En Zwolle casi nada es lo que parece. Un edificio neoclásico que alberga una de las colecciones de arte contemporáneo más eclécticas del país; una iglesia reconvertida en imponente librería y una antigua cárcel de mujeres del siglo XVIII en la que se esconde el mejor restaurante a nivel nacional, son algunos de sus secretos. En esta pintoresca ciudad hanseática situada en el corazón de la Holanda más auténtica, la más rural y ortodoxa del llamado cinturón bíblico, se rinden cultos paganos al rock and roll, la buena cocina y el arte más rompedor. A una hora y media de la capital, Zwolle sorprende por su rica historia, su atrevida agenda cultural y sus propuestas gastronómicas fuera de lo común.
A la pequeña ciudad de Zwolle, de apenas cien mil habitantes, se puede acceder por la Puerta Sajona, de 600 años de antigüedad e icono de su casco histórico. Conviene hacerlo, como manera de empezar un relato que se remonta a la Edad de Oro, en la que el comercio holandés despegó y ciudades como esta pasaron a formar parte de la Liga Hanseática, que trajo prosperidad y creó una potente burguesía empresarial en el norte de Europa. Y es que Zwolle tiene varias caras, como capas que se han ido superponiendo sin aplastarse unas a otras, y hoy en día todas ellas se muestran sin tapujos al que decide visitarla.

La puerta Sajona o Sassenpoort, entrada a la ciudad antigua de Zwolle. Foto: VVV Zwolle
Una ciudad medieval
Tras cruzar el foso en forma de estrella que la circunda, empieza una visita por las angostas calles de su casco histórico, que nos permiten reconocer su pasado glorioso. En contra de lo que cabría esperar de un ciudad abiertamente protestante, gobernada desde hace décadas por coaliciones de partidos mayoritariamente calvinistas, las dos iglesias más conocidas de Zwolle son católicas, datan del siglo XIV y ambas se encuentran en el centro, en plazas llenas de ambiente y terrazas que merecen una visita. Mientras la basílica de Nuestra Señora (Basiliek van onze Lieve Vrouw) cuenta con la conocida torre del Pimentero, o Peperbustoren, de 75 metros de altura y que ofrece unas magníficas vistas de la ciudad, la iglesia del arcángel San Miguel (Sint-Michaelskerk) es un bonito ejemplo del gótico medieval del norte del Europa. Si la subida de la torre abre el apetito, nada mejor que aprovechar para probar las Zwolse Balletjes o bolitas de Zwolle, caramelos típicos de la ciudad que pueden adquirirse en la tienda de la esquina de la Grote Kerkplein, un establecimiento tradicional con más de 150 años de historia. Desde ahí, la ruta histórica continúa por las calles aledañas, como Sassenstraat, la cual recorre el casco antiguo desde la iglesia de San Miguel hasta la puerta Sajona o Sassenpoort. A los pequeños cafés y comercios que se suceden en esta pintoresca callejuela se suman las fachadas imponentes que nos recuerdan el pasado hanseático, como la casa de Carlos V en el Hof van Ittersum, de 1571. Coronada por un busto del emperador, la fachada sorprende por su rica ornamentación, su mampostería y su talla sobre piedra. La vivienda, en la que nunca llegó a alojarse el emperador, forma parte de un hof, una casa de beneficencia que los burgueses adinerados de la época construían como manera de ganarse el cielo y que estaba destinada a acoger a mujeres prostitutas o viudas de “dudosa reputación”. Gran parte de las ciudades de Holanda cuentan con hofjes escondidos tras portones aparentemente cerrados, pero que si uno empuja sigilosamente, suelen abrirse a un agradable jardín interior accesible al público. Si bien el Hof van Ittersum no puede visitarse, para el que se haya quedado con las ganas, Zwolle cuenta con uno de los más antiguos de Holanda que ha mantenido su función original hasta muy recientemente: Het Vrouwenhuis (Voorstraat, 46). Edificado en 1680 como la mansión del alcalde de la ciudad y su mujer, una pintora llamada Aleijda Wolfsen, desde 1706 fue reconvertida en hogar de acogida para mujeres solteras y mayores, miembras de la Iglesia Reformista Protestante. Durante más de 200 años ejerció esta función, hasta 1987, fecha en la que fue reconvertida en museo. Visitarlo permite entender mejor el funcionamiento de estas residencias, que alojaban a decenas de mujeres de forma gratuita proporcionándoles asistencia sanitaria y un subsidio como legado directo de sus fundadores. El museo sólo puede visitarse reservando para una de sus visitas guiadas diarias, pero éstas están muy recomendadas y se ofrecen también en inglés y alemán, además de disponer de una versión para niños.

