De todos es conocida la capacidad negociadora de los neerlandeses. Trasladado a la política, esto se traduce en un talento innato para formar gobiernos de coalición. Que duren toda la legislatura es otro cantar. Tras las recientes elecciones generales a la que se presentaron 28 partidos políticos, un récord hasta la fecha, el panorama político se dibuja más fragmentado que nunca y con varias fuerzas disputándose la segunda posición. Nunca antes habían obtenido tantos partidos tantos votos y nunca antes se había puesto a prueba la llamada “Polderpolitiek” como hasta ahora. Desde los gobiernos municipales, pasando por los provinciales y hasta el Congreso y el Senado, la democracia en Holanda se caracteriza por la obligación de entenderse, de asumir compromisos y de ceder.

“La búsqueda del consenso, de trabajar juntos para ganarle terreno al mar, es algo propio de nuestra cultura” explica Roelof Martens, director adjunto de la organización ProDemos en La Haya, al referirse a la llamada “política del pólder”. Desde las primeras elecciones a comienzos del siglo veinte, la historia de la democracia en Holanda la han protagonizado numerosos partidos políticos. Entre ellos, los de religión protestante pueden presumir de haber estado siempre en el poder. Solo en la década de los noventa y en el último Gobierno del primer ministro Mark Rutte (VVD) la coalición era aconfesional. A los que les resulte difícil imaginar ejecutivos formados por líderes de la ortodoxia protestante y dirigentes de la lucha obrera, basta con echar la vista atrás y comprobar que la historia de la democracia en Holanda contiene ejemplos de este tipo. Según Roelof Martens, la clave del consenso en Holanda reside en el pragmatismo: “Saber negociar para llegar a un acuerdo forma parte de nuestra cultura. Y en política es igual. La mayor parte de los partidos en Holanda asumen que lo más importante no es defender sus siglas sino gobernar. Hay que poder formar Gobierno, sea como sea”. A pesar de las dificultades para lograr estas coaliciones, en ocasiones alargando el proceso hasta doscientos días, nunca se han tenido que convocar elecciones por falta de acuerdo. Aunque el arranque está casi garantizado, lo que nadie es capaz de asegurar es cuánto durará. “Estamos muy acostumbrados a que los gobiernos se caigan, y a veces por escándalos que en otros países se pasarían por alto” declara Myra Arends, profesora y votante en la ciudad de Leiden. No sorprende si se tiene en cuenta que lo habitual es contar con tres fuerzas en el poder, un número que llegó a nueve en 1927. Mientras este multipartidismo favorece al votante, según los expertos, perjudica a la gobernabilidad: “Un sistema como el nuestro permite que las personas puedan votar al partido que realmente representa su manera de pensar, y a menudo ocurre que llegan al Gobierno. Eso es algo que en países donde el bipartidismo es la norma no pasa. Así que una ventaja de este multipartidismo podría ser esta diversidad de elección, y una desventaja es que tras las elecciones todavía no se sabe con certeza lo que va a ocurrir. En Holanda las elecciones no son decisivas”.

Emitiendo el voto en un colegio electoral en Stompwijk © Fernández Solla Fotografie

Emitiendo el voto en un colegio electoral en Stompwijk
© Fernández Solla Fotografie

Partidos para todos los gustos

A comienzos de siglo, todos los partidos políticos de los Países Bajos eran de índole religiosa. Fue al término de la Segunda Guerra Mundial cuando nacieron los dos partidos principales hasta las últimas elecciones: el liberal de derechas VVD (Partido del Pueblo para la Libertad y la Democracia) y el socialista PvdA (Partido del Trabajo). En los sesenta surgió el partido D66, de corte social y liberal, con gran énfasis en la educación, mientras que dos décadas más tarde vieron la luz la formación SP (Partido Socialista), inspirada en los ideales marxista-leninistas y el partido cristianodemócrata CDA, nacido de la fusión de los tres partidos protestantes que existían hasta entonces. La izquierda verde (GroenLinks) con su discurso pacifista, comunista y de la izquierda católica apareció en 1990 y quince años después le llegó el turno al partido animalista (Partij voor de Dieren) y al Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders, antes diputado por el VVD. Los partidos de ultra-derecha, primero el del político asesinado Pim Fortuyn (LPF) y posteriormente el de Geert Wilders (PVV) han estado en el Gobierno en sendas ocasiones, aunque en ningún caso se llegó a agotar la legislatura. Hasta los pasados comicios, el Congreso y el Senado estaban formados por trece partidos.​

