El sueño más bonito que tuve cuando era responsable de la ordenación territorial, fue uno en el que me despertaba una mañana y me daba cuenta de que el mapa de Holanda estaba totalmente vacío”, contaba Hans Alders, antiguo ministro del VROM (Ministerio de la Vivienda, Transporte y Medio Ambiente) entre 1989 y 1994. “Podía distribuir el país como mejor me pareciese. Pero, desgraciadamente, cuando me desperté, resultó que el país ya estaba construido en su mayor parte. Cada día me despierto con esa misma realidad”.

Y esa realidad sigue cada vez más vigente: cada metro cuadrado tiene una función asignada (vivienda, comercio, oficinas, recreación, agricultura, industria…), nada se escapa al control territorial.

Pero esto no fue siempre así. Hasta la segunda guerra mundial el país estaba prácticamente sin construir: se iban creando pólderes, se conectaban algunas ciudades por medio del tren o se comenzaba a construir vivienda obrera a gran escala en algunas ciudades: En Ámsterdam surgiría el plan de Berlage para el sur de la ciudad (1917-1921), conocido por todos los arquitectos y urbanistas. La construcción de vivienda obrera en la ciudad era muy importante ya que los obreros, claro está, no disponían de medios de transporte como el automóvil, por lo que era muy difícil que se desplazaran a ciudades satélite, lejos de su trabajo.

Así pues, no sería hasta los años 20 o 30 que se comenzaría a dibujar en el mapa la división de usos. Más tarde, ante la necesidad de vivienda una vez finalizada la Segunda Guerra mundial, se crearían los primeros planes de la reconstrucción del país y sus divisiones espaciales.

​La influencia de Estados Unidos en el desarrollo urbano y social holandés.

Gracias a las inversiones de capital norteamericano (Plan Marshall) y, junto a él, a la entrada del modernismo (o el llamado International Style, para los arquitectos) se modificaría totalmente el concepto de ciudad y distribución espacial en Holanda.

​¿Qué significó esto?  Con la reconstrucción del país llegó la suburbanización norteamericana, los obreros tuvieron acceso al coche y así, poco a poco, el país se fue llenando de suburbios a escala holandesa. Las ciudades satélite fueron cobrando importancia, como Purmerend, Lelystad y Almere,  construidas para dar cabida a la creciente población de Ámsterdam.

En este mismo período se fueron creando planes de intercambio de conocimiento con Estados Unidos, se realizaron grandes viajes de estudios entre profesionales y dirigentes para dar forma a la industrialización, la agricultura, el turismo… y todo esto fue recibiendo su espacio físico propio en el mapa del país, que poco a poco se iba reconstruyendo dentro de unos marcos estrictos de planeamiento en el tiempo y de forma racional.

La relación de Holanda con la racionalidad norteamericana no es de extrañar. Los holandeses ha sido siempre un pueblo planificador, como se ve en la creación de los pólderes para ganar terreno al mar y los diques para proteger el país del agua. No es casual el dicho de que “Dios creo el mundo y los holandeses Holanda”. Para poder hacer frente a una sociedad cada vez más compleja, se disponía de un batallón de planólogos, urbanistas, desarrolladores, promotores y funcionarios. Se cuenta que era posible cubrir el país con toda la cantidad de papel que producían sus asesoramientos. Fue en este momento cuando se empezó a darle función al terreno, lo que se tradujo en ciudades donde lo más importante era la zonificación (dónde se ponen las viviendas, dónde los espacios comerciales, dónde los parques…) y un buen sistema de regulación del tráfico.

A mediados de los años 90 se creó un mapa territorial en el que se indicaba dónde se podían construir viviendas, dónde oficinas, dónde zonas industriales y dónde las de recreación. Los terrenos habían sido acordados con todos los ayuntamientos del país y no se permitía construir fuera de ellos, dando lugar a un gran número de urbanizaciones a las afueras de las ciudades, los llamados barrios VINEX. Estos se caracterizan por estar conformados mayoritariamente por viviendas unifamiliares con jardín y algunos apartamentos; son escasos aquellos en los que hay comercio, escuelas y otros tipos de servicios; suelen tener una mala conexión con el transporte público, por lo que generalmente son necesarios dos coches por vivienda como mínimo; están habitados por una clase media blanca y generalmente se encuentran vacíos en horario de trabajo (sus habitantes se desplazan a sus trabajos por la mañana y vuelven por la tarde). La vida urbana se desarrolla en otro sitio.

La situación actual

En realidad, a lo que estamos asistiendo aquí es a un nuevo paradigma de construcción del territorio y de la ciudad, donde el estilo de vida consiste en una red de relaciones dispersas por todo el territorio (vives en una ciudad, trabajas en otra, te vas de compras a otra y tus amigos viven en diferentes ciudades) para el que la movilidad en la vida cotidiana juega un papel fundamental e indispensable. Lo que conlleva a que la ciudad clásica occidental, como la hemos conocido hasta ahora, esté desapareciendo, y con ella la cohesión urbana y el uso del espacio público.

Eso sí, cada metro cuadrado tiene su función específica. El ordenamiento territorial en Holanda ha llegado a un refinamiento tal que para saber qué puedes construir y dónde, basta con ir a una página web estatal, indicar el lugar exacto que te interesa y aparece un mapa que indica las posibles funciones (vivienda o comercio o industria…), la altura máxima a la que se puede construir, las dimensiones posibles de la construcción, etc. Con la nueva ley que está en curso (Omgevingswet) se pretende dar un paso más: con sólo indicar la ciudad y lo que quieres construir, alquilar o usar, aparecerá un mapa con todos los solares o edificios disponibles.

Pero toda esta estructuración tiene su otro lado de la medalla. A principios del siglo XXI ya se constataba que las ciudades del Randstad se estaban ampliando desmesuradamente: el mercado de la vivienda no responde a las necesidades; las familias no tienen prácticamente acceso a vivienda en la ciudad; la vivienda social está siendo desplazada de los centros urbanos y los estudiantes tienen escaso acceso a un lugar habitacional en las ciudades universitarias. Además, la especulación del suelo está haciendo desaparecer la naturaleza, y las zonas del norte y del sur del país se están despoblando, lo que acaba provocando caravanas de tráfico que superan diariamente los 300 km. Esto en un país que tiene esa misma longitud y una anchura de 200km.

¿Hacia dónde se dirige la ciudad y para quién se está pensando? Sobre esto hay diferentes teorías, pero Holanda, por su escala y organización, es un buen laboratorio urbano y territorial. En todo caso de momento tenemos la casa bien ordenada, ahora hay que ver qué pasa cuando comencemos a cambiar los muebles de sitio.