Junto a la zona más densamente poblada de Holanda, entre Ámsterdam, Utrecht y Róterdam, se encuentra el llamado Corazón Verde del país, un área protegida por su riqueza cultural y natural. Rutas para recorrer a pie o en bici conectan pueblos con encanto y granjas centenarias, una escapada perfecta a tan sólo media hora del caos urbano.

Se puede decir que la anatomía holandesa tiene corazón, verde y enorme, casi en su mismísimo centro. Se trata de la mayor de las veinte áreas protegidas del país, con casi dos mil kilómetros cuadrados de pasto, naturaleza y actividades recreativas que se preserva gracias al trabajo de cientos de cooperativas ciudadanas. Como si del órgano más preciado del cuerpo humano se tratara, los holandeses cuidan de su corazón verde entre todos y con el disfrute como único propósito, descongestionando así una de las regiones más densamente pobladas de la vieja Europa. Desvelamos algunos de sus mejores rincones:

Paseos fuera de las rutas habituales

Hace ochenta años esta región sirvió de inspiración al poeta Hendrik Marsman para escribir Herinnering aan Holland, considerado como la máxima representación de la poesía en neerlandés. Sus estrofas describen el corazón verde «con sus anchos ríos, cruzando indolentes los interminables llanos y bajíos, sus innumerables álamos esbeltos como altos plumeros orlando horizontes» (Trad. Francisco Carrasquer, Ed. El Bardo, 1971). Aunque se trata de un paisaje conocido para los que viven en el Randstad, entre los cientos de rutas que se pueden recorrer hay algunas que merecen especial atención por estar menos transitadas y en las que uno puede perderse por el paisaje holandés más característico de canales, pastos, molinos y pequeños pueblos con sus iglesias asomando a lo lejos. Uno de estos paseos es la ruta conocida como ‘t Weegje o el caminito, de once kilómetros que discurren a lo largo de canales llenos de nenúfares, cisnes y naturaleza verde cercano a la localidad de Waddinxveen. El plano está disponible a través de la web oficial del Groene Hart. En esta página se pueden consultar múltiples recorridos para realizar tanto a pie como en bici.

Merece la pena también escaparse a uno de los pólderes de la zona, y entre ellos el Stolwijk, a seis kilómetros de Gouda, es uno de los más interesantes. En él se halla el sendero Stolwijkse Boezem, de apenas un kilómetro y medio de longitud que transcurre por un tranquilo bosque a lo largo de la canalización del pólder. Además de disfrutar de la naturaleza, esta ruta permite conocer de primera mano las obras de canalización del agua construidas en el siglo pasado y que todavía hoy son la seña de identidad de Holanda.

Granjas paradas en el tiempo

Ordeñar una vaca o darle un biberón a un cordero apenas media hora después de haberse despertado en Ámsterdam es posible. Como es habitual entre las actividades infantiles del fin de semana, visitar una granja en el Groene Hart puede ser además de educativo, relajante y original. Entre las granjas para niños, De Goudse Hofsteden, próxima a Gouda, ofrece todo tipo de actividades típicas. Para los que busquen una experiencia para adultos fuera de lo común, la granja de queso Hoogerwaard, muy cerca de Róterdam, propone desde talleres de High Tea con productos propios hasta campeonatos de petanca o jornadas de elaboración de queso.

Perlas urbanas

En el región de Noord-Holland se encuentra la ciudad fortificada de Naarden, un ejemplo de arquitectura medieval a pequeña escala con numerosos rincones llenos de encanto. Alberga el museo nacional del ejército y el museo mausoleo del filósofo Comenius, enterrado allí en el siglo XVI. Schoonhoven, con sus canales y su muralla es otra de las alternativas a las rutas verdes del Groene Hart, conocida sobre todo por sus platerías. Entre las visitas imprescindibles se encuentran diversos talleres de orfebres y el museo nacional de la plata.  Finalmente, aunque más conocida que las otras dos, la ciudad de Gouda sigue siendo el lugar de referencia para conocer la tradición quesera del país y el punto de partida de numerosas rutas y paseos. Durante los meses de primavera y verano, merece la pena acercarse un jueves por la mañana a su mercado del queso y aprovechar para visitar su ayuntamiento, el más antiguo de Holanda, una joya del arte gótico del siglo XV.