La mesa, bien puesta

Sin límite de número, hasta cubrir las necesidades de cada municipio. Así delimita el organismo electoral holandés (Kiesraad) las mesas electorales que cada ayuntamiento debe instalar. En consecuencia: las elecciones generales suelen contar con cerca de 10.000 mesas electorales repartidas por todo el país y en los lugares más inesperados. Estaciones de tren, comercios, hogares de ancianos o centros de salud se disputan a los votantes que son libres de decidir dónde depositarán el voto dentro de su localidad. Y si desean hacerlo en otro ayuntamiento, basta con solicitarlo unos días antes. Así, la isla de Schiermonnikoog, el municipio más septentrional del país, registró el pasado 15 de marzo una participación del 120%. La alta participación de las pasadas elecciones ha dejado al descubierto las debilidades de un sistema de circunscripción única con tantos partidos que la papeleta apenas cabe en la urna. “Mis hijos votaron por nosotros y estuvieron media hora en la cola porque las tres personas de la mesa controlaban los datos personales dos veces antes de darles la papeleta para votar” relata Myra. A diferencia de otros países, en Holanda los miembros de la mesa electoral son voluntarios que deben pasar un examen de aptitud para poder participar. Según relataba a Gaceta Holandesa una de las personas que formó parte de una mesa electoral en el municipio de Leiderdorp: “he tenido que hacer un curso online para aprender la ley electoral y otros temas y aprobar el examen con más de un siete. Y a pesar de todo no estaba claro que me eligieran porque se presentó mucha gente. Pero estoy muy orgullosa de hacerlo”. Con ocho de cada diez holandeses acudiendo a las urnas, 28 partidos a los que poder votar y la novedad de no poder usar el ordenador para nada, el recuento en las pasadas elecciones se alargó más de lo habitual. Es, quizás, uno de los pocos inconvenientes de que los holandeses se tomen tan en serio su sistema democrático.

 

¿Sabías que..?​

1. Las elecciones en Holanda son siempre un miércoles por varias razones:

  • Tradicionalmente, el sábado y el domingo quedaban descartados por ser los días de descanso de la mayor parte de la población: por un lado la protestante (domingo) y por otro, la judía (Sabbath).
  • El miércoles es el día que menos horas lectivas tienen los colegios de todo el país y por lo tanto, el trastorno de la jornada electoral es menor que en otros días.​

2. El porcentaje de participación en las elecciones generales suele ser una de las más altas de la Unión Europea, siempre por encima del 75%. Varias razones pueden explicar esto:

  • El electorado lo tiene fácil para votar: cualquiera puede nombrar a otra persona para que vote en su lugar; a los votantes no se les adjudica un colegio electoral sino que pueden elegir donde hacerlo dentro de su municipio; se instalan hasta cerca de 10.000 mesas electorales en todo tipo de lugares públicos y un cuarto deben ser accesibles para personas con movilidad reducida. Además, están abiertos durante 14 horas ininterrumpidamente.
  • Hasta 1970 votar en los Países Bajos no era un derecho sino una obligación: todos los holandeses debían acudir a las urnas por ley.
  • Según la organización ProDemos, otra razón puede ser la ausencia de un partido político que acapare todo el poder. Los holandeses votan con la esperanza de que su partido llegue al Gobierno, algo que ocurre a menudo.

​3. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) sólo siete gobiernos han logrado agotar su mandato de cuatro años.

​4. El sueldo anual de un diputado es de 102.000 euros. El de un senador, de 27.800.

5. El alcalde no es elegido por el Gobierno municipal sino por designación real. No tiene derecho de voto en el Consejo municipal y no debe representar a su partido político mientras sea alcalde. Su mandato es de seis años y sólo puede renovarse una vez, hasta un máximo de doce años. Sólo puede ser cesado por el Gobierno central y su rol se centra en garantizar la seguridad y el orden público y en promocionar su ciudad.

Para saber más, esta publicación explica la composición y funcionamiento del sistema político holandés. En inglés.