Originados junto a la popular tradición de acampar, en Holanda existen hoy unos 1.500 “parques de vacaciones” o “parques de bungalós” (en holandés: vakantiepark o bungalowpark) . Son áreas naturales para la recreación que cuentan con todo tipo de servicios y facilidades de alojamiento como para poder quedarse allí varios días. Holanda es uno de los países del mundo con mayor densidad de parques de vacaciones en su territorio. Cada año, unos 4 millones y medio de holandeses, de todas las clases sociales, pasan allí sus vacaciones en familia.

Un poco de historia
A quienes viven recientemente en Holanda podrá sorprenderles en estos meses, cuando el clima empieza a mejorar y nos vamos acercando al verano, la repentina aparición en las calles de caravanas de todo tipo, época y tamaño. En algunos barrios, especialmente los más populares, no es raro ver de tres a cuatro de estos vehículos en pocos metros, aparcados muchas veces con dos de sus ruedas sobre las aceras para no bloquear las estrechas calles con su tamaño, con todas sus puertas abiertas y su propietarios yendo de aquí para allá trabajando concienzudamente en los preparativos para las próximas vacaciones.
Surgido en el siglo XIX en Inglaterra, acampar era un deporte reservado a las élites y conectado a la aparición de las bicicletas como medio de transporte. Así, entre las clases altas comenzó a hacerse popular que los jóvenes varones ricos salieran a realizar recorridos turísticos en bicicleta, especialmente por la zona del Veluwe o la costa, pasando la noche en tiendas de campaña, en algún albergue o hasta en un establo de granja acondicionado para tal fin. En 1906 se inauguró el primer club de camping en Inglaterra y seis años después se fundó también en Holanda, a imagen de aquella: el Nederlandse Toeristen Kampeer Club o NTKC. En 1924 se abrieron las puertas del primer parque de acampada en Vierhouten. Claro que entonces eran todavía muy pocos los que podían acceder a tan exclusiva actividad. No solo había que tener el dinero suficiente para poder comprar una buena bicicleta, la tienda y todo el equipamiento necesario, el cual debía en gran medida importarse de Inglaterra, sino que también se debía disponer de suficiente tiempo libre, dos lujos inalcanzables para las clases trabajadoras de principios de siglo XX.

Aunque el irse de acampada comenzaría lentamente a ser más accesible durante los años 30, no fue hasta los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial que la acampada se volvería realmente una actividad popular. En aquellos primeros años de posguerra cuando todo escaseaba, lo que sobraba era material militar ya en desuso, que los norteamericanos habían abandonado en Europa al volver a su país, y las tiendas militares de campaña se vendían por nada. ¿Qué mejor que celebrar la libertad después de semejante contienda bajo un techo de algodón en medio de la naturaleza? Claro que tampoco sería tan sencillo en un país como Holanda, y ya entre la Iglesia y el Estado le habían puesto reglas claras al popularizado nuevo deporte, para evitar comportamientos indeseados: no se podía hacer ruido, siempre se debía llevar ropa decente, y estaba prohibido que parejas no casadas durmieran bajo la misma tienda. Además los campistas debían contar con una “tarjeta de acampada” o mejor todavía, con el “pasaporte de acampada”, que se conseguía realizando varios exámenes y acampadas bajo supervisión de mentores de la ANWB, una organización relacionada al turismo que todavía existe hoy en el país.

Acampar se vuelve popular
Durante los años 50 acampar se volvería un deporte nacional. La reconstrucción económica de Holanda venía acompañada de miles de nuevos puestos de trabajo, buenos salarios y merecidos días de vacaciones. Se comenzaba así a formar una nueva clase social, con recursos y tiempo suficiente para sumarse al consumo de bienes y al disfrute del tiempo libre. Las grandes tiendas como V&D vendían todo lo necesario a precios asequibles en secciones especializadas dentro de sus edificios y la ANWB organizaba cursos y fines de semana de acampada para enseñarle a la gente todos los detalles de esta popular actividad.
En los años 70 desaparecieron los documentos obligatorios para acampar y también los cursos, que se empezaron a ver como innecesarios y autoritarios por una generación que ya luchaba en muchos campos por la libertad individual. La aparición de las caravanas, como la de los “parques de vacaciones” (vakantieparken) darían un nuevo giro a la actividad que seguiría sumando adeptos y se instalaría como una de las formas más populares de pasar las vacaciones entre los holandeses.

Caravana aparcada en la calle y lista para salir de vacaciones, una imagen muy típica de Holanda antes del período vacacional.

Los primitivos y espartanos campos de acampada, controlados por las élites, se comercializarían y comenzarían a convertirse en pequeños pueblos con muchos servicios. Serían los precursores de los conocidos Center Parks, que son ya un símbolo de las vacaciones en Holanda. Llamativamente, la libertad de diseño en las viviendas de estos parques ha servido de experimentación a configuraciones que luego se aplicarían en las ciudades. En estos parques, exentos de las estrictas reglamentaciones a la construcción de vivienda tradicional, los arquitectos solían dejarse llevar por la fantasía y se animaban a probar experimentos que luego trasladarían a otros proyectos.

Desde los años 90 la oferta se ha ido ampliando enormememnte. Desde pequeños parques forestales para quienes buscan el silencio a enormes paraísos acuáticos de enormes piscinas o verdaderos parques de entretenimiento para todas las edades, donde la naturaleza ya ha perdido su lugar central o se ha convertido en pura escenografía.

Bungalós por doquier

En los 1.500 parques existentes en Holanda, se encuentran hoy unas 65.000 viviendas o bungalós que se alquilan a los visitantes. Estas viviendas son en general de construcción sencilla y medidas reducidas, por su destino de alojamiento temporal, y se prohíbe expresamente que se utilicen como vivienda permanente, ya que están exceptuadas de cumplir ciertas normativas de construcción.

Parque de vacaciones Het Heijderbos

En los últimos años se han dado algunas situaciones muy particulares en torno a los parques y sus casas. Por un lado se aceleró la venta a particulares de los bungalós, como inversión y ahorro, lo que provocó la construcción de una gran cantidad de nuevos parques de este tipo. Por otro lado, hace algo así como un año atrás salía a la luz que cientos de miles de personas estaban viviendo de forma ilegal en los parques ya que no encontraban otro sitio donde poder vivir. Esa historia comenzó cuando un canal de televisión local sacaba a la luz lo que estaba sucediendo en Fort Oranje, uno de estos parques en la provincia de Brabante. Padres divorciados, personas con problemas de deudas, y trabajadores temporales habitan de manera ilegal en sus pequeñas viviendas, muchos de ellos enviados por el mismo ayuntamiento, como remedio temporal a una situación que parece no tener solución a corto plazo. Pronto se vio que el problema no era solo de un parque, sino que se había generalizado y que en Holanda había muchísimas personas viviendo en estas condiciones. Algunos parques fueron directamente desmantelados y cerrados y en otros se optó por legalizar la vivienda permanente en ellos, lo que permite el cambio de función legal y su transformación a barrios residenciales. Entre tanto ya se debate si puede ser esta una de las salidas a la crisis de vivienda que hoy viven algunas regiones centrales del país.

De lo que no hay duda es de la enorme oferta que hay en la actualidad, de todo tipo y para todos los gustos y bolsillos. Pasar las vacaciones en un bungaló, en una camper o en una tienda de campaña no dejará de ser, por el momento, una de las actividades preferidas de los holandeses para sus vacaciones.