El imperio Ikea, construido por el sueco Igvar Kamprad, ya no tiene ningún vínculo formal financiero con Suecia. Su sede está en los Países Bajos: Inter Ikea en Delft y Grupo Ikea (INGKA) en Leiden, y ambas pagan sus obligaciones fiscales al sistema holandés porque disfrutan de unos acuerdos negociados y un trato atractivo que les llevó a establecerse en este país hace décadas. Su propiedad intelectual está ligada a una serie de compañías basadas en las Antillas Neerlandesas y Liechtenstein. El gigante de artículos deportivos Nike también tiene una estructura fiscal tan compleja que es casi imposible seguirle el rastro. El sistema holandés le ayudó para recortar su factura de impuestos al obtener un trato fiscal especial sobre miles de millones de euros. Esta lista se amplía a unas 80 de las 100 multinacionales más grandes del mundo, tipo Apple, Yahoo, Google o Dell.
Muchas otras son supuestas empresas, del estilo de Havorad BV, que pertenece a la familia política del comisario europeo Miguel Arias Cañete. Estas se establecen en Holanda como compañía buzón o sociedades pantalla para declarar este país solamente como sede fiscal, aunque ellos residan en otros Estados y su compañía no tenga ninguna actividad real.
¿Por qué ocurre esto? Todo se explica con el “sándwich holandés”, una estrategia tributaria que algunas de las firmas más ricas del mundo usan para pagar el mínimo de impuestos sobre gran parte de sus ingresos. Consiste en la combinación de diferentes empresas subsidiarias basadas en varios países que ofrece una tributación atractiva. Es decir, una multinacional X, con base en Estados Unidos y con actividades financieras en todo el mundo, divide su estructura tributaria en varios países, estableciendo filial donde mejor le convenga y declarando sus ingresos donde menos impuestos se page. Holanda además les exime del pago por los dividendos y ganancias de sus filiales en otros países, si tienen una participación mínima del 5% en las mismas.
Como formas empresariales, la opción más explotada es la BV, la “sociedad limitada” (Besloten Vennootschap, en neerlandés). Esta forma legal, en las que solo se exige un mínimo de un accionista y un capital de 18.000 euros, tiene un régimen fiscal muy favorable para hacer planificación fiscal. También está la NV, la “sociedad anónima” (Naamloze Vennootschap) con un mínimo de 45.000€ y con libertad de emitir acciones nominativas. Las leyes no son el único atractivo, sino también lo es la seguridad de dejar la empresa en buenas manos. En Holanda, existen miles de asesores fiscales, abogados y oficinas fiduciarias con expertos en operaciones internacionales que están dispuestos a trabajar en la construcción de estructuras fiscales complejas, y a negociar con las autoridades holandesas una mayor cantidad deducible para favorecer los resultados anuales de las empresas y para generar miles de millones de euros para el Tesoro holandés.

Starbucks es una de las compañías que se beneficia del sistema fiscal holandés, algo por lo que la Comisión Europea acusó a Holanda en 2014.
Legal pero ilícita
Holanda no está oficialmente incluida en la lista de Paraísos Fiscales de la OCDE porque las compañías basadas en este país sí que pagan impuestos relativamente altos sobre sus ingresos, pero disfrutan de condiciones interesantes sobre la doble retención o desgravan sus altos costes (que van desde el sueldo de los empleados hasta lo que pagan en derechos de autor, a veces a su propia filial en otro país), sobre los que no pagan impuestos. La ONG Oxfam Novib sí que considera a los Países Bajos como un paraíso fiscal, especialmente por la disposición de sus autoridades a facilitar el terreno a las multinacionales para quedarse aquí. Esa política holandesa data de inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. “Tradicionalmente, Holanda ha tenido un sistema diferente a otros países y que favorecía la cuestión de la doble retención entre países. Este sistema permitió atraer a grandes multinacionales como Ikea, Starbucks o empresas tecnológicas, pero también han atraído a pequeñas compañías que utilizan a Holanda como buzón para aprovecharse del sistema y evitar los impuestos en sus países de origen”, explica Dirk Slieker, abogado del socialdemócrata PvdA y especialista en cuestiones fiscales.
Una investigación de la revista Fortune500 señaló en 2014 que no hay ningún país del mundo donde se mueve tanto dinero estadounidense a efectos fiscales como Holanda. Las 500 mayores empresas estadounidenses movieron 127.000 millones de dólares a través de los Países Bajos, mucho más que en las Bermudas (94.000 millones) o las Islas Caimán (51.000 millones). En total, la mitad de las compañías seleccionadas por Fortune500 tiene al menos una sociedad limitada en territorio holandés, por delante de Singapur y Hong Kong. En 2011, el instituto británico Action Aid publicó una información similar. Las empresas del FTSE100 (el índice bursátil de referencia en la Bolsa de Valores del Reino Unido) tenían entonces unas 1.200 compañías limitadas en los Países Bajos gracias a la disposición de las autoridades a llegar a acuerdos tributarios por adelante con el contribuyente.
