Cuando se vive en otras partes del mundo y se echa un vistazo a Holanda, pareciese que es el país casi perfecto. Además de una tasa de desempleo de las más bajas del mundo (3,6 por ciento en diciembre 2018, según la web datosmacro.com), también se sitúa entre los primeros puestos en un buen puñado de rankings, como sostenibilidad y derechos de los animales. Han sido pioneros en los derechos del colectivo LGBT o la eutanasia. Holanda es un país considerado el laboratorio de la tolerancia, además del paraíso para los ciclistas y también para los niños. Pero junto a estos índices se cuelan otros relativos a la posición de la mujer en el mercado laboral y aunque las cifras mejoran poco a poco, en ellos Holanda se sitúa por debajo de la mitad, detrás de Italia, Francia, Grecia o España, según cifras de Eurostat.
En este reportaje, Gaceta Holandesa se adentra en el mundo laboral holandés, para saber si la igualdad existe en su totalidad, y si la sociedad fomenta que haya mujeres en puestos de alta responsabilidad.
Un país rico = las mujeres no necesitan trabajar
Marianne Boere es holandesa y trabaja para el Instituto Atria, sobre igualdad de género e historia de la mujer, en Ámsterdam. Es especialista en información y tiene sesenta años. Ella aún recuerda el pensamiento colectivo de Holanda, cuando era una niña. “Mi padre era librero y mi madre no trabajaba. Esta situación era muy normal pues estaba bien visto que en una familia la mujer no trabajara, ya que era un símbolo de estatus: solo trabajaban las familias que lo necesitaban económicamente. Recuerdo como los maridos presumían de que su esposa no tenía que trabajar. Siento que esto no ha cambiado tanto. Yo vengo de una ciudad pequeña y veo como mis antiguas compañeras de colegio no trabajan”.
Acerca de las raíces de este pensamiento, que fue moldeando una forma de sentir, pensar y hacer, habla la senadora del Partido del Trabajo y catedrática de Economía en la universidad Radboud de Nijmegen, Esther-Mirjam Sent: “Si nos remontamos a comienzos del siglo veinte, la creencia de que las mujeres ricas no tenían que trabajar, se extendió a todo tipo de mujeres. El sistema actual está diseñado partiendo de esa antigua premisa: la manera en la que los impuestos están diseñados, las horas de apertura de los colegios, etc. Hemos organizado la sociedad de tal manera que una persona tiene que trabajar y la otra estar en casa. O quizás mitad y mitad, porque aún existen colegios en los que se hace un parón para comer y se espera que los niños vayan a sus casas en ese espacio de tiempo, con lo cual es muy difícil compaginar dos trabajos en una familia. La sociedad holandesa y sus leyes se han construido de acuerdo a unas creencias y a unos prejuicios que hay que revisar”.
Las convicciones comienzan en cada casa. Esther-Mirjam, que tiene dos hijos, un chico y una chica, se sorprende aún con pensamientos que ella misma trata de cambiar: “Aún trabajando en este tema, me sorprendo muchas veces cayendo en estos estereotipos, como comprar cosas rosas para la niña y azules para el niño; regalar muñecas a mi hija y coches a mi hijo; o recomendar a ella que estudie una carrera fácil y a él una carrera difícil. Así que tengo que tener cuidado y rectifico, hago lo mejor que puedo enseñando a mi hija a ser valiente y fuerte y a mi hijo a ser gentil y amable. Es curioso porque mi hija ahora es algo masculina y mi hijo algo femenino, así que creo que van a hacer una buena contribución a la sociedad rompiendo prejuicios”.
Para Marianne Boere, de Atria, la igualdad en el mundo laboral de Holanda no existe: “Las mujeres tienen más trabajos de media jornada que los hombres. Si comparas con otros países, existe una gran diferencia y no salimos bien parados. Mi ex marido es de Dinamarca y allí las mujeres por ejemplo, han trabajado siempre. Al principio quizás era buena idea trabajar media jornada para poder disfrutar de otras cosas y también para estar con tus hijos, porque es muy caro dejar a otra persona al cuidado del bebé, pero no creo que sea la solución ideal”, explica Marianne.
La media jornada es un tema recurrente a la hora de presumir de flexibilidad laboral en Holanda. Según la Oficina Europea de Estadística, Eurostat, en la UE en el año 2017, la tasa de hombres trabajadores (20-64 años) era de un 76,9 por ciento y la de mujeres, de un 65,3 por ciento mientras tres cuartos de las mujeres, es decir, un 77 por ciento, trabajan media jornada, comparado con el 28 por ciento de los hombres. Esta cifra habla por sí sola. Tal y cómo afirman las mujeres entrevistadas, aunque al trabajar media jornada se tiene espacio para otras cosas, como disfrutar de la vida y atender a la familia, es también un freno para las que quieren acceder a puestos más altos y escalar hacia su cima laboral.
