Finalmente, el próximo 22 de julio, y después de más de 20 años de acuerdos, desacuerdos, diseño y compleja construcción, comenzará a funcionar la nueva línea de metro Norte-Sur de Ámsterdam (Noord/Zuidlijn). Esta línea, diseñada por el estudio Bentel Crouwel Architects, conectará el norte y el sur de la ciudad, cruzando el río IJ, recorriendo unos diez kilómetros por debajo del casco antiguo, a 25 metros de profundidad y transportando más de 120.000 pasajeros al día por siete nuevas estaciones.
Los metros no son solamente infraestructura o un servicio público más para la ciudad. Los metros abren una nueva dimensión urbana, tanto espacial como temporal. Recorrer la ciudad por su subsuelo a una velocidad que sería imposible de alcanzar en la superficie, cambia drásticamente esos parámetros y la vida diraria de sus habitantes.
En el caso de Holanda, el metro es además bastante reciente. La primer línea se abrió en 1968 en Róterdam, y en Amsterdam fue en 1977 pero sólo un pequeño tramo se encuentra bajo tierra. Esto se debe en gran medida a que hasta los años noventa no existía una tecnología que permitiera construir túneles en terrenos inestables, y la única posibilidad era abrir el trayecto hasta la superficie. Así ocurrió hace cuarenta años en el Nieuwmarkt, donde el antiguo barrio judío de Ámsterdam fue derribado y se aprovechó esta renovación urbana para construir el metro.
Veinte años de historia
La línea Norte-Sur también ya se proyectó en los años sesenta (Plan Stadspoor 1968), pero no prosperó por los grandes conflictos y la resistencia social que provocó la construcción de la primera línea, a lo que se le sumaron los altos costos que sobrepasaron todos los presupuestos. La palabra “metro” se convirtió entonces en tabú por largo tiempo en Ámsterdam.
Recién en 1996 se retomaría otra vez la idea de construir una línea que conectara el norte con el sur de la ciudad. El 25 de junio de 1997 se llevó a cabo una consulta popular en la que el resultado fue negativo: el 65% de la población estaba en contra de la construcción de un metro. Pero como la cantidad de votantes fue menor al 51%, el referéndum se declaró nulo y se pudo comenzar con el proyecto.
A fines de los noventa empezaron las primeras pruebas para excavar túneles sin abrir el suelo y en un terreno inestable, una tecnología que todavía generaba dudas respecto del impacto que tendría en las viejas construcciones del centro de la ciudad. Finalmente en 2002 el gobierno de Ámsterdam aprobó el proyecto, que preveía una inversión de 317 millones de euros y que estaría terminado en 2011.
La obra se enfrentó a grandes imprevistos y problemas técnicos que provocaron un retraso de siete años en la fecha de finalización del proyecto y un presupuesto tres veces mayor que el inicial, alcanzando los 900 millones de euros. Cómo pasar por debajo de la estación central de Amsterdam o cómo evitar hundimientos del terreno fueron algunos de los retos más complejos. Tras el hundimiento de entre dos a tres centímetros del terreno en Vijzelgraacht, en 2008 cuatro edificios históricos se hundieron más de 15 centímetros. La obra se paró seis meses y al retomarla el presupuesto se disparó a 2.000 millones de euros
Los problemas técnicos, financieros y políticos no han dejado de acumularse todos estos años y en el debate sobre si detenerla o continuar, siempre ha ganado la segunda opción. El pasado 20 de enero se realizó una última prueba, con una jornada de puertas abiertas en la que los ciudadanos pudieron inscribirse para participar del evento, recorrer y conocer las nuevas estaciones.
- Entrada de la estación de Vijzelgracht. Artista: Marjan Laaper. Foto: © Jorrit ‘t Hoen www.jorritphoto.com
- A la derecha, el edificio histórico de la estación central de Ámsterdam, cuya estabilidad supuso todo un reto durante la construcción del metro en su subsuelo. Foto: Pixabay.
Y finalmente, habrá metro
La obra fue un enorme desafío técnico dadas las condiciones iniciales: un suelo inestable y húmedo y sobre éste la ciudad histórica de Ámsterdam fundada, casi como flotando podríamos decir, sobre pilotes de madera, algunos de ellos con más de 700 años de antigüedad. Estas son las siete estaciones que abrirán sus puertas en unos meses:
Noord es la estación de comienzo o fin del recorrido, y se encuentra en la superficie. Una importante estructura de acero y vidrio será un nuevo punto de referencia en Ámsterdam Norte.
Noorderpark es la más antigua de las del recorrido. Construida hace unos diez años, se espera que diariamente la utilicen unos 10 mil pasajeros.
Amsterdam Centraal se encuentra bajo el edificio histórico de la estación de tren. Lograr que el monumento centenario del arquitecto Cuypers se mantuviera intacto mientras se instalaba un túnel de 136 metros desde el puerto hasta su ubicación final, fue todo un desafío de ingeniería.
Rokin contará con una exposición de unos 700.000 objetos arqueológicos hallados durante la excavación, dado que el recorrido atraviesa el que alguna vez fue el fondo del rio Amstel.
Vijzelgraacht tendrá las escaleras más largas del Benelux, con 94 escalones.
De Pijp tuvo que resolverse en el estrecho espacio que ofrece la calle Ferdinand Bolstraat, por lo que los carriles se encuentran superpuestos entre los 16 y 25 metros de profundidad
Europaplein está ubicada bajo la plaza con el mismo nombre y es, con diez metros, la estación a menor profundidad del recorrido.
Zuid será el otro extremo del recorrido, en el corazón de este nuevo barrio económico y residencial de Ámsterdam. Se integrará a las conexiones existentes del metro y al tren conformando aquí un importante nudo urbano.