En vigor desde 2001, el Advance Tax Ruling (ATR) y el Advance Pricing Agreement (APA), que tienen una duración de cinco años con posibilidad de renovación con los mismos términos, proporcionan certeza por adelante sobre los impuestos a pagar y el precio de mercado de las transacciones transfronterizas, incluidas las actividades de financiación o licencia, así como la prestación de servicios entre empresas afiliadas o incluso partes de la misma empresa. Los contribuyentes tienen una libertad considerable para determinar qué tipos de transacciones incluir en la APA y pagan impuestos a medida. Las autoridades holandesas recurrieron en sus principios a unas reglas atractivas para atraer y mantener a las multinacionales extranjeras en un país tan pequeño como este. De hecho, otro de sus atractivos es que tampoco aplica impuestos sobre las regalías, el dinero que artistas y compañías cobran como derechos de autor por permitir a otros usar y explotar sus canciones, textos, patentes o marcas. No pagar tasas por esa compensación económica que muchos obtienen por sus creaciones ha permitido a grupos como U2 y los Rolling Stones hacer más caja que la que haría por ejemplo en España, donde se paga un 19% cuando se es residente de la Unión Europea y 24% para el resto de los no residentes.
El “sándwich holandés”, aunque utilizado para beneficio propio, es totalmente legal y en eso se apoyan las multinacionales para continuar con esa practican considerada ilícita por muchos expertos. Aprovechan la ley holandesa, establecen su matriz en los Países Bajos tras negociar un impuesto fijo reducido, y facturan lo que ingresan sus empresas situadas en el extranjero en la Hacienda holandesa. Sin embargo, Holanda, combinada con otros paraísos fiscales como las Antillas holandesas o las islas Bermudas, acaba promoviendo una práctica de evasión fiscal basada en una estructura compleja de seguir el rastro y cada vez menos aceptada por la sociedad. El territorio holandés está en el ojo del huracán, especialmente tras los últimos escándalos como los Papeles de Panamá, documentos en los que se denunciaron tejemanejes de políticos, empresas y multimillonarios para obtener una reducción en sus ganancias tasables.

Una de las múltiples campañas de sensibilización acerca de los efectos negativos del llamado «sándwich holandés». © SOMO (Fundación para la investigación de las empresas multinacionales).
En el punto de mira de la UE
La Comisión Europea anunció en diciembre una investigación sobre los acuerdos tributario holandés con Ikea: «Nos preocupa que dos resoluciones fiscales holandesas hayan permitido a Inter Ikea pagar menos impuestos y, por lo tanto, han otorgado una ventaja competitiva injusta», dijo la institución europea en un comunicado. “Yo tengo claro lo que me piden: limitar la carga impositiva al mínimo absoluto”, declaró a la prensa Gijsbert Bout, el gestor que cerró todas las ofertas fiscales para Ikea y le permitió evitar el pago de impuestos sobre casi 1000 millones de euros entre 2009 y 2014 a través de Holanda. Sin embargo, preguntado por sus tejemanejes como asesor fiscal, la respuesta es clara: “No hago declaraciones sobre mis clientes”. Desde la propia Ikea tampoco tienen nada que decir más allá de que “se cumple la ley al pie de la letra”. El propio ministro holandés de Finanzas recurrió a la confidencialidad del Artículo 67 de la Ley General de Impuestos del Estado (AWR) para no hacer comentarios sobre este escándalo ante el Parlamento. «La Administración de Impuestos y Aduanas no puede confirmar o denegar información en público sobre los contribuyentes, incluso si otras fuentes publican cierta información», explicó Snel.
Los Países Bajos han prometido a la Unión Europea detener estas prácticas a partir de 2020 y no ofrecerán, por ejemplo, más acuerdos de sociedades limitadas sin un estricto seguimiento. Con el fin de evitar que las empresas obtengan una factura de impuestos sobre las mismas ganancias en varios países, y por tanto, paguen el doble, los Países Bajos han llegado a acuerdos con diferentes Estados sobre qué flujos de efectivo están cubiertos por quién. Esto no solo se aplica a flujos de efectivo internacionales entre compañías sino también entre unidades de negocios, partes de una misma empresa. Son precisamente estas últimas transacciones las más favorables para evitar impuestos. Esto se hizo con la intención de dar seguridad a las compañías, que se establecerían definitivamente en los Países Bajos, trayendo no solo ingresos fiscales sino también empleos y gastos de empleados extranjeros.
