Job Roggeveen, Joris Oprins y Marieke Blaauw son directores y productores de cortometrajes y creadores de películas de animación y desde el año pasado tres de los pocos afortunados en estar nominados a un Óscar. Llevan más de una década creando historias cotidianas sobre viajes en el tiempo, amigos imaginarios o el poder de la voz y dando vida a personajes sin nariz que bailan y cantan al ritmo de Happy Camper, el grupo de música de Job. Alegres e irreverentes, la fama internacional no parece haber hecho mella en ellos. Siguen trabajando en el mismo estudio de sus inicios, en el centro de Utrecht, inmersos en dos nuevos proyectos que verán la luz a finales de año: un libro para niños, ilustrado y escrito por ellos, y su corto más largo, sobre la multiculturalidad en Holanda.

Ha pasado un año desde que fueron nominados a un Óscar por su corto A Single Life. ¿Les ha cambiado mucho la vida desde entonces?

Joris: La gran diferencia es que ahora al nombre del estudio se le asocia la palabra Óscar y eso lo cambia todo. Porque éste no es el único premio que se puede ganar en el mundo de la animación pero es el que todo el mundo conoce. Y mientras que con otros premios estar nominado no trasciende, para los Óscar esto ya es un gran paso, nos dieron un certificado y te conviertes en un nominado de por vida.

Job: Hace un año tuvimos una época en la que no parábamos de hacer entrevistas, apenas podíamos trabajar, y de repente tuvimos una proyección internacional muy grande, nuestros likes en Facebook se duplicaron, los grandes medios holandeses nos llamaban…

A Single Life obtuvo 23 premios internacionales. Todo un éxito. ¿Creen que la nominación pudo influir para ganar en otros festivales?

Joris: Puede ser que el estar nominado ayudara a que nos seleccionaran en otros festivales pero también pudo ocurrir lo contrario: cómo ya íbamos a por el premio gordo, algunos festivales quizás decidieron no seleccionarnos. Ganamos varios premios del público y en esto sí que creo que pudo influir la nominación, porque los espectadores que van al cine y se encuentran con nuestro corto antes de la película enseguida relacionan el Óscar con un trabajo de calidad.

Y hablando del público, ¿la reacción de los espectadores era muy distinta según el país en el que se proyectaba?

Job: Las reacciones fueron distintas, sí. Por ejemplo, al proyectar A Single Life en Estados Unidos vimos que la gente se reía al final, al ver los títulos de crédito, sorprendidos de que la película acabara mal. En Europa las risas llegaban antes, cuando aparece la urna, precisamente porque aquí sí esperaban un final así. Parece que en Estados Unidos la audiencia está acostumbrada a los finales felices mientras que los europeos pensamos diferente.

Joris: Pero en el caso de Mute la reacción fue muy parecida en todos los lugares donde lo presentamos. Lo que sí que nos sorprendió es que ganamos bastantes premios en España, quizás a los españoles os gustan las películas de humor negro y algo gore…

Hablando de Mute, está claro que sus películas, a pesar de ser de animación, no son para niños: en una atmósfera alegre y jovial suele ocurrir algo doloroso o grotesco. ¿Este efecto sorpresa forma parte de su seña de identidad?

Joris: Nuestras películas no están hechas para niños, aunque a menudo nos seleccionen en los festivales para la categoría Junior. Hacemos un tipo de animación que no es tan dulce como parece y nos gusta que nuestros personajes se alejen todo lo posible de la vida real, eso nos permite contar una historia con un lado oscuro sin caer en la violencia o en lo grotesco. Con Mute por ejemplo, cuando mi hija de dos años la vio, no le pareció violenta porque desde el primer momento entendió que eran muñecos, se cortaban a sí mismos, sí, pero eran muñecos de plastilina.

Job: En esta contradicción la música juega un papel muy importante. Por ejemplo, para la escena más importante de Mute en un principio había compuesto un fragmento cargado de tensión, como de película de miedo, y después vimos que no queríamos eso. Hicimos que la música siguiera siendo alegre y light y la verdad es que funcionó muy bien.

