Tiene más de 200 años de historia pero hay quien la considera aún una monarquía bastante joven. La familia Orange ha reinado en los Países Bajos desde 1815, con Guillermo I inaugurando el poder de la realeza que sobrevive hasta día de hoy. Dos siglos en los que la Casa Real ha ido aumentando su popularidad entre sus plebeyos, anteponiendo una visión neutra ante los conflictos políticos. El rey, que cuenta con la tradicional inmunidad de la que disfrutan los reyes, se limita a su rol simbólico de representación de Holanda ante el mundo, de lograr ansiados contratos para las compañías nacionales y de mantener en buen cauce las relaciones diplomáticos con los socios de La Haya más allá de sus fronteras. No se entromete en política, ni influye en el Gobierno nacional, dos claves que firman su certificado de supervivencia.

Cada año, el monarca se da su baño de aureola y baja de su trono para chocar manos, hacerse selfis con los más monárquicos y dejarse ver en la calle. Su cumpleaños es un termómetro para medir la popularidad de los Orange entre los holandeses. El tradicional Día del Rey (koningsdag, en neerlandés) se celebra, desde 2013, cada 27 de abril, aunque por ejemplo, con la reina Beatriz, tocaba cada 30 de abril. Es una jornada festiva a nivel nacional, durante la cual se permiten excesos prohibidos en días normales. Beber alcohol en la calle, sin recibir una multa ni ser detenido, es uno de ellos. Niños, jóvenes y abuelos se visten de naranja y salen a festejar el cumpleaños de Guillermo Alejandro, algunos por amor a la monarquía, otros por amor a la fiesta, pero las calles se tiñen del color de los Orange para celebrar la fiesta más grande del país, y quizás del mundo, en una jornada patriótica.

Según la última encuesta realizada por IPSOS para la cadena nacional NOS, Guillermo Alejandro está muy respaldado por su gente. La mayoría de los ciudadanos se han deshecho ya de la incertidumbre sobre su persona, que sí tenían en sus primeros años como monarca, cuando aún le veían como un joven poco preparado para el trono. El actual rey revolucionó el Parlamento al enamorarse de una católica (cuando él es protestante), y que es hija de Jorge Zorreguieta, antiguo secretario de Estado del régimen del dictador argentino Jorge Rafael Videla. Esta polémica causó que los padres de la reina no estuvieran presenten en la boda, una condición no negociable para que el Gobierno diera el visto bueno a ese enlace que se celebró el 2 de febrero de 2002. Pocos recuerdan ahora aquellas protestas frente al Parlamento en rechazo a la boda por parte de holandeses que habían sentenciado a Máxima por el pasado de su padre. Años después, y tras convertirse en la reina consorte de los Países Bajos, logró ganarse el favor del pueblo.

Los holandeses le consideran a él un rey “humano y compasivo, profesional e involucrado”. El monarca recibe una puntuación de 7,6 puntos sobre diez, una cifra solo superada por su esposa, la reina Máxima, que en los dos últimos años es evaluada con un 8, una dato que solo refleja el aumento de la admiración que levanta entre la gente. Casi ocho de cada diez encuestados consideran “estupendo” que los reyes mantenga a sus tres hijas – Catalina Amalia, Alejandra y Ariadna- fuera de la atención mediática, para que estas puedan tener una infancia tranquila y crezcan fuera de la presión de las cámaras. Muchos están de acuerdo con los reyes en que la princesa heredera, de 15 años, es todavía demasiado joven para llevar a cabo tareas oficiales y aceptan verla solo dos veces al año: en los posados de invierno y de verano. Los reyes han llegado a un acuerdo con los medios nacionales para que respeten el espacio de las princesas, a cambio de dos momentos anuales para fotografiarlas.

Los reyes de Holanda posan con sus tres hijas en la foto oficial de este invierno. Foto: Het Koninklijkhuis / Patrick van Katwijk

Una Casa Real cara pero rentable

Aunque entre los mayores de 55 años, un 79% defiende todavía el papel representativo que aporta la Casa Real a los intereses nacionales, solo el 57% de los holandeses más jóvenes apoya la preservación de la monarquía constitucional como sistema en los Países Bajos. Sospechan que cuesta más de lo que beneficia, aunque no hay un número claro sobre lo que se gasta en los Orange. La familia real podría costarle a las arcas del Estado unos 345,5 millones de euros al año, según una investigación realizada por la Sociedad Republicana (Republikeins Genootschap, en neerlandés), unas cifras que incluyen no solo el salario de Guillermo, Máxima y Beatrix, sino también los costes de seguridad, de visitas estatales y de trabajo, y los impuestos de los que están exentos (unos 192 millones de euros anuales). Solo la familia real británica sería más cara que la holandesa, con 450 millones de euros al año, pero esos costos, añaden, se distribuyen entre una población mucho mayor. El Gobierno admitió que el monarca tiene “algunas excepciones” pero consideró que hacer estos cálculos es “comparar manzanas con peras” y que el rey no tiene por qué informar sobre los activos “privados” que tiene.

A las malas notas entre los más jóvenes siguen una serie de escándalos que se han ido registrando en los últimos años y que afectan a una de las monarquías más caras de Europa. El primero es una cuestión sensible, de dinero. Y es que el presupuesto real es uno de los temas recurrentes del Parlamento holandés. El sueldo de 1.5 millones de euros que recibirá la princesa Amalia cuando cumpla los 18 años ha levantado llagas entre los diputados, que consideran la cantidad demasiado grande para una estudiante universitaria. Ese salario, al que se dio el visto bueno en 2008, se puso a debate en 2016 por considerarse excesivo. “Ella no podría conseguir otro trabajo, no tiene otra opción más que ser la futura jefa de Estado”, la defendió el primer ministro, Mark Rutte, molesto por la imagen que evocan los parlamentarios sobre la princesa heredera. “Decir que qué hace una chica así con un montón de dinero en el bolsillo es puro populismo”, criticó el liberal. Los socialdemócratas PvdA, el ultraderechista Partido de la Libertad (PVV), el Partido Socialista (SP), los progresistas Demócratas 66 y la izquierda verde (GroenLinks), son los que más han cuestionado la cantidad asignada a Amalia.

