Alberto Alaejos es un informático español que, tras estudiar con una beca Erasmus en Holanda, viajó por distintos países hasta que decidió volver aquí e instalarse en Ámsterdam hace tres años. Músico y cantautor por vocación, encontró en Holanda a su alter ego de la música, un guitarrista holandés, y junto a un tercer miembro, percusionista, recorren el país con su grupo Camaleón, llenando los canales de bulerías, alegrías y una mezcla atrevida de ritmos latinos. Procedentes todos ellos de distintos países, la fusión está en su razón de ser y desde ella proclaman una mirada fresca y sin prejuicios a la música folclórica que, según ellos, está llena de emoción, hecha de gente que fue y vino, que salió y llegó, y no de patria ni banderas.
¿Cómo empezasteis?
Empezamos hace dos años y medio. Por casualidad conocí a un chico holandés que toca la guitarra clásica flamenca en una fiesta de una amiga: nos pusimos a cantar y a tocar y en seguida vimos que encajábamos y que había mucha conexión musical. Él es matemático y guitarrista profesional. Empezamos a vernos más habitualmente junto con otro músico, director de orquesta, de Cádiz. Juntos nos reuníamos para componer y versionar canciones de música española y flamenco. Poco después empezamos a tocar en inauguraciones de galerías de arte y en seguida seguimos con conciertos en cafés-concierto de Ámsterdam y Utrecht como El Duende o De Kargadoor. Nuestro compañero de Cádiz, José, se volvió a España y cuando tocamos en Holanda lo hacemos con Terence, percusionista holandés con fuertes raíces latinas. Con él tocamos una variedad de música folk latina además de la española. Y cuando vamos de conciertos por España se suma José.
¿Qué significa para ti la música?
La música me transporta a otro mundo y el folk me parece la forma más pura que tienen los pueblos de expresarse. Por eso me encanta el flamenco, la samba, el tango argentino, el huapango, por cercanía quizás. Y me siento muy a gusto con la fusión que hacemos de la música española y la latina: nuestro percusionista toca ritmos latinos mientras yo canto canciones del flamenco y Tim, el guitarrista, toca la música española más pura. A mí personalmente me gusta arrancar desde los ritmos que considero más míos, más cercanos a mí, como el flamenco, y a partir de ahí ir incorporando otros.
¿Cómo puede alguien serle fiel a la música más pura mientras apuesta por la fusión?
Para explicar esto se me ocurren dos ejemplos: entre la versión renovada del flamenco tradicional que hace Silvia Pérez Cruz y el espíritu rompedor de Rosalía, nosotros nos quedamos con la primera, sin desmerecer el trabajo de Rosalía, que me parece muy original. El flamenco lo siento muy mío, es un estilo que me llega muy adentro y en todas sus formas.
¿Si tuvieras que quedarte con tres ritmos, latinos o español, cuáles elegirías?
En primer lugar diría las alegrías. Es un palo del flamenco que me fascina, me parecen muy bonitas, por su aparente sencillez y por su melodía. Después el tango argentino me parece una barbaridad, y para un tercero me decantaría por el huapango o el son jarocho mexicano, porque reflejan la esencia de la cultura mexicana de la que me gusta todo. He vivido en México y el alma que tiene ese país es algo que me atrapa.
Un manchego que canta y compone y un holandés que toca la guitarra, ¿vivís el duende como el más purista de los cantaores?
Yo soy de Albacete y eso puede hacer que lo que yo cante suene más a alegrías manchegas que a flamenco puro, pero lo sorprendente es lo que hace mi compañero Tim. Él estudió guitarra clásica y un máster de flamenco y toca con muchísima pasión, se emociona mucho. Fuera del escenario es un holandés meticuloso, estructurado, que es capaz de aprender nuevas canciones muy complicadas de oído. Sorprende ver su transformación cuando le da a las cuerdas de la guitarra. Si eso es duende…yo creo que sí, porque vive la música flamenca como el que más a pesar de no entender ni una palabra de la letra.
Nuestro grupo surge de la fusión de identidades, a partir de orígenes muy diversos pero con el flamenco tradicional como punto en común. Mientras yo me aproximo más desde el folk, el percusionista lo hace desde los ritmos latinos, el compañero gaditano lo hace desde el conocimiento profundo de la música clásica y Tim, el guitarrista, lo hace desde la música clásica española.

El grupo Camaleón durante una de sus actuaciones en Holanda. De izquierda a derecha: Tim, Terence y Alberto.
No es este cruce de culturas de donde surge el folclore en cualquier país?
Absolutamente, lo que nosotros hacemos es la base del folclore porque las canciones populares de cada país no son algo estanco, sino que nacen de la participación de mucha gente procedente de muchas partes, cada uno aportando y modificando un poco la cultura popular. La influencia de todos es lo bonito que tiene este tipo de música, que está en constante cambio.
Los holandeses que acuden a vuestros conciertos, ¿cómo viven el flamenco?
Los hay de tres tipos: los que vienen a vernos porque son holandeses de padres o abuelos españoles a quienes escuchar nuestra música les acerca a sus orígenes españoles. Hay una mujer, por ejemplo, que nos sigue allá donde vamos y nos cuenta que se emociona mucho al escucharnos. Y eso a pesar de que no habla el idioma. Otros se acercan al flamenco desde la curiosidad por las músicas del mundo, buscando ritmos alternativos y otras formas de expresión artística. Los mismos que irían a escuchar música de los Balcanes, o griega, son los que se animan a venir a vernos sin una idea preconcebida de lo que van a encontrar. Y por último está el espectador que es todo lo contrario, el holandés experto en flamenco, que nunca falla a la cita y sabe muchísimo, es sorprendente.
Y el público en general, ¿conoce vuestra música?
Al igual que pasa con la comida, el holandés de a pie suele confundir las músicas española y latina. Muchos piensan que los ritmos latinos son españoles y nosotros intentamos hacerles ver las diferencias. Y cuando vamos a España también descolocamos al público porque los que nos siguen no se pueden creer que Tim toque la guitarra española tan bien siendo extranjero.
¿Qué te aporta tu vida en Holanda para tu desarrollo como artista?
En primer lugar trabajar aquí me permite reducir mi jornada laboral y ahora trabajo cuatro días y el quinto me dedico a la música. Estoy recibiendo clases de piano y en breve me tomaré un mes libre para componer nuevas canciones porque me gustaría poder grabar nuestro primer disco en 2019. Así que vivir en Holanda me ha permitido disfrutar de mi vocación, que es la música, mientras cuento con un buen trabajo que me da la estabilidad necesaria para seguir dedicándome a ello. Por otro lado, Ámsterdam es el lugar perfecto para tener un grupo musical que se basa en la fusión de culturas, aquí es posible porque forma parte del ADN de la ciudad.
¿Cuál será vuestro próximo concierto?
Solemos tocar en El Duende de Ámsterdam o De Kargadoor de Utrecht, y son lugares muy mágicos, muy intimistas en los que nos sentimos muy a gusto. En enero nos atrevemos con algo nuevo, y organizamos un concierto en el teatro Munganga de Ámsterdam donde por primera vez contamos con una bailarina argentina que mientras nosotros tocamos ella hará un número con telas. También vamos a incluir una mezcla de música española pop y flamenca e incluso cantautores como Silvio Rodríguez o Joan Manuel Serrat. Además estará con nosotros una pianista. Siempre con la idea de la fusión de culturas muy presente.