Marieke: Siempre hemos creído que hacer animación con personajes que parecen reales hace que la historia dé mucho más miedo. Por eso preferimos el humor negro con protagonistas que parezcan un poco torpes.

Hace unos meses presentaron en el Festival Internacional de Toronto un nuevo corto, Otto, que ya ha logrado el premio del Festival de Cine de Eindhoven y fue también presentada a los Óscars por la academia de cine holandesa, esta vez con menos suerte que el año pasado. ¿Qué destacarían de este trabajo?

Joris: En Otto el nivel de detalle es mucho mayor que en el resto de los cortos que hemos hecho. Mientras en A Single Life, las escenas discurren en una única habitación y sólo hay un personaje, para Otto hemos creado muchas localizaciones diferentes y escenas con varios personajes a la vez, lo que conlleva mucho más trabajo. Además hemos querido ponerles cuello y eso hace que sus movimientos sean más complejos. Todavía nos resistimos a ponerles nariz…

Job: Este nuevo corto es el más holandés de todos. Hemos querido que se desarrolle en el típico pueblo con casas construidas a largo de un canal, una ambientación muy local, porque además era una de las exigencias de la competición a la que nos presentamos, NTR Kort! para lograr financiación. Nos ha gustado hacer por primera vez un corto que se identifique con Holanda.

Joris: Aunque sean escenarios irreales siempre nos basamos en lugares que existen. A Single Life es una reproducción exacta de mi habitación de estudiante, por ejemplo. Es la única manera de huir de los clichés, basando la historia en nuestros propios recuerdos.

Volviendo a sus inicios, ¿les costó vivir de la animación?

Joris: Tuvimos mucha suerte de que nuestro gusto encajara muy bien con el de las marcas comerciales que pedían personajes inocentes como los nuestros para sus campañas. Así que debo decir que no, no nos costó empezar a vivir de ello. Los vídeos musicales también fueron una gran ayuda al principio, como el del rapero Gers Pardoel que, aunque no se conozca fuera, en Holanda tuvo mucho éxito.

Marieke: Sí pero como suele ocurrir con los encargos, suelen pedirte que hagas algo que ya has hecho antes, que innoves lo menos posible. Por eso quisimos también trabajar en proyectos propios y producir cortos que pudiéramos presentar a festivales, como un reto personal pero también como una manera de mostrar que podemos hacer otras cosas. Requirió mucho esfuerzo pero fue la manera de encontrar el equilibrio entre los dos tipos de trabajo.

Job: Uno de los proyectos que nos ayudó mucho al principio fue Lijn 3, un método educativo para enseñar las letras a niños que aprenden a leer a través de 42 mini películas. Nos llevó un año entero hacerlas pero gracias a él pudimos producir Mute, porque para este corto apenas teníamos financiación. Es un proyecto que me gusta mucho y ¡un tercio de los colegios en Holanda lo usan!

Detalles del estudio de Job, Joris en Marieke en Utrecht © Fernández Solla Fotografie

Joris y Marieke ustedes tienen una hija en común y Job, usted también tiene una, ambas pequeñas ¿Creen que su trabajo les hace entender mejor su universo infantil?

Joris: Creo que lo que consigo con mi trabajo es que no me importe pasar horas viendo una película de dibujos con ella. Porque además durante años esas han sido las únicas que hemos tenido en casa. A veces pongo los comentarios del director a modo de subtítulos y así los dos aprendemos algo.

Marieke: Ella también quiere participar en nuestro trabajo. Suele hacer sus propios personajes de plastilina y me pregunta si podemos hacer una película con ellos.

Job: No sé si entiendo mejor su mundo pero lo que sí que me gustaría transmitir a mi hija con mi trabajo es que puede crear lo que se proponga. Que aquello que imagine, como una canción o un simple dibujo, lo puede inventar y desarrollar hasta donde quiera. Ese es un sentimiento muy grato. Y supongo que si desde pequeña aprende esa idea de la creatividad viendo cómo trabajan sus padres, el día de mañana sentirá que es normal ganarse la vida así.

Otto

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A Single Life

Mute