Piensa en todas esas historias que cuentas a tu familia y amigos acerca de tu vida en Holanda, en esas ideas y costumbres que has adquirido viviendo aquí, en tu conocimiento acerca de los usos culturales, tradiciones y normas. Este conjunto de ideas y conocimiento que compartes verbalmente con tu familia y amigos en tu país forma parte de las remesas sociales. A menudo estas contribuyen al crecimiento y al desarrollo igual que lo hacen las remesas económicas, es decir, el dinero que los inmigrantes envían a sus países de origen.
Es posible que pocas personas hayan oído hablar de este término, ya que nace de la investigación académica sobre migración. Lo acuñó por primera vez Peggy Levitt, investigadora del Wellesley College, en 1998. Ella lo definió como ¨las ideas, comportamientos, identidades y capital social que fluyen desde los países de acogida a los países de origen de la persona migrante y su comunidad¨. En su primer estudio, Levitt llevó a cabo una investigación sobre inmigrantes dominicanos de una comunidad, Boca Ratón, que vivían y trabajaban en Boston. Levitt descubrió que la adquisición de nuevos puntos de vista tanto culturales como políticos y económicos de la comunidad migrante en Boston influyó en Boca Ratón de tal forma que se establecieron lazos de intercambio y desarrollo que revirtieron positivamente en la localidad de origen. Estos vínculos no funcionaban sólo en una dirección, sino que también la comunidad de origen era un pilar imprescindible para que la comunidad migrante no olvidara ni dejara de practicar sus reuniones, celebraciones, valores, etc. En efecto, una de las características de las remesas sociales es que no se producen sólo en una dirección, no sólo lo que se adquiere o aprende en el país de acogida es lo que se comparte, sino que también los usos y costumbres del país de origen se ¨exportan¨ al país de acogida.
Una identidad transnacional
Las remesas sociales, por lo tanto, pueden influir social y políticamente a nivel local en el país de origen cuando están bien organizadas por la comunidad migrante. Por ejemplo, en la localidad de Wageningen reside un gran número de inmigrantes hispanohablantes y latinos, algunos desde hace más de veinte años. Frecuentemente se organizan charlas o presentaciones informativas acerca de la cultura mexicana, por ejemplo, o sobre la situación en Nicaragua, o se exponen los últimos hallazgos de investigadores latinoamericanos en la universidad de Wageningen acerca de la biodiversidad en Perú. Pero no sólo eso, cuando han tenido lugar catástrofes medioambientales, se han organizado fiestas para recaudar fondos que posteriormente eran enviados al país afectado. Es decir, valores como la importancia de la comunidad y la solidaridad fluyen y se integran en sociedades más individualistas. A su vez, valores como la importancia del bienestar individual también traspasan fronteras hasta llegar a comunidades donde el autocuidado no está siquiera bien visto.
Ese intercambio cultural y la riqueza que emana de ello favorece la formación de una ¨identidad transnacional colectiva¨ (Levitt, 1998), es decir, una identidad que traspasa fronteras y que no es ya propia ni dependiente de una determinada zona geográfica, sino que fluye en varias direcciones. Las remesas sociales reflejan el impacto que tiene la migración en la comunidad de origen y pueden contribuir a su desarrollo. Puede que algunos lectores recuerden el movimiento que se popularizó hace unos años llamado la ¨marea granate¨, que se definió como una ¨red transnacional¨ de inmigrantes españoles en el extranjero y cuyo objetivo era influir en la política (sobre todo económica y social) española por medio de varias campañas.
Cuando hemos vivido de cerca y durante cierto tiempo en medio de los usos culturales, las ideas, el funcionamiento y la forma de hacer de Holanda, seguramente también acabamos apreciando ciertos aspectos. En mi caso, por ejemplo, la organización, la puntualidad, la honestidad brutal, la limpieza de los espacios públicos, la conservación de grandes zonas de naturaleza o la capacidad de la clase política para ponerse de acuerdo. Si apreciamos ciertos aspectos y decidimos ¨llevarlos con nosotros¨ de vuelta a nuestra comunidad cuando viajamos, compartimos un post o hablamos por Skype, estos pueden tener un cierto efecto a nivel local. La familia de una amiga, por ejemplo, ha comenzado a quitarse los zapatos en casa. Más radicalmente, otra amiga ha cambiado su voto desde que vive aquí y ha experimentado otra forma de hacer las cosas. Sin embargo, y como señala Levitt, se lleva a cabo un proceso de selección de qué ideas y prácticas se ¨envían¨ y cuáles no. De la misma forma, los que las reciben también deciden cuáles aplicar y cuáles no.
Personas migrantes como agentes de cambio
Sea cual sea la forma que adquieran las remesas sociales y cuál sea su impacto real, lo que es cierto es que las personas migrantes llevamos con nosotros una ¨maleta cultural¨, una suerte de caja de herramientas, en definitiva, que utilizamos para adaptarnos a nuestra nueva vida. Este bagaje nos hace únicos, nos hace diferentes, pero como han propuesto influyentes autores recientemente (Schinkel, 2018), es precisamente la diferencia lo que debería ser celebrado en las sociedades actuales. Lo que nos hace diferentes también nos hace únicos, y es eso mismo lo que nos hace ver las normas y usos del país de acogida bajo marcos interpretativos únicos. Por ejemplo, recuerdo una visita a Utrecht que hice con mi familia no hace mucho, en la cual nos sorprendió encontrarnos en medio de la plaza frente a la estación al presidente Rutte, el cual se encontraba paseando, y que a petición popular se subió a un banco y comenzó a saludar sonriente y a hacerse fotos con el grupo de gente que le rodeaba. Más allá de la lejanía personal con las ideas políticas concretas, este encuentro propició un debate sobre la naturalidad y la cercanía de los políticos holandeses. ¿Y cuántas veces no hemos intercambiado opiniones con nuestra familia o amigos acerca del funcionamiento del sistema de salud en Holanda? Hasta en este controvertido tema encontramos puntos a favor y en contra cuando de una comparación con nuestro país se trata, y puede que cambiemos la opinión que antes teníamos sobre el tema.
Si bien es cierto que con la globalización las vías de comunicación se han hecho más fluidas y veloces, las remesas sociales representan un ejemplo de cómo las ideas se moldean por la experiencia migratoria, se comparten y pueden contribuir al cambio. Ilusiona pensar que el proceso migratorio contribuye a la creación de identidades que traspasan fronteras, identidades líquidas, intercambios que pueden dar lugar al crecimiento, al cambio. Adoptando una actitud crítica como personas migrantes acerca de lo que somos y de lo que vemos a nuestro alrededor, y valorando tanto lo que traemos como lo que aprendemos, podemos ser verdaderos agentes de cambio.