Puede que Gouda sea internacionalmente conocida por su queso, pero esta ciudad, de algo más de 70.000 habitantes, situada en el corazón verde de Holanda y a una distancia casi equidistante de Róterdam, Utrecht y La Haya, tiene mucho más que ofrecer al visitante que las famosas ruedas amarillas y su tradicional mercado. Por estas fechas, además, la ciudad le planta cara a la época más oscura del año con la cálida luz de miles de velas, que el próximo 14 de diciembre alumbrarán el casco histórico durante el evento Gouda bij Kaarslicht.

Un paseo por las calles del centro histórico, con su aroma a caramelo y canela, transportan al viajero a otra época en la que la ciudad se enriquecía por el paso de miles de barcazas cargadas de mercancías, a través de esclusas y canales medievales por los que hoy discurren pequeñas embarcaciones de recreo y el ocasional barco turístico en el verano.

Construida sobre una zona originariamente pantanosa, Gouda fue una de las ciudades más importantes de Holanda durante la Edad Media y parte del Siglo de Oro, y debe su nombre al río Gouwe que confluye con el Ijssel en este punto. Es precisamente esta estratégica ubicación a la que debe su prosperidad inicial como puerto que abría una nueva ruta comercial entre Francia, Holanda y el Mar Báltico.

Al calor de esta importante vía fluvial, floreció también otro tipo de comercio e industrias locales como la producción de pipas de fumar, el famoso comercio de quesos, las fábricas de cerveza –en el siglo XV Gouda contaba con 200–, las velas, o la cerámica, que contribuyeron significativamente a la riqueza de la ciudad. Y a pesar de que sufrió dos incendios devastadores, y que ha conocido épocas de penuria, Gouda tiene uno de los centros históricos mejor conservados de Holanda: testimonio de un esplendor y una rica historia que abarca más de ocho siglos. Y es hoy una pequeña ciudad que se reinventa sin perder la conexión con su vibrante y a veces tumultuoso pasado.

A la luz de la velas en el corazón del invierno, o en verano cuando las granjas de los alrededores despliegan su producto estrella en la plaza del mercado, Gouda es una pequeña ciudad con mucho encanto que merece la pena descubrir.

La plaza del Mercado y la iglesia de San Juan, dos joyas medievales

La plaza del mercado, una de las más bonitas de Holanda, es un conjunto armonioso de edificios bajos en cuyo centro destaca el antiguo ayuntamiento. Un magnífico edificio de estilo gótico flamenco que fue construido en el centro de esta plaza triangular para protegerlo del fuego y que podría servir de decorado ideal para una serie inspirada en la Edad Media. Bajo la escalinata renacentista aún se aprecian los ventanucos de los calabozos. Y en la parte posterior del edificio, se encuentra el patíbulo donde hasta mediados del siglo XIX se ajusticiaba a los condenados.

A escasos metros del antiguo ayuntamiento encontramos De Waag, el edificio de la balanza pública, en el que se pesaban los productos que llegaban al mercado para determinar los impuestos que debían pagar. Al igual que los que se encuentran en otros puntos de Holanda, su fachada proporciona una pista de cuál era el producto más vendido en esta plaza. Hoy alberga la oficina de turismo y el museo del queso.

Saliendo de la plaza en dirección al puerto encontramos la iglesia de San Juan, que destaca por su longitud –es la más larga de Holanda– y sus espectaculares vidrieras. Unas de las pocas que sobrevivieron a la destrucción de símbolos católicos que tuvo lugar con la reforma protestante. Estas imágenes pintadas “a fuego” sobre el vidrio, tienen un gran valor artístico, pero sobre todo histórico. Además de la vida de San Juan Bautista, patrón de la ciudad, relatan la historia de los Países Bajos a través de los encargos hechos por sus prominentes patrocinadores. Entre los que se cuentan Felipe II, cuando las provincias neerlandesas aún formaban parte del imperio español, María Tudor o Margarita de Parma. Personajes retratados en los vitrales más altos de la iglesia. También Guillermo de Orange –el líder de la rebelión contra la Corona española que condujo a la Guerra de los Ochenta Años y posterior independencia de las provincias neerlandesas–, ocupa un lugar destacado en otro de los grandes ventanales. Durante la Segunda Guerra Mundial las vidrieras fueron desmontadas y ocultadas en granjas cercanas a Gouda y en las dunas. Una de las vidrieras más modernas conmemora precisamente la liberación de Holanda en 1945.

A mediados de diciembre, este entorno adquiere una magia especial cuando el antiguo ayuntamiento y la mayoría de los lo edificios de la plaza del Mercado se iluminan con la luz de miles de velas

A mediados de diciembre, el casco histórico adquiere una magia especial cuando el antiguo ayuntamiento y la mayoría de los lo edificios de la plaza del Mercado se iluminan con la luz de las velas, como antesala de la Navidad, dentro del marco del evento Gouda bij Kaarslicht. Un verdadero festival de luz y tradiciones que incluye conciertos de villancicos, representaciones teatrales y mercadillos navideños repartidos por diversos lugares del centro, y que se prolongan hasta bien entrada la noche, dependiendo de  la ruta que se escoja. Y las hay para todos los gustos: desde la tradicional de los coros clásicos que discurre por varias iglesias hasta la ruta teatral que arranca en la fábrica de chocolate y pasa por el puerto fluvial; la animada ruta del pop o la infantil, en la que los niños de Gouda demuestran su talento musical. Pero sin duda el punto culminante es la ceremonia oficial de iluminación del enorme abeto navideño situado frente al antiguo ayuntamiento, que se celebra entre la siete y las ocho de tarde, y que este año cuenta con actuaciones de estrellas locales como la cantante de ópera Tania Kroos.

El museo de Gouda

Este museo, ubicado en el edificio del antiguo hospital de Santa Catalina que data del siglo XIV, es de visita obligada para los amantes de la historia y la cerámica modernista (Goudse Plateel), uno de los productos más refinados producidos en Gouda. Entre los cerca de 40.000 objetos que se exhiben, pueden verse además una importante colección de pintura francesa y holandesa del siglo XIX y hasta un cocodrilo disecado que cuelga del techