Recolectando manzanas, peras y frutos rojos; cogiendo flores silvestres o asistiendo a talleres de manualidades y merendando en una bucólica tetería, todo ello en un entorno rural pincelado por los colores ocres del otoño. A esta romántica estampa sólo hay que sumarle una cierta planificación, para evitar colas en las actividades infantiles; quedarse sin sitio en los talleres o sorpresas con el precio al ir a pagar lo que cada uno ha recolectado. Y es que visitar un huerto o pluktuin (jardín para recolectar) en otoño es un plan muy popular en Holanda, y no son tantos los que ofrecen la posibilidad de caminar tranquilo entre manzanos y perales, sobre todo en el Randstad. En Gaceta Holandesa hemos hecho una selección de los más conocidos, los más originales y aquellos que suponen todo un descubrimiento; todas las pistas para salir de casa el fin de semana y asegurarse un plan rural que deje buen sabor de boca. A manzana, pera o frambuesa, por ejemplo.

Pagar antes de comer

Con la llegada del otoño, es época de manzanas y peras, dos de las frutas más consumidas por los holandeses, según el Instituto nacional para la Salud Pública y el Medio Ambiente (RIVM). Cuando se trata de la primera, sus variedades dan para todos los gustos, si bien la llamada Elstar es la más conocida en los Países Bajos, de textura firme, jugosa y algo ácida. Esta, junto a otras variedades como Jonagold y Santana, se pueden recolectar desde finales de septiembre. Para animarse con la famosa tarta de manzana, conviene esperar a las Reinetas, que como señala el señor Romke en este vídeo, proceden de Francia y se suelen recoger a finales de año.

Pasar un rato bajo manzanos y perales, haciendo la compra habitual de una forma más original, es posible en algunos huertos del Randstad. En Lisse, la misma región que en primavera se llena de tulipanes, se encuentra uno de los más grandes, Olmenhorst, con un total de 65.000 árboles y más de 160 años de historia. Abierto los miércoles por la tarde y los sábados, cuenta con numerosas actividades pensadas para ir en familia, desde tiro con arco, paseo en carro, en pony o visitas guiadas para grupos. Si lo que se busca es, sencillamente, coger manzanas y peras, la página web informa cada semana de las variedades disponibles y su coste por kilo es de 2,25 euros. Al igual que otros huertos, ofrece una tetería en medio del jardín donde degustar los productos elaborados por ellos. Más al sur de la región, en Westland, entre La Haya y Róterdam, el huerto Framblij está especializado en frutos rojos, además de manzanas, peras y uvas. Volverse a casa con un buen puñado de moras o frambuesas que uno mismo ha recolectado puede ser una experiencia nueva para grandes y pequeños, si bien se tienen que aguantar las ganas de probarlas mientras las cogen. Como bien advierte la web, “sólo se pueden comer después de pasar por caja”, y a los niños, “hay que tenerles bien vigilados”. Abierto también los domingos, la visita dura dos horas y el gasto mínimo es de 5 euros.

Más alejados de las grandes ciudades se encuentran dos huertos con una gran variedad de productos que bien merecen una visita. Próximo a Zwolle, el huerto de árboles frutales Tuin Verbeek cultiva hasta cuatro variedades distintas de manzanos, y cada uno de ellos, con toda su producción anual, puede incluso “adoptarse” por menos de 28 euros al año. Para los que no vivan cerca, la alternativa de pasar a por un kilo de manzanas o peras no deja de ser atractiva, ya que el kilo se vende a 1,35 euros. Y la diversión de seleccionarlas uno mismo del árbol está asegurada. En el otro extremo del país, en Limburgo, la granja En El Séptimo Cielo vende frambuesas y otros frutos rojos así como mermeladas y miel de elaboración propia. Hasta finales de octubre permanecen abiertos tanto para recolectar fruta como para comer o merendar en su tetería, para lo que recomiendan reservar con antelación. Al igual que el resto de los huertos, el carácter biológico de sus productos va unido a un especial cuidado por el entorno y a una iniciativa comunitaria. En este caso, el lugar está financiado a partir del crowdfunding y en su página web se detallan las seis modalidades posibles, entre ellas la de “invertir tiempo”, es decir, el voluntariado de toda la vida.

