Maaike Goslinga es una de las cabezas visibles del medio de comunicación que está transformando el panorama mediático en Holanda, De Correspondent. Hace cuatro años, su campaña de crowdfunding recaudó más de un millón de euros en ocho días, un logro sin precedentes en el mundo del periodismo. Su secreto: ofrecer información especializada de la vida diaria a través de amplios reportajes de investigación, dirigida por “corresponsales” que establecen una relación estrecha con sus lectores, todos suscriptores de pago y contribuyentes de las noticias. En un momento en el que el periodismo tradicional agoniza, Maaike y sus compañeros saben lo que el lector pide hoy en día. Nos recibe en la sede de la redacción en Ámsterdam, donde entre otros se encuentra, trabajando de pie y como uno más, el conocido fundador de la publicación, el joven historiador Rutger Bregman.

Usted ha acuñado el término Periodismo Internacional 2.0, ¿puede explicarnos a qué se refiere?

Si nos fijamos en cualquier ámbito, desde la educación, el diseño, la medicina, vemos que todo se ha globalizado en los últimos años. Pero en el periodismo no ha ocurrido igual. Apenas existen colaboraciones entre distintos periodistas en distintas partes del mundo: sólo existe algo de intercambio cuando un periodista, por ejemplo holandés, se instala en España y escribe sobre el país para su audiencia holandesa. Lo que es un desperdicio porque, en primer lugar sólo se ve la noticia desde la perspectiva del extranjero y en segundo lugar, se pierde la oportunidad de contactar con profesionales de allí que seguramente tengan una red de contactos mayor y que ven el mundo con otra mirada distinta. En mi opinión deberíamos movernos más hacia un modelo en el que colaboremos con periodistas locales con los que entablemos una colaboración a través de internet. Así que mi trabajo aquí consiste en contactar con estos periodistas repartidos por todo el mundo y desconocidos fuera de su país para que escriban para nosotros. De esta manera, las historias que publicamos son distintas de lo que suele trascender en las páginas de internacional de un periódico: reportajes que reflejan el día a día de sociedades que no conocemos, alejándonos de la noticia típica de un conflicto o una crisis política. El otro día me contactó un reportero pakistaní interesado en hacer una serie con nosotros. Por curiosidad busqué qué había salido publicado en la prensa holandesa acerca de Pakistán y todo eran noticias sobre terrorismo, desastres naturales…y nada sobre la sociedad pakistaní.  

¿Cómo soluciona entonces las diferencias culturales, por ejemplo, en el estilo periodístico? La forma de escribir o la manera de buscar la información de este reportero pueden ser muy distintas de la que se demandan aquí en Holanda, entre otras razones por no estar acostumbrados a trabajar libremente.

Es un gran condicionante, sin duda, pero también es un valor muy positivo, porque permite incluir muchas voces en nuestro medio de comunicación. Aquí no tenemos un editor jefe que decide lo que se publica. Aunque sí que es cierto que al final dedico muchas horas a guiar a los colaboradores hacia el tipo de pieza que se podría publicar en Holanda, por ejemplo, pidiéndoles que contextualicen mucho su información, ellos son muy libres en cuanto a lo que quieren contar. Si uno de ellos habla de Karachi, le pido que dé más detalles porque doy por hecho que muchos lectores holandeses no saben que se trata de una ciudad en Pakistán. Y en cuanto a las fuentes, es difícil animarles a que busquen fuentes originales pero la verdad es que eso lo prevenimos antes porque buscamos reporteros que ya son conocidos por trabajar de forma muy independiente en su país. En Colombia, por ejemplo, trabajamos con una periodista que a su vez trabaja formando a periodistas de investigación en su país. La credibilidad del periodista es fundamental para nosotros. Y además, a ellos publicar en holandés les protege, o mejor dicho, no les expone tanto como si publicaran en su idioma o en inglés. Y eso ayuda a la hora de hacer un periodismo de investigación en países donde la libertad de expresión se ve amenazada.

 

Vídeo sobre qué es De Correspondent. La versión inglesa de la publicación ya está en marcha: www.thecorrespondent.com

Su medio cuenta con reporteros que no son periodistas de profesión y con lectores que además contribuyen en la elaboración de la noticia. ¿Dónde están los límites en las competencias de cada uno?

En Holanda todo el mundo se puede llamar a sí mismo periodista, no es un título protegido, por lo que yo o mi madre, si somos capaces de escribir de forma crítica, podríamos ser periodistas. Aquí al lado se sienta uno de nuestros periodistas que hasta hace poco era profesor y ahora escribe para nosotros sobre educación. Es más, el no tener experiencia o formación como periodista hace que muchos de ellos no tengan las restricciones que muchas veces sí tienen los profesionales del sector. Una de nuestras filosofías es que la objetividad no existe: todos tomamos decisiones en algún momento del proceso editorial, desde los titulares que llevamos a primera página hasta los autores que destacamos. Por eso nosotros creemos que es mejor no ocultar nuestra subjetividad. Así, nuestros reporteros expresan abiertamente sus preocupaciones, porque tienen una empatía especial hacia el tema en el que se especializan, y las historias que les indignan las escriben sin cortapisas. Y cuando uno de nuestros periodistas no sabe acerca de un tema, no pasa nada, porque para eso tenemos a nuestros lectores, que cubren esa falta. Antes de empezar un reportaje, hacemos una llamada a nuestros lectores para pedirles apoyo, contactando fuentes, obteniendo documentación…y la cantidad de información que recibimos es abrumadora. Por eso para nosotros los lectores son expertos, porque incluso cuando tenemos dudas acerca de unos datos antes de publicarlos acudimos a ellos para comprobarlos. ¿Por qué no hacer uso del conocimiento que tenemos en nuestra propia comunidad de lectores?

Ahora que menciona su comunidad, el hecho de que su medio de comunicación sea de pago, ¿le da más calidad?

Realmente sí lo creo. Y nuestra fórmula, aunque de suscripción, permite que las noticias se compartan abiertamente en las redes sociales, lo que ayuda a difundir nuestro trabajo. Pero los socios son los únicos que pueden comentar y leer los comentarios, lo que creo que le da mucha calidad a sus aportaciones. Porque el que comenta, primero no puede ser un trol anónimo, porque tenemos sus datos, y segundo, tiene un interés especial en apoyar nuestra publicación de una manera constructiva. La otra ventaja enorme es que no dependemos de los clics: mientras el socio pague su contribución anual, la cantidad de veces que entre en una noticia nos da igual. Y por último, no tenemos anunciantes, lo que asegura nuestra independencia.  

Con una comunidad de lectores restringida, el impacto en la opinión pública puede ser menor ¿no cree?

No, porque todos nuestros artículos se pueden compartir en las redes sociales y cualquiera puede leerlos, sea socio o no. Pero estoy de acuerdo en que existe el riesgo de acabar en una caja de resonancia donde los que escuchan son los mismos. Estamos trabajando en esto para, por un lado, diversificar las voces, contratando a periodistas con contextos culturales muy diferentes, de educación, de origen social, etc.. porque de esta forma llegamos a una audiencia que se siente identificada con ellos; y por otro intentamos captar a personas que estén dispuestas a difundir nuestro artículo por otros canales para llegar a más gente.

A la izquierda, el corresponsal responsable de temas sobre educación, Johannes Visser. A la derecha, Maaike en su lugar de trabajo. © Fernández Solla Fotografie

¿Recuerda algún reportaje que haya tenido un impacto especial en la sociedad holandesa?

Hicimos uno sobre personas con demencia, un tema sensible porque hay muchos dilemas éticos que entran en juego. Junto con una ong, llevamos a cabo un proyecto por el que imprimimos en 3d unas grabadoras que repartimos a 15 o 20 pacientes con demencia y estos grababan cada día lo que querían, construyendo un diario en audio que sirve a los médicos, a ellos mismos, porque se sienten escuchados, y también a nosotros, que nos permite elaborar reportajes que dan una visión distinta de lo que es vivir con demencia. El impacto es para un grupo pequeño, pero lo tiene. Hace poco publicamos otro sobre la industria farmacéutica que generó debate en el Congreso. Así que creo que el impacto se puede medir de distintas maneras.  

En la era digital en la que el acceso a la audiencia es mayor que nunca pero también la información contrastada se confunde con el rumor y el bulo, ¿cree usted que el buen periodismo existe gracias o a pesar de internet?

No hay duda de que el periodismo está viviendo momentos difíciles: la publicidad se la lleva Facebook y otras redes sociales y ahora hay que buscar nuevas formas de financiación. Nosotros nos hemos quitado ese problema al prescindir de la publicidad pero seguimos combatiendo el otro que es el de no entrar en el ciclo de noticias que venden apostando por ofrecer algo que sea original. Y se puede. Algo por lo que los lectores sientan que merece la pena pagar. Los medios más convencionales lo tienen más complicado. Ahora estamos trabajando con la universidad NYU de Nueva York en un proyecto para saber qué partes de este modelo de membresía se pueden exportar a otros tipos de medios de comunicación. Aunque no tenemos conclusiones todavía, ya sabemos que es necesario reestablecer el vínculo con la audiencia, conocer mejor quien es la audiencia. Los modelos de suscripción que han fallado por todo el mundo son aquellos que de alguna manera han traicionado a sus lectores, porque, por ejemplo, introdujeron publicidad después de pedir dinero para no hacerlo, etc. Estoy convencida de que parte del problema que hay hoy en Estados Unidos es porque muchas de las comunidades se han visto poco representadas en los medios, no se sabía de ellos. Los periodistas suelen enfocarse en los mismos grupos, aquellos que además encajan perfectamente como consumidores de los productos que anuncian en sus páginas. Se han desvinculado de su misión más importante que es la de informar acerca de lo que afecta a la mayoría, para centrarse en lo que le ocurre a la minoría intelectual. Esa misma crítica nos llegó a nosotros al principio, que nos centrábamos demasiado en Ámsterdam, y lo estamos solventando contratando a reporteros de otras zonas.

Mi última pregunta es ¿por qué no aparecen escándalos en la prensa holandesa? Llevamos meses sin Gobierno y a pesar de la inestablilidad que esto puede ocasionar, los medios permanecen callados… ¿Son los medios holandeses demasiado políticamente correctos?

Por un lado puede ser un rasgo cultural, el de no hacer demasiado ruido ante algún tema sensible; en segundo lugar, el periodismo político aquí se ha metido demasiado en política, tanto que pueden temer represalias si se atreven a publicar temas comprometidos. No vemos periodismo de investigación en el Binnenhof y creo que es por esto. Y por último, las redacciones sencillamente no invierten en este tipo de periodismo de investigación. Si el valor del escándalo no es muy grande, es raro que un medio quiera dedicarle tiempo y dinero.

Arriba, Maaike, en un momento de la entrevista. En el centro y a la derecha, entrada e interior de la sede de De Correspondent en Ámsterdam. © Fernández Solla Fotografie