En medio de la polémica por el salario de la princesa, la filtración en la prensa sobre un presunto acuerdo fiscal con la monarquía holandesa cerrado hace más de 40 años por el príncipe Bernardo, abuelo de Guillermo Alejandro, añadió más leña al fuego. Los medios locales se hicieron eco de esa información, que acusa a los Orange de evadir una gran cantidad de sus impuestos durante décadas. El Gobierno rechazó la existencia de evidencias que demuestren la existencia de ese misterioso acuerdo, aunque anunció la apertura de una investigación histórica sobre este asunto. Según advirtió Rutte en rueda de prensa, el papel del Ejecutivo es “proteger al rey de cualquier manera” y así lo seguirá haciendo. Por su parte, el monarca holandés no entró en la polémica e instó al Parlamento a debatir el tema “en las salas de reunión nacional, donde la gente habla” de estos asuntos. Mientras tanto, y desde 2016, los diputados miran con lupa la declaración anual de impuestos del rey, la reina y la emérita para asegurarse de que pagan la tasas por sus ingresos.

Tras aquellos escándalos, la familia real estuvo en un segundo plano durante varios meses, superando momentos dolorosos como el suicidio de la hermana más pequeña de Máxima, Inés Zorreguieta, a los 33 años. La joven sufría problemas depresivos y fue encontrada muerta en su casa en Buenos Aires. Cuando retomó su agenda oficial, en la inauguración de una nueva clínica de lucha contra el cáncer, Máxima explicó a la prensa que su hermana estaba «enferma» y no podía «curarse» de lo que le ocurría. «Mi querida y pequeña hermana Inés no podía encontrar la felicidad, ni curarse», afirmó la reina, subrayando que «el único consuelo» de la familia es que Inés «ha encontrado la paz» finalmente. Esa tragedia tuvo lugar el pasado junio. Un año antes, los reyes Guillermo Alejandro y Máxima, así como sus hijas, las princesas Catalina Amalia, Alejandra y Ariadna, asistieron al funeral de Jorge Zorreguieta, que falleció a los 89 años.

Sin embargo, los escándalos no tardaron en volver. A finales de enero, un medio de comunicación argentino acusó a la reina Máxima de presuntamente evadir el pago de impuestos sobre tres parcelas que tiene en propiedad en la Patagonia. Hace diez años, la pareja real compró varias parcelas de tierra en la provincia de Río Negro, cerca de la estación de esquí de Bariloche, pero -según la web de investigación argentina El Cohete a la Luna – Máxima no informó a las autoridades fiscales sobre las mejoras realizadas en el terreno, evitando así pagar los impuestos correspondientes. Las propiedades inmobiliarias y la infraestructura en las 3.000 hectáreas de tierra en propiedad de Máxima y el rey Guillermo Alejandro se consideran «mejoras» realizadas en los terrenos y le dan a las parcelas un valor añadido y unas obligaciones fiscales extras.

Además, en una de esas parcelas, se encuentra la casa de campo «La Estancia Pilpilcura«, que se alquila por noches y que está gestionada por la tía de Máxima, Marta Cerruti. En un principio, el Servicio de Información del Gobierno de Holanda rechazó hacer comentarios sobre el asunto y después, en una respuesta oficial sobre la información publicada en Argentina, aseguró que la monarca tiene al día sus cuentas con su país de origen y ha pagado siempre los impuestos correspondientes. De acuerdo con la web argentina, que se muestra muy crítica con la monarca, los terratenientes en Río Negro nunca comunican mejoras similares en sus propiedades a las autoridades fiscales, en la misma línea de lo que –presuntamente- hizo Máxima.

El rey Guillermo visitando una granja y centro de investigación a las afueras de Pekín donde ambos países trabajan juntos en la innovación del sector lácteo. Foto: Het Koninglijkhuis / Valerie Kuypers

Sin embargo, a pesar del goteo de malas noticias, la federación de empleados holandeses (NVO-NCW) celebró, en declaraciones a Het Financieele Dagblad, que el valor agregado de la familia real en las misiones comerciales es “considerable” y supera cualquier coste. Por ejemplo, durante las últimas misiones a China y Australia, en las que estuvo la pareja real, las compañías holandesas lograron un total de 700 millones de euros en nuevos contratos para empresas de diferentes sectores. En el presupuesto oficial, se calcula que la Casa Real cuesta, de forma directa, unos 40 millones de euros al año, y según un estudio del economista Harry van Dalen, de la Universidad de Tilburgo, la monarquía genera entre 4.000 y 5.000 millones de euros anualmente. El experto comparó el coste de las monarquías con otras formas de Estado, como una república o una dictadura, y concluyó que, al menos en las últimas décadas, el ingreso por parte de las monarquías creció un 1% gracias a las misiones comerciales que realizan como jefes de Estado. Por tanto, le salen caras a los ciudadanos, pero más rentables que otras opciones. Su planteamiento es que una monarquía estable crea la marca de un país, pero un presidente que cambia cada cuatro años, crea turbulencias y su simbolismo dependen más de su figura y popularidad interna.