Una multinacional como Nike no se habría establecido nunca en Holanda si no fuera por la existencia de estos acuerdos fiscales con las autoridades estadounidenses. Sin regulación especial, tendría que pagar los altos impuestos del país de origen aunque se quiera establecer aquí. Eso no favorece la economía holandesa, ni es atractivo para las compañías. El Gobierno holandés ofrece a estas empresas un acuerdo que no solo les permite pagar menos sino que además les “anticipa con certeza las consecuencias fiscales de sus transacciones”, dijo el Ministerio de Finanzas tras el escándalo de los Papeles de Panamá. De esos documentos de investigación, se concluyó que Nike se dividió en diferentes compañías. La sucursal de sus derechos de autor, que recibe dinero de otras compañías dentro del grupo para el uso de la marca, se encuentra en Bermudas, donde tampoco se pagan impuestos sobre las regalías. La oficina central europea se encuentra en los Países Bajos y paga impuestos sobre las ganancias por ventas de Nike, pero les resta –por ejemplo- lo que paga a su propia empresa en Bermudas en derechos por usar su propia marca. El beneficio, aquello que queda de la facturación después de restar los costes, es mayor porque se desgrava lo que paga en compensación por usar la marca.

Puerta de entrada de Ingka Holding, la fundación que engloba a todas las empresas de IKEA y que tiene su sede en Leiden, Holanda. © Fernánez Solla Fotografie
Propósito de enmienda
Cada año, miles de multinacionales logran la aprobación de las autoridades fiscales holandesas para establecer una estructura fiscal inteligente que le permite ahorrar en impuestos. No obstante, en los últimos meses, los Gobiernos son cada vez más conscientes del hecho de que grandes corporaciones están utilizando técnicas que, aunque legales, son sombrías y les permiten minimizar la carga fiscal de lad empresas. “Todo esto no es nada justo, especialmente para las pequeñas y medianas empresas, que no tienen derecho a estas ventajas fiscales y se ven obligados a pagar muchos impuestos. Además, todos estos escándalos dibujan Holanda como un paraíso fiscal y no queremos ser eso”, añade el laborista Slieker. El actual Gobierno está preocupado por la falta de equidad en su sistema impositivo y está dispuesto a reevaluar su papel como parte de esta cadena financiera legal que permite a las empresas reducir los impuestos que pagan.
Según el Banco Central Holandés, las multinacionales se ahorran cada año unos 10.200 millones de euros a través de 14.300 “unidades financieras” especiales ligadas con Holanda. A menudo, dichas unidades solo existen sobre el papel. Yahoo redujo sus impuestos en 42,8 millones desde 2011 gracias a este sistema. La tecnológica Dell usa los Países Bajos y su tratado fiscal con EEUU para lo mismo. Su filial holandesa, Dell Global BV, solo pagó en impuestos el 0,1% del total de 2000 millones de dólares de ganancias en 2011. Esta filial no tiene empleados reales en Holanda desde 2009. La compañía lleva a cabo sus negocios a través de una sucursal en Singapur, donde diseña ordenadores y equipos informáticas que vende en EEUU, Europa y Asia.
A mediados de este febrero, el Ministerio de Finanzas ha prometido una gran reforma del sistema de impuestos en Holanda. Esta noticia ha llegado después de que se hayan encontrado errores de procedimiento en 72 acuerdos con compañías internacionales, resultado de la falta de rigor de las autoridades fiscales. Los errores salieron a la luz gracias a un informe concluyente de las revisiones que pidió el propio gobierno tras las filtraciones de los Papeles de Panamá. Las autoridades holandesas ofrecieron 3.101 acuerdos a compañías entre 2012 y 2016. El viceministro de Finanzas, Menno Snel, aseguró que los acuerdos con las multinacionales solo deben hacerse por un equipo especializado en esta cuestión, que sea capaz de revisar punto por punto todo el acuerdo y evitar que se utilicen los Países Bajos como un paraíso fiscal o una vía para reforzar estructuras para evitar el pago de impuestos. La Comisión Europea y el Gobierno holandés están investigando los acuerdos impositivos con IKEA, después de las críticas lanzadas por los socios de UE.
“Hay que cambiar el sistema, sin duda alguna. Tener estructuras artificiales para no pagar impuestos es claramente ilegal, aunque se esté utilizando la ley para ocultarlo. Se necesita también un cambio en la mentalidad de las autoridades fiscales y de las propias empresas”, afirma Slieker, quien propone más tratados multilaterales en los que participe Holanda para poner fin a la evasión fiscal y evitar que pronto, la Comisión Europea declare este país como un Paraíso Fiscal. “Aún queda mucho por hacer” y un primer paso, dice, es cambiar totalmente la cuestión de los acuerdos anticipados sobre los impuestos, ya que permite a las compañías establecer “empresas pantalla” en los Países Bajos, la base de todos los males. “La presión de la Unión Europea es la solución para terminar con esta injusticia”, concluye.