¿Quién dijo que para disfrutar los paisajes otoñales hay que salir de la ciudad? Esta semana proponemos una forma diferente de saborear el otoño: una escapada urbana a Utrecht para descubrir los encantadores rincones naturales de su casco urbano. Parques y canales por los que perderse o detenerse a recobrar fuerzas con una bebida caliente. Todo un deleite para los sentidos ideal para parejas, familias o amigos con ganas de disfrutar del otoño más frío de una manera diferente.​

Muelles medievales bajo árboles centenarios

Si hay algo que caracteriza el centro de Utrecht son sus canales a dos niveles: uno, a la altura de la calle y otro, a la orilla misma del agua. El Oudegracht y el Nieuwegracht ostentan el innegable honor de ser los únicos del mundo que acumulan más de cinco kilómetros y medio de muelles medievales (werven) jalonados por árboles y con acceso a 732 sótanos o bodegas construidos entre los siglos XII y XV (conocidos como kelders). Durante la primavera y el verano, sus orillas quedan cubiertas por las terrazas de los bares y restaurantes que ocupan hoy sus característicos sótanos. Pero, con la llegada del otoño, las mesas y sillas desaparecen y dan paso a las hojas de los castaños y los plátanos, convirtiéndolos en un romántico paseo junto al agua. Vale la pena deambular por este histórico espacio -pendiente de ser catalogado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad-, para ser seducido por su rostro más otoñal. También merece la pena visitar alguno de los kelders y descubrir de primera mano su particular arquitectura. Nuestra recomendación: ‘t Oude Pothuys, un café restaurante de iluminación tenue y ambiente bohemio donde, además de poder degustar su recomendable cocina, hay conciertos de música en directo todas las noches de la semana. Si se trata de una excursión en familia, el restaurante Oude Muntkelder, especializado en pannenkoeken o creps típicos holandeses, hará las delicias de los más pequeños.

Rincones naturales en el Museumkwartier

Cuando, en el siglo XIX, Utrecht derribó sus murallas medievales, el ayuntamiento decidió convertir el espacio que ocupaban en un cinturón verde donde los ciudadanos pudieran pasear junto al Singel, el canal que rodeaba la villa medieval. Así nació el Zocherspark, uno de los parques públicos más antiguos de Holanda y el mayor espacio verde del centro histórico de la ciudad. Con más de 400 árboles centenarios en sus cinco kilómetros de longitud, este espacio brinda espectaculares postales otoñales a tan sólo 8 minutos a pie de la torre Dom. Además, cada área de este parque alargado tiene su atractivo característico: si desde Lepelenburg se obtiene una de las mejores vistas de la Domtoren que regala el centro de Utrecht, Zonnenburg es un espacio perfecto para correr sobre un campo de hojas, pasear a la orilla del agua o perderse en la naturaleza en el medio de la ciudad.

Una gran parte de esta superficie arbolada pertenece al barrio de los museos (Museumkwartier), y precisamente dentro de uno de ellos, en el Museo de la Universidad (UniversiteitsMuseum), se esconde otro de los rincones naturales más bellos y desconocidos de Utrecht: el Oude Hortus. Este jardín histórico y oculto es un oasis de paz entre calles, fue creado en 1723 y hoy da aún cobijo a un ejemplar de Ginkgo Biloba de 250 años de antigüedad. El jardín y sus antiguos invernaderos  universitarios- los más antiguos del país de este tipo- eran el lugar donde los estudiantes de la histórica Universidad de Utrecht aprendían conceptos de botánica y su aplicación medicinal. Hoy ofrecen al visitante un viaje a otras latitudes sin necesidad de pasar por el aeropuerto.

Junto a los invernaderos, en otro edificio histórico del complejo, se encuentra el Museumcafe Ginkgo, un  acogedor espacio perfecto para recuperar temperatura con una bebida caliente. Pero si lo que apetece es disfrutar de una bokbier frente al fuego, a 600 metros del museo se encuentra Le Clochard,una agradable cervecería-restaurante de aromas belgas, con sofás alrededor de una chimenea y una excelente cocina abierta diariamente hasta las 12 de la noche.

Utrecht

Arriba, palmeras en los invernaderos del Oude Hortus. Foto: Belén C.Díaz. A la derecha, interior del restaurante Le Clochard. Foto: Le Clochard

Arboledas monumentales dentro de la ciudad

Wilhelmina park es el parque más conocido de Utrecht: un pequeño Vondelpark que comparte con éste la elegancia de su diseño y el estilo noble de sus villas colindantes. Inaugurado el mismo año en que se coronó a la reina homónima (1898), su frondosidad da cobijo al Exbunker: un refugio nazi al que jóvenes artistas locales han liberado de su pasado transformándolo en una alternativa sala de exposiciones.

Existen otros dos espacios arbolados en la ciudad, quizás menos conocidos, pero que harán las delícias de los más pequeños: Julianapark y el parque Oog in Al. Ambos cuentan con una zona de juegos infantiles y una pequeña reserva cercada con ciervos, además de la colonia de gallos salvajes que vive en Jualianapark. Por su pequeño bosque junto al lago serpentean numerosos senderos por los que dar un paseo y dejarse perder bajo los árboles. Por su parte, la arboleda centenaria del Oog in Al cobija una tetería de cuento: la Theeschenkerij de Tuin Kamer. Por si alguien se queda con hambre tras tomar el té, a pocos metros de la entrada de este parque se encuentra la Cereolfabriek, una antigua fábrica reconvertida en almacén que alberga un bar-restaurante ideal para recuperarse tras un largo paseo otoñal.