- A la izquierda, la representante de ONU Mujeres en Holanda, Marije Cornelissen y a la derecha, Esther Mirjam Sent, senadora por el PvdA y catedrática de Economía.
Marije Cornelissen es directora ejecutiva para el Comité de ONU Mujeres en Holanda y habla al respecto. “Desde fuera pudiera parecer que este es un país de gran igualdad, pero no es cierto. El número de mujeres con independencia económica es del 65 por ciento y el permiso de paternidad es sólo de 2 días aunque se pueden pedir tres más, sin sueldo”. El panorama acaba de cambiar en este aspecto ya que a partir de este año, el Gobierno ha ampliado la baja por paternidad al total de horas trabajadas durante una semana, lo que suele traducirse en cinco días laborables. A partir de 2020, los padres podrán obtener un permiso de hasta cinco semanas más, cobrando el 70 por ciento del sueldo. A la pregunta de si puede una mujer llegar a su cima laboral trabajando media jornada o si la sociedad se lo permite y son ellas las que no quieren, Cornelissen declara: “El problema no es de la mujer sino de cómo esta creado el sistema, y de la idea generalizada de que las mujeres no tienen la ambición ni el talento para llegar a puestos más altos”, explica, “cuando está demostrado que las compañías con una alta presencia de mujeres tienen mayores beneficios en todos los ámbitos, incluido el económico. En la actualidad, las compañías y el gobierno no favorecen la contratación de mujeres, esto podría ser diferente cambiando las leyes”.
Según cifras del último barómetro conocido como Emancipatiemonitor de la Oficina Central de Estadística (CBS) y la Oficina de Planificación Social y Cultural (SCP), las mujeres con un trabajo a tiempo completo alcanzan menos puestos de dirección que los hombres: un 3 por ciento frente al 8 por ciento de hombres. A esto hay que sumar que los trabajadores de media jornada tienen menos opciones de llegar a la dirección que los de tiempo completo.
Mujeres CEO
Según el Informe “The Dutch Female Board Index”, elaborado por TIAS, la Escuela de Negocios de la Universidad de Tilburg, ha realizado una estadística de la presencia de la mujer en el cuadro ejecutivo de las compañías holandesas. De 669 directores –ejecutivos y no ejecutivos-, 126 son mujeres (18,8 por ciento en 2017), 13 de ellas son ejecutivas (6,2 por ciento en 2017) y 113 son no ejecutivas (24,6 por ciento en 2017 y 23,1 por ciento en 2016).
La igualdad podría parecer –según para quién- algo del pasado, una lucha ya ganada. Y sin embargo a nivel global el movimiento Me2 ha puesto sobre la mesa la importancia de aspirar a la igualdad total: ¿Realmente existe esta igualdad? Si hablamos del mercado laboral, no es un secreto a voces que los CEO de empresa son mayoritariamente hombres.
El informe “Women to the top” de L. Dubbelt explica que, de las 25 organizaciones que figuran en el índice AEX (valores que cotizan en la bolsa) en los Países Bajos, solo cuatro tienen mujeres en puestos de Consejero Delegado y que, al ritmo actual, la igualdad de género en el trabajo no se alcanzará hasta el 2060. Estos números, como indica el informe, “señalan un problema social importante de desperdicio del talento femenino, especialmente si consideramos el hecho de que hoy día más mujeres holandesas, en comparación con los hombres, obtienen títulos universitarios y lo están haciendo a un ritmo más rápido”.
Las cuotas como herramienta de igualdad
La ley de cuotas establece como norma que haya el mismo número de hombres y mujeres en un determinado trabajo, de esta manera la ley favorece que las mujeres puedan acceder a puestos de responsabilidad. De esta ley es una convencida Esther-Mirjam Sent: “cuando buscaba una plaza dentro del mundo académico, era un tiempo en el que la universidad apostaba porque hubiera más mujeres académicas y en mi campo, la enseñanza de economía, no había una sola mujer que diera estas clases. Yo fui la primera, la ley de cuotas me benefició”, explica. “También cuando me presenté a senadora, ya que para mi partido el tema de la igualdad era un asunto relevante: de 6 candidatos tenía que haber 3 hombres y 3 mujeres”.

En marzo de 2018, la universidad de Leiden decidió sustituir 14 retratos de catedráticos hombres por nuevos realizados de catedráticas mujeres, en su emblemática Sala de los Senadores o Senaatskamer. En la imagen, algunas de las académicas retratadas, sentadas en las primeras filas. Hasta el año pasado, la habitación contaba con 118 retratos y sólo uno de una mujer. Foto: Marc de Haan
Ella vivió quince años en Estados Unidos y eso le ayudó a confiar en sus posibilidades de igualdad. “Mi carrera estuvo marcada por los años que pasé en Estados Unidos. Mi forma de pensar cambió, me hizo ser más arriesgada para ofrecerme a determinados trabajos”, relata, “las expectativas de la sociedad nos condicionan a la hora de tomar decisiones y las mujeres somos más inseguras que los hombres. Si vemos una vacante y no cumplimos todas las condiciones, solemos cuestionarnos si debemos presentarnos en vez de pensar en aquellas que sí cumplimos para el puesto”.