Plaza de la iglesia Sint-Michielskerk, con la escultura del arcángel San Miguel en el centro. Foto: Alicia Fernández Solla
Arte y música por doquier
Zwolle puede ser una ciudad pequeña de Holanda y encontrarse en una de las regiones menos frecuentadas por los turistas extranjeros, pero eso no le resta atractivo, sino todo lo contrario. Y es que cuando se trata de su oferta de ocio, la ciudad se suelta el pelo y no duda en mostrar su lado más innovador y vanguardista. El epicentro de esta ruta es su museo de arte contemporáneo, De Fundatie, situado en un edificio neoclásico del siglo XIX, antiguo Palacio de Justicia de la región, sobre el que parece haberse posado un ovni al más puro estilo película de marcianos. Esta bola, ojo o huevo, como muchos lo han calificado, es la muestra más visible de la profunda renovación que experimentó el museo en 2013 y con la que pretende alertar al visitante de que aquí, hay mucho que ver. Junto a obras de artistas holandeses de reconocido prestigio como Mondriaan, Israëls, Appel o Van der Leck, la colección permanente cuenta con otros maestros internacionales como Picabia o Turner. Además, el interior de la enorme estructura que se alza sobre el antiguo edificio alberga las salas de las exposiciones temporales, a menudo apuestas atrevidas de artistas emergentes que no dejan indiferente a nadie. Y si esto no es motivo suficiente para subir hasta allí, sí lo son las magníficas vistas desde los ventanales ovalados y el contraste entre el interior ultramoderno y la estampa pintoresca del exterior.
La colección del museo De Fundatie no termina aquí: el castillo de Nijenhuis, a veinte minutos de la ciudad, es su otra dependencia, donde se puede disfrutar de un museo de esculturas al aire libre y de lienzos de Van Gogh repartidos por las salas de este monumento del siglo XV. Después de décadas de decadencia, el castillo fue adquirido por el coleccionista Dirk Hannema en los años sesenta. Hannema había sido director del museo Boijmans van Beuningen de Róterdam y, tras ser despedido por presunta colaboración con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a Zwolle y vivió en él hasta su muerte en 1984, año en el que fue cedido al museo junto con toda su colección. Con la llegada del buen tiempo, el castillo organiza veladas musicales al aire libre, como los conciertos de jazz y danza, a cargo de la compañía de danza Scapino, que tendrán lugar entre el 14 y 16 de junio.

Museo de arte contemporáneo de Zwolle, De Fundatie. Foto: VVV Zwolle

Castillo de Nijenhuis, segunda dependencia del museo de arte, a 20 kilómetros de Zwolle.
De vuelta a Zwolle, frente a la entrada principal de este museo se esconde otro, más humilde, dedicado al músico y artista holandés de los setenta y ochenta Herman Brood. Nada más traspasar la puerta de esta vivienda antigua, uno se adentra en el Ámsterdam del movimiento neohippie, con rock and roll de fondo y una buena colección de arte pop que rinde homenaje a este músico nacido en Zwolle y que llegó a ser muy conocido a nivel nacional hasta su repentina muerte en 2001. Tras abandonar esta tienda-museo, la música sigue sonando un poco más allá, en Stanislaus Brewskovitch, el pub donde sirven las mejores cervezas artesanas de la ciudad a ritmo de pop y rock y que cada día, excepto los lunes, reta a la rutina cotidiana con conciertos en directo hasta la una de la madrugada.
Y como no podía ser de otra manera, uno de los eventos más esperados de Zwolle es el que tiene lugar cada año durante el puente de la Ascensión: Zwolle Unlimited, uno de los festivales más originales del panorama nacional. Entre el próximo jueves 30 y el domingo 2 de junio, las calles del centro se llenarán de trovadores, cuentacuentos, mimos, actores de teatro y muchos más artistas en la cita anual de la cultura callejera. El que lo visite podrá reservar con antelación la ruta en la que quiere participar, ya sea de cuentacuentos del mundo entero o espectáculos de todo tipo, hay para todos los gustos. Y con un programa más que atractivo para los niños, visitar Zwolle uno de estos días se convierte casi en una obligación.
Culto al paladar
Fuera de las ciudades más grandes en las que el cosmopolitismo trastoca las tradición holandesa del bocadillo de queso a mediodía, encontrar un lugar en el mapa neerlandés donde se pueda disfrutar de una buena comida es casi tarea imposible. Zwolle marca la diferencia. Quizás arrastrada por la influencia de De Librije, el restaurante de tres estrellas Michelin más antiguo de Holanda cuyos creadores, Jonnie y Thérèse Boer, abrieron hace más de veinte años aquí, lo cierto es que Zwolle ofrece propuestas culinarias únicas e inolvidables. Sin denostar la de su máximo exponente, solo apto para pocos bolsillos, los Boer acaban de inaugurar una brasserie en el centro, Brass Broer Thuis (Nieuwe Markt 21) abierta para comer a mediodía de miércoles a domingo. Hermana pequeña de De Librije, su carta ofrece desde ceviche hasta carnes a la brasa y platos originales elaborados con productos de la zona: toda una experiencia gastronómica diferente a un precio moderado. En la misma línea se encuentra el restaurante japonés Blue Sakura (Bethlehemkerkplein 35), también abierto a mediodía. Degustar un plato de sushi fresco en el interior de una iglesia es posible: una buena mezcla de culturas con la que alegrar el gusto y la vista.
- Restaurante japonés Blue Sakura, en el interior de una antigua iglesia. Foto: Alicia Fernández Solla
- Restaurante de 3 estrellas Michelin y hotel de lujo De Librije. Foto: VVV Zwolle
Para los que busquen algo más económico pero igual de original, la hamburguesería Ingeburgerd (Nieuwe Markt 25-26) ofrece una carta de hamburguesas gourmet deliciosas, elaboradas con carne de la región, así como otras veggie, que combinan sabores de una forma extraordinaria, difícil de encontrar en Holanda. Y tras una buena comida, nada mejor que un café con tarta casera en la pastelería De Gillende Keukenmeiden (Meerminneplein, 7), junto a un tranquilo canal. Para finiquitar la jornada, conviene estar pendientes del reloj y asegurarse de que no nos cierren la librería Waanders in de Broeren (Achter de Broeren 1-3). Parecida a la que se puede encontrar en Maastricht, esta iglesia del siglo XV alberga una librería-papelería de tres plantas y una coqueta cafetería. Pasearla, olerla y mirarla produce la elevación de espíritu que tanto el placer de la lectura, como el interior de una iglesia, pueden provocar al que la visita. El punto y final perfecto para una jornada alejada del bullicio y el carácter internacional del Randstad.

Waanders in de Broeren, en Zwolle. Foto: Alicia Fernández Solla
Pistas para alojarse:
B&B Zwolle – Hostal en pleno centro, en una casa antigua de la zona de tiendas con carácter y muy cerca de la puerta Sajona.
Casa barco – En el canal que bordea el casco histórico de la ciudad, uno puede elegir alojarse en esta peculiar casa barco.
Granja típica – Para los que prefieran dormir sin oír un ruido y en una granja típicamente holandesa, esta pintoresca casa cuenta con dos apartamentos.
De Kopperen Hoogte– Los que buscan alojamientos peculiares, Zwolle cuenta con el suyo propio, en lo alto de una torre de agua circular.
Pillow Grand Hotel Ter Borch– En el interior de la antigua estación de ferrocarril se encuentra este hotel de lujo, diseñado por Paul Linse, responsable del interior de la Royal Opera House de Londres y el Rijksmuseum de Ámsterdam.