Desde la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales, la marina mercante que acabó dominando el comercio occidental con Asia en el siglo XVII, hasta los boers que se instalaron en Sudáfrica un siglo después, los granjeros y los marineros holandeses han protagonizado la historia de los Países Bajos dentro y fuera de sus fronteras. Hoy numerosas propuestas turísticas ofrecen una vuelta a estos orígenes, a esta doble identidad de los holandeses que se ha perdido en las grandes ciudades. Porque basta alejarse del casco urbano para que Holanda huela a mar y a granja. Gaceta Holandesa ha realizado una selección de los alojamientos más atractivos del país tanto para disfrutar de la vida rural calzándose unos zuecos como para abandonar tierra firme y subirse a un velero centenario.​

Yo soy marinero

No hay un tipo de barco en Holanda que no tenga su versión en alojamiento turístico. Casas-barco, barcazas, transatlánticos, veleros, penichettes, barcos de vapor, etc. son innumerables las opciones para disfrutar de una experiencia marítima o fluvial. Pero si la intención es trasladarse en el tiempo y renunciar a las comodidades de hoy en día, en estos camarotes uno podrá sentirse como Marty McFly:​

Velero centenario (Friesland) – Het Wakend Oog es un velero construido en 1897. Desde hace tres años funciona como alojamiento turístico y en él pueden alojarse hasta cinco personas y pasar una o dos noches navegando por el Slotermeer. El capitán ofrece un paseo de unas dos horas, noche en el lago lejos del ruido y desayuno en el barco a la mañana siguiente, por 150 euros para dos personas.

Transatlántico de los años sesenta (Róterdam) – Alojarse en sus amplios camarotes garantiza una vuelta a la década dorada del transporte marítimo, cuando transatlánticos como éste hacían del viaje a Estados Unidos toda una experiencia vital. Con sus 228 metros de largo, el SS de Róterdam se convirtió en un icono de la ciudad y hoy es uno de sus hoteles mejor recomendados. Decoradas con el mobiliario de la época, sus habitaciones eran los camarotes de lujo de entonces. Disponen de habitaciones familiares, piscina en la cubierta y todo tipo de cafés y restaurantes a precios económicos en relación con la oferta hotelera de Róterdam.

Habitación Manhattan con el mobiliario original © SS Rotterdam

Barco de pesca de arenque (Kampen) – Durante siglos, los marineros que faenaban en las aguas del Mar del Norte lo hacían en grandes barcos como éste, destinados a la pesca del arenque. Construido hace más de un siglo, el Oban es hoy un majestuoso velero con el que sus propietarios organizan vacaciones en grupo de todo tipo: una buena manera de conocer Holanda desde el otro lado, lejos de la orilla.

Aprendiendo a navegar en el Oban © Sail Oban

Yo soy granjero

Los hay quienes prefieren ver el agua de lejos. Y para ellos, Holanda cuenta con kilómetros de pasto donde el hombre ha logrado dominar a la naturaleza y las granjas proliferan en sus versiones más heterogéneas. A pesar de tener un precio más elevado de lo esperado, en ellas se ha popularizado el llamado glamping: tiendas de campaña acondicionadas como si se tratara de un bungaló pero aisladas y sin las atracciones típicas de un camping. A esta tendencia se añade la de restaurar casas de labranza, establos y otras construcciones típicamente rurales hasta convertirlas en apartamentos con encanto para toda la familia. Aunque sentirse como un granjero de antaño es tarea casi imposible, estas propuestas se acercan a la esencia de la vida rural del interior de Holanda:​

Glamping rural – Tiendas de campaña con glamour, pero sin televisión, luz eléctrica ni agua caliente. Durante los meses de primavera y verano, Boerenbed ofrece estas tiendas en granjas repartidas por todo el país donde los visitantes pueden participar en las tareas diarias del cuidado de los animales. En su interior, las tiendas están diseñadas para retroceder en el tiempo a la vida granjera de principios del siglo veinte.

Interior de una de las tiendas, con la cama empotrada al fondo © Het Betere Boerenbed

Grondulows entre vacas (Overijssel) – Así denominan sus propietarios a este conjunto de bungalós sostenibles, construidos en medio de una zona de pasto, con tejado de césped y forma semicircular. Alquiler de bicicletas y productos biológicos completan esta experiencia de turismo rural en su faceta más natural, que rinde homenaje a la vida sencilla alejada de la gran ciudad.

Apartamentos exclusivos en apriscos y establos – En las regiones de Twente y Overijssel, al este del país, existen estas dos granjas que han reconvertido una antiguo aprisco y un establo, respectivamente, en alojamientos con todo el estilo del urbanita más exigente. Así, el establo de De Rheezer Kamer se transforma en un dúplex decorado en tonos cálidos, disponible para un máximo de tres personas y por 135 euros la noche. Cerca de la frontera con Alemania se encuentra Erve Scholten, una granja con tres alojamientos cuyo refugio de pastores y ganado es hoy un alojamiento de dos plantas con varias camas empotradas, típicas de las zonas rurales. Con capacidad para diez personas, la casa ronda los 600 euros por el fin de semana.