En su artículo “Cómo me convertí en feminista”, explica respecto de la diversidad de cuotas en el mundo laboral: “Lo políticamente correcto en Estados Unidos puede ser exagerado, pero la situación en los Países Bajos es decepcionante. Las mujeres catedráticas representan alrededor del 33 por ciento en Estados Unidos y aproximadamente solo el 20 por ciento en los Países Bajos y si nos ponemos en catedráticos de economía, solo un 10 por ciento aquí son mujeres. En los Países Bajos tenemos una oportunidad perdida. Está demostrado que la diversidad es muy eficaz para atraer el éxito. Las empresas con equipos de trabajo compuestos por hombres y mujeres, obtienen mejores resultados. Las razones por las que no hay mayor contratación de mujeres son claramente los prejuicios. De hecho, la idea de que las mujeres no son líderes es algo tan profundamente arraigado que mientras la Academia esté dominada por una cultura masculina, a las universidades les resultará difícil obtener una candidata adecuada para un puesto de alto rango”.
La inspiración de Aletta Jacobs
Aletta Jacobs es uno de esos nombres a recordar, su ejemplo abrió la puerta a otras mujeres y su trabajo ha ayudado a cambiar la historia de las mujeres en Holanda.
Nació el 9 de febrero de 1854, en el seno de una familia judía, ella era la octava de doce hermanos. Aletta Jacobs era insistente y persistente y además tenía un padre feminista, quien la alentó a que ella cumpliera su sueño: estudiar. Su padre era un conocido doctor en los Países Bajos y ella era la que desde pequeña curioseaba junto a su progenitor en qué consistía eso de curar a las personas. Así nació la vocación de quién se convirtió en doctora en medicina, además de una de las grandes activistas de la historia por los derechos de las mujeres. Fue la primera mujer en acceder a la universidad en Holanda y para ello, de su puño y letra escribió una carta al entonces ministro del Interior, a cargo también de Educación, Johan Rudolf Thorbecke, quién le otorgó la correspondiente autorización para estudiar en la Universidad de Groninga. Y así se convirtió en la primera mujer holandesa en obtener un título universitario.
Fue una prestigiosa doctora y se involucró a fondo con las mujeres más desfavorecidas, como las prostitutas, divulgando métodos anticonceptivos no solo para controlar la natalidad, sino para combatir las enfermedades de transmisión sexual. Fue impulsora de los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres, abriendo una clínica gratuita donde atendía desde niños, indigentes a prostitutas y gracias a su labor se creó el primer centro de planificación familiar de Holanda. Su lucha no fue solo nacional, ya que Jacobs comenzó a aliarse con diferentes personas y organizaciones de otros países y se introdujo en el movimiento sufragista. Junto a las mujeres sufragistas recorrió el mundo alentando la igualdad y dejó a un lado la medicina. En parte gracias a su trabajo, en 1919 se aprobó en los Países Bajos el derecho de las mujeres a votar. Falleció el 10 de agosto de 1929, a los 75 años.

Aletta Jacobs, la tercera por la izquierda, junto con el resto de mujeres del Comité Holandés de Derecho de la Mujer al Voto, del que Jacobs fue presidenta. Foto: Archivo Nacional
Creo que habéis cometido un pequeño error al traducir «professor» por profesor/a. Un professor en Holanda es un catedrático.
Un saludo.
Gracias por tu comentario Marta, que en el caso de la senadora y catedrática Esther-Mirjam corregiremos de inmediato. Espero hayas disfrutado de la lectura del reportaje. ¡Un saludo! Marta Gómez-Rodulfo
y cual es la diferencia entre catedratica y profesora? Un catedratico no es un peofesor?
Estupendo artículo. Estoy de acuerdo en que la situación de la mujer en Holanda dista mucho de ser ideal. Para mí fue una sorpresa ver cómo muchas actitudes machistas y estereotipos sobre hombres y mujeres están totalmente implantados en la mente de la mayoría de holandeses. Muchos (y muchas) se niegan a reconocer que puede haber un problema, como si el feminismo fuese algo superado. Por otro lado, sí me parece que hay menos machismo en la educación que dan a sus hijos (me da la impresión de que son más abiertos en general a su autonomía y libertad personal, lo que beneficia a ambos sexos). Un saludo.
Gracias por tu comentario Paulo. Un catedrático es un profesor, en efecto, pero además es aquél que ha obtenido la categoría más alta en la enseñanza universitaria. Si bien los requisitos para serlo pueden ser diferentes en Holanda respecto de otros países, en todos los casos se trata de investigadores con años de experiencia que lideran uno o varios equipos de expertos. Un cordial saludo.