El mundo se ha urbanizado. Ya hace algunos años atrás que recibíamos la noticia de que por primera vez en la historia hay más gente viviendo en ciudades que fuera de ellas. En un contexto donde la ciudad pasa a ser el principal teatro de la vida humana es importante reflexionar sobre cómo habitamos ésta casa de todos, ésta segunda naturaleza, a la que damos forma pero la que también nos forma a nosotros mismos como personas y como sociedad. ¿Cómo nos relacionamos con el territorio? ¿Elegimos nosotros dónde vivir o hay factores externos que lo deciden por nosotros?
Hace pocos días atrás respondiendo a una pregunta sobre religión en Holanda dimos con dos mapas muy interesantes. El primero, del siglo XIX, mostraba la división entre religiones, especialmente la fuerte regionalización entre protestantismo al norte, y catolicismo al sur del río Maas. El otro mapa mostraba las votaciones a unas elecciones parlamentarias en 1963. Lo llamativo de la comparación era que ambos mapas coincidían casi con exactitud, la misma división religiosa de cien años atrás se veía reflejada en unas elecciones democráticas en los años 60. ¿Cómo es que coinciden un plano religioso con otro político con más de cien años de diferencia?
La anécdota de los mapas nos lleva a revisar el concepto de “Verzuiling” o mejor en nuestro idioma “Pilarización” (de “pilar” o “columna”), o sea, ordenar en pilares o encolumnar. Eran los comienzos de siglo XX y se trataba, tras años de conflictos y desacuerdos políticos y religiosos, de ordenar la sociedad según la filosofía de vida de cada grupo social. Así fue como protestantes, católicos, social-demócratas y liberales comenzaron a organizarse independientemente uno del otro, en los llamados “pilares”. Se veía en esto una manera de que los grupos pudieran convivir armónicamente sin confrontar con el otro.
Dos mapas en los que se representa, a la izquierda, los ayuntamientos según su religión y, a la derecha, los resultado de las elecciones de 1963.
Esto se manifestaba en que cada “pilar” tenía instituciones propias basadas en sus filosofías específicas. Poco a poco escuelas, asociaciones de vivienda, partidos políticos, sindicatos, cadenas de televisión y radio, periódicos y hasta hospitales responderían a una confesión o ideología específica para atender a su propio grupo social. Así, por ejemplo las emisoras radiales estaban divididas en KRO (católica), VPRO (protestante), VARA (socialista) y AMRO (liberal o general); y los partidos políticos, el VVD (liberal), el PVDA (socialista), el KVP (católico) y el ARP, CHU,CSP, GPV (protestantes).
¿Imaginan vivir en una ciudad dividida de esta manera? Porque así se fueron construyendo los nuevos barrios y ampliaciones urbanas en Holanda durante la primera mitad del siglo XX. Eran grupos humanos totalmente aislados el uno del otro, no por muros o fronteras reales, sino por unas espaciales culturalmente reconocidas: esa calle es el límite, aquel canal no se puede cruzar, aquella tienda no te venderá, aquella escuela no te aceptará.
Cuenta la historia que en 1942, en la ciudad de Doorn un grupo importante de estudiantes y de viejos y jóvenes arquitectos de Delft y Amsterdam se reunieron para reflexionar sobre la reconstrucción de las ciudades holandesas después de la Segunda Guerra Mundial. De esa reunión y del debate que vino después surgió en 1945 un “Programa de arquitectura para la construcción de viviendas” que quería ser una forma progresista de romper con la “pilarización” que ya muchos consideraban como algo caduco y que detenía el progreso hacia una sociedad moderna.
Lamentablemente, después de las elecciones de 1946, los “pilares”, sus dirigentes y élites establecidas, hicieron valer su poder político y no hubo el tal ansiado quiebre. La iglesia volvía a ser el centro de la vida urbana y no los barrios, como lo habían planeado aquellos arquitectos que deseaban otro tipo de sociedad. Así, aunque se construirían barrios y hasta nuevas ciudades que serían admiradas por todo el mundo por su atrevimiento y modernidad, tal cosa estaría limitada a la imagen exterior, porque la sociedad que las habitaba persistía en formas de organización conservadoras y de un enorme control social.
Distribución de los pilares según creencia religiosa y a la derecha, viñeta sobre la pilarización de una revista de 1910.
Una moderna Nagele llena de iglesias
Nagele es un pueblo diseñado en los años 50 por los arquitectos modernos más reconocidos de Holanda en ese momento: Gerrit Rietveld, Aldo van Eyck, Cornelis van Eesteren y la paisajista Mies Ruys, y construido sobre un recién creado polder, el Noordoostpolder. El pueblo sería diseñado bajos los preceptos del Nieuw Bouwen y de los reconocidos CIAM, Congresos Internacionales de la Arquitectura Moderna, donde su diseño fue presentado como caso de estudio. Pero detrás de la indudable modernidad, el pueblo, diseñado para no más de 1000 habitantes, contaba con cuatro iglesias y tres escuelas primarias (una libre, una protestante y otra católica) respondiendo a las bases de la pilarización.

Postal de Nagele con las cuatro iglesias
Recién en los años 60 con la emancipaciones sociales y la difusión de la televisión principalmente, así como por la secularización de la sociedad, comenzó lo que se llama la “des-pilarización” de la sociedad. Rápidamente los grupos sociales fueron entrando en contacto y las instituciones fueron abriendo sus puertas a los otros grupos, y finalmente ya no las iglesias sino los barrios comenzaron a ser el centro de las nuevas organizaciones urbanas, como lo habían proyectado los arquitectos unos veinte años antes.
Hoy no nos ordenan ni la religión, ni los arquitectos, y aunque pareciera que tenemos absoluta libertad de elegir donde vivimos, los planos que cierran el artículo de hoy nos muestran que quizás no sea tan así: ambos corresponden a las últimas elecciones del gobierno holandés llevadas a cabo el año pasado. En una se ven las mesas de votación ganadas por la Izquierda Verde (Groen Links) la otra muestra las mesas donde ganó la extrema derecha (PVV).
A la izquierda, mesas de votación ganadas por la izquierda verde y a la derecha las obtenidas por el partido de ultraderecha PVV.