Como cada Noviembre llega a las costas de los Países Bajos el barco de San Nicolás acompañado por su ayudante Zwarte Piet (el negro Pedro), y con ellos llega también la polémica y el debate sobre el carácter supuestamente racista de esta figura que, además de cargar con los regalos de San Nicolás y descolgarse por chimeneas para repartirlos, cumplió durante años la ingrata tarea de servir de “azote” de niños indisciplinados. Tarea que combinaba con su función de “hombre del saco”, ya que según la leyenda, el mal comportamiento se castigaba con ser enviado a España dentro del famoso fardo que cargaba el paje.
Con el tiempo, Zwarte Piet evolucionó hasta convertirse en el gran amigo de los niños. Un personaje entrañable, algo torpe y simpático, que reparte caramelos, redacta poemas o prepara sorpresas para acompañar los regalos. Pero cuyo look, de esclavo o como mínimo de criado africano del siglo diecisiete, lleva años en el centro de esta discusión. Una discusión que tiene su origen en el pasado esclavista de los Países Bajos, y que, contrariamente a lo que se pueda creer, no es nueva: en los años ochenta, grupos de activistas de las antiguas colonias ya pidieron que se abandonara el maquillaje oscuro que lo caracteriza.
Sea como sea, lo cierto es que últimamente el debate se ha recrudecido y ha llegado a convertirse en una cuestión que en ocasiones raya en lo ridículo. En el año 2014, el partido de extrema derecha de Geert Wilders (PVV) presentó una proposición de ley que, con el objeto de proteger la cultura holandesa, pretendía imponer cual debía ser su apariencia, desde el traje aterciopelado hasta el color oscuro de su rostro, sin olvidarse de los pendientes dorados, la pintura roja de labios o la peluca de rizos negros. La proposición fue desestimada a principios de este año por la mayoría de grupos parlamentarios tras un debate en el que los diputados del PVV tuvieron que escuchar más de una contestación en verso, al más puro estilo de San Nicolás, y en el que casi todos coincidieron en que correspondía a la sociedad determinar la evolución del personaje.

Junto a San Nicolás, un Zwarte Piet en su versión más tradcional, la que tanto debate está generando.
Foto: Pixabay
Y aunque la discusión y el tema subyacente son muy legítimos, una no puede dejar de preguntarse si es necesario reabrirla cada año en torno a una fiesta que es eminentemente infantil y que requiere además la complicidad de los adultos para mantenerla. Algo que resulta cada vez más difícil cuando los desfiles típicos de estas fechas empiezan a ser amenazados por manifestaciones tanto de detractores como de partidarios. Y mientras unos y otros hablan de ello, y los canales de televisión y municipios holandeses se devanan los sesos para tratar de contentar a todo el mundo con versiones más o menos coloridas de este paje políticamente incorrecto, el comercio – siempre tan agudo- saca sus propias conclusiones mientras sigue bombardeándonos con correos con asuntos tipo ¿Has sido bueno este año? o El que se porta bien…
En definitiva este es un tema en el que convergen tradiciones con los sentimientos encontrados de muchos, y en el que no se puede ignorar que por muy simpático que sea Zwarte Piet, su apariencia, aunque involuntariamente, puede asociarse con la esclavitud. Y así como su papel ha ido evolucionado a lo largo de los años, quizás sea la hora de actualizar también su imagen y dejar que los niños (y los no tan niños) disfruten de la fiesta.
Cómo es que nadie comenta que algo crucial en el debate? Y es el propio color de piel de San Nicolás de Bari. Dicho de otro modo: sí, yo tuviese que revindicar algo al respecto … ya que veo, que quieren prohibir esta costumbre de pintarse la cara de negro, lo único que haría es disfrazarme de San Nicolás de Bari pero con la cara de negro