobre arte religioso que ya albergó obras de Rembrandt o del videoartista Bill Viola en años anteriores. Con esta nueva vocación sociológica, la Nieuwe Kerk invita a sus visitantes a reflexionar sobre el sentido de la vida, lejos del púlpito y con las puertas abiertas a fieles de todas las religiones.

Peluquería Hart en Ziel – Haarlem

Si se busca un ejemplo de cómo los holandeses saben sacarle partido a los metros cuadrados de su preciado suelo urbano, esta iglesia es sin duda uno de ellos. Construida a principios del siglo XX, fue reconvertida en apartamentos hace veinte años. Y en la capilla dedicada a San Antonio se encuentra hoy una de las peluquerías más peculiares de Holanda, “Hart en Ziel kappers” que en español se traduciría como “Peluqueros de Cuerpo y Alma”.