Flores silvestres, verduras y legumbres

Para los que creían que el otoño ya no era tiempo de flores, se sorprenderán al comprobar que algunos de estos huertos todavía ofrecen la posibilidad de hacerse con un ramo silvestre, al menos hasta finales de octubre. Por 4,50 euros cualquiera que lo desee puede seleccionar hasta 25 flores en el vivero Van Buggenum, en Limburgo. Y cuando el invierno se eche encima, existen todavía varias opciones para disfrutar de un plan huertano y rural.

Cada vez son más las granjas ecológicas que permiten a sus clientes acudir y recoger la fruta y verdura ellos mismos. Cerca de La Haya, en Rijnsburg, lo que empezó como un hobby se ha convertido en una alternativa local y ecológica al supermercado. Gezondergroen es un conjunto de invernaderos comunitarios (volkstuinen), a los que cualquiera puede inscribirse y cultivar así su propia fruta y verdura. Mantenidos por voluntarios, en ellos se producen lechugas, pimientos, calabazas, coles, zanahorias y un gran número de frutas para su venta posterior. A través de su página web se venden todas ellas, al igual que sopas elaboradas y envasadas por ellos mismos. Hasta finales de octubre, todo el que lo desee puede visitar los invernaderos para recolectar fresas, las últimas de esta temporada. En pleno Groene Hart, otra iniciativa similar, Tuinderij de Groenteboer, alquila 60 parcelas para su explotación anual, y el coste de 225 euros incluye el trabajo de mantenimiento. En su web recomiendan inscribirse ya para la primavera de 2020, ya que suelen agotarse rápidamente. Aquellos que cuentan con una de estas parcelas, pueden ir siempre que quieran a coger la fruta y verdura que necesiten y la sobrante la organización la vende por internet, tanto en verano como en invierno. Hasta diciembre, sus propietarios aseguran que ofrecen una variedad de frutas y verduras de temporada con la que poder preparar hasta 3 comidas a la semana. Como opción alternativa al compromiso anual, todo el que quiera puede encargar una cesta sorpresa con frutas y verduras seleccionadas por ellos: para una o dos personas, la cesta pequeña, y hasta cuatro personas, la cesta grande. La reserva de la cesta debe hacerse antes de cada miércoles y el sábado de esa semana puede recogerse en el puesto del mercado que De Groente Boer instala en Woerden.

Volkstuinen o huertos comunitarios en Rijnsburg

Las legumbres son otros productos para los que se puede prescindir del gran supermercado y además sumarle a la calidad local una experiencia distinta y agradable. En Veenhuizen, en la provincia de Drenthe, se encuentra De Tuinen van Weldadigheid, o Jardines de Benevolencia en español, una iniciativa destinada a mejorar el bienestar de personas con autismo. En ella se organizan actividades como cenas en el invernadero, cursos sobre cómo cultivar un huerto y además cuentan con la mayor variedad de Holanda de legumbres (hasta 150), patatas (100) y ajos (80). Si bien todas sus alubias, garbanzos y lentejas se pueden adquirir a través de su tienda online, merecen una visita, ya que se encuentran muy cerca de la Sociedad de la Benevolencia, un lugar muy particular en la historia de Holanda y al que el huerto rinde homenaje con su nombre. Fundado en 1818 por el General Johannes van den Bosch, lo que parece un pueblo cualquiera fue una colonia de 52 familias procedentes de todo el país a las que Den Bosch prometió una vida lejos de la pobreza en este nuevo territorio del país, donde se levantó una “colonia” que funcionaría de la manera más participativa y comunitaria posible. Existen múltiples rutas para visitar sus edificios y viviendas, las cuales permanecen abiertas todo el año.

Un té caliente como colofón

Si algo parece haberse instalado como una nueva tradición en Holanda son los llamados high-tea o copiosas meriendas donde no pueden faltar los británicos scones y litros de té para un plan que no suele durar menos de dos horas. A las propuestas más sofisticadas de las ciudades se unen las que ofrecen las cafeterías de algunos de estos jardines y huertos rurales, como la de Olmenhorst, quien lo sirve con su propia mermelada y zumos naturales. Al sur de La Haya y al este de Róterdam se encuentra otro huerto educativo que presta especial atención al arte de la merienda. En mesas dispuestas entre los invernaderos o en el jardín si el tiempo acompaña, los high-tea de De Plutktuin son más que un placer para el paladar: durante la tarde se pueden realizar también talleres de manualidades para niños, o de mosaico y arreglos de Navidad para adultos. En las vacaciones escolares de octubre tienen planeado un taller de otoño para niños, en el que usarán flores y plantas de esta época del año.