Se podría decir que por cada persona que vive en Holanda crece una planta y por cada casa, un pedazo de jardín o un huerto. Desde la industria floricultora más pujante del mundo hasta los tradicionales mercados de flores de cada ciudad, la pasión por la jardinería inunda cada espacio en la vida de los holandeses. Y por eso no es de extrañar que aquí también se encuentren jardines de todos los estilos, únicos, abiertos al público y de los que quitan el hipo. En esta propuesta, Gaceta Holandesa propone una decena de jardines holandeses centenarios, que han marcado un hito en esta historia que ya forma parte del ADN holandés y donde paisajistas de renombre internacional han dejado su impronta en su búsqueda incesante de la belleza más etérea.

El jardín de Piet Oudolf
Nacido en Holanda hace 73 años, el que está considerado como el diseñador de jardines más internacional del país lleva décadas demostrando que la naturaleza, con sus ciclos vitales y sus formas caprichosas, puede ser representada tal y como es. Porque el marrón también es un color y las plantas vivaces merecen su sitio en el más bonito de los jardines. “Pretendo trasladar la belleza de lo salvaje al jardín, recordando cómo se comportan las plantas en su estado más natural” explicaba Oudolf en una entrevista a Gaceta Holandesa. Este espíritu rompedor se puede apreciar en el jardín de su propia casa, en Hummelo, que este año abre sus puertas por última vez. A partir del 31 de mayo y hasta el mes de octubre, los que quieran pueden pasearse por la obra más intimista de este artista e incluso acercarse a charlar con él si surge la ocasión. Está abierto al público los jueves, viernes y sábado entre las 11 y las 4 de la tarde. Más información aquí.

Arquitectura en movimiento
Los treinta jardines que diseñó Mien Ruys en su terreno en Dedemsvaart, cerca de Zwolle, prometen un viaje pausado y contemplativo a los felices años veinte. Nacida en 1904, Ruys está considerada la precursora del Dutch Wave, el movimiento paisajístico que floreció en los setenta y ochenta de la mano de Piet Oudolf y otros coetáneos, y que huía de lo decorativo para centrarse en lo auténtico. Jardines con rincones que pueden resultar sobrecogedores, pero que están delicadamente integrados en el resto de la estructura, aparentemente salvaje pero delineada al milímetro. Estudiante de arquitectura y colaboradora con otros diseñadores como Gerrit Rietveld, Mien Ruys ganó popularidad en los años sesenta ajardinando numerosos espacios públicos, con un estilo que rompía con los cánones paisajísticos de su tiempo, tal y como puede verse todavía hoy en la que fue su base de operaciones, al norte del país. Desde el 1 de abril y hasta el 31 de octubre, sus jardines pueden visitarse a diario entre las 10 y las 17 horas y cuentan, además, con un bosque secreto para los niños, con una cabaña y juegos para explorar al aire libre.

El Versailles holandés
El palacio real de Het Loo, próximo al conocido parque nacional del Hoge Veluwe, fue la residencia de verano de la Casa de Orange hasta su apertura al público en 1984. Edificado a mediados del siglo XVII por el rey Guillermo III, sus jardines de estilo francés y la imponente arquitectura del edificio pretendían asemejarle en poderío a los suntuosos palacios de otras cortes europeas. Y así es como este Versailles holandés sigue siendo hoy uno de los atractivos turísticos del país, y pasear por su jardines es, sin duda, una experiencia obligada para todo el que lo visite. El palacio se encuentra en plena renovación, por lo que no es posible acceder a su interior. Pero tanto las caballerizas como los jardines acaban de abrir sus puertas el pasado 30 de marzo, dos razones suficientes para animarse a viajar hasta allí. Cada día se organizan dos visitas guiadas por los jardines, a las 11 y a la 1 de la tarde. Los exteriores de Het Loo permanecerán abiertos hasta el 30 de septiembre.

Refugio de mariposas
E
n el parque Máxima, a las afueras de Utrecht, se esconde el Vlinderhof, un peculiar jardín, único en muchos sentidos. Se trata de una iniciativa ciudadana, desarrollada en 2014 gracias a la financiación del ayuntamiento de la ciudad, quien no pudo poner objeciones a contar en su parque con un jardín diseñado por el mismísimo Piet Oudolf. Por y para los vecinos, el jardín cuenta con más de cien especies de plantas de las que se encargan, cuidadosamente, voluntarios del barrio, asegurando que el espacio muestra toda su belleza en cada estación del año. Para los más aficionados a la jardinería y para los fans del diseñador holandés, la página web del jardín muestra el croquis que Oudolf ideó de forma interactiva, de tal forma que todo el que quiera puede consultar el tipo de planta que se esconde en cada rincón, con una foto y una descripción detallada. Además, este refugio de mariposas es también el hogar de miles de abejas y la miel que producen puede adquirirse en el parque. El Vlinderhof está abierto todo el año.

Un jardín japonés centenario
Los que ya lo conocen, repiten, y los que lo visitan por primera vez se quedan ensimismados al toparse con un jardín que bien podría estar en una urbe japonesa, en lugar de en La Haya. Y es que el jardín japonés del parque Clingendael es una delicada joya del paisajismo oriental único en Holanda. Sus casi siete mil metros cuadrados le convierten en el jardín japonés más grande del país, fundado hace más de un siglo por la baronesa Van Brienen, propietaria del terreno que hoy alberga el parque Clingendael. Influida por el orientalismo que inundaba la estética europea de finales del siglo XIX, la baronesa decidió trasladar un pedazo de Japón a su ciudad natal y viajó hasta las islas niponas para adquirir no sólo las especies de plantas, sino también el pabellón, los puentes y las linternas que decoran el jardín. Por lo vulnerable de su naturaleza, el jardín japonés sólo abre doce semanas al año. Pero estamos de enhorabuena, porque la temporada primaveral se inaugura el próximo 28 de abril y podrá visitarse hasta el 10 de junio, entre las 9 de la mañana y las 8 de la tarde. Otra muestra de esta fiebre por lo oriental es el espacio dedicado a las especies japonesas con el que cuenta el jardín botánico de Leiden, fundado por Franz Baltazhar von Siebold en la misma época, y cuya casa es hoy el museo de arte japonés de Holanda (Sieboldhuis).

El arboretum legendario
Tiene más de 160 años de antigüedad, y eso, para un jardín botánico de este tipo, es garantía de éxito. Comenzaron a crearlo en su casa particular la familia Van Hoey Smith, en el barrio de Róterdam donde se hallaban las residencias de verano de empresarios y otros ciudadanos acaudalados. Siglos después, el Trompenburg es un pulmón en el centro de la ciudad que, además de sus árboles legendarios, cuenta con la colección nacional más impresionante de rododendros, con más de 700 ejemplares. Pasear por sus senderos es adentrarse en otro tiempo y la sombra que ofrecen los cientos de árboles que saludan al visitante, es un experiencia única en una ciudad como la bulliciosa Róterdam. El arboretum está abierto a diario de abril a octubre, cuenta con una casa de té y en él se organizan a menudo talleres para niños.

Y por si esto fuera poco, además de los jardines abiertos al público, Holanda esconde múltiples obras de arte floral en manos privadas, que afortunadamente, también pueden visitarse una vez al año durante las jornadas de puertas abiertas que cada ciudad organiza. Entre ellas destaca la de Ámsterdam, que permite colarse en los jardines de más de una veintena de casas señoriales durante el fin de semana del 15 al 17 de junio; y la de Utrecht, el sábado de 30 de junio. La agenda de apertura de estos jardines particulares puede consultarse por región aquí.