En un extenso reportaje con varias entrevistas a epidemiólogos, economistas y otros expertos, el periódico De Volkskrant hace un intento por predecir la vida en Holanda después de la pandemia. Todos ellos aseguran que mientras no haya una vacuna, las medidas instaladas no podrán levantarse sin más. Si bien las concentraciones de gente no se producirán en meses, confían en que lo primero que abrirán serán los colegios de primaria, pero adaptándose, por ejemplo: evitando que los padres pasen al patio; sentando a los niños con una mayor distancia entre ellos; o incluso alternando los horarios entre las clases para evitar que estén todos juntos al mismo tiempo. Es probable que se prioricen los encuentros locales entre amigos y familiares, «porque hay menos riesgo de contagio cuando un grupo de Uden se va a cenar a un restaurante de su ciudad que si viaja a Groningen». Los viajes internacionales podrán suponer largos atascos en las fronteras o test médicos antes de subir a un avión. «En estos momentos no veo muy probable poder irse con la caravana este verano a Italia» confiesa un analista estadístico de la universidad de Utrecht. Las pegatinas en los comercios marcando la distancia de metro y medio se quedarán con nosotros mucho tiempo, y se harán habituales en los lugares de trabajo. Y concluye: «el mundo después del cierre ya es uno donde cada tos es sospechosa, una razón para quedarse en casa. Es un mundo en el que somos controlados con regularidad y donde volver al confinamiento se puede convertir en lo más normal». Fuente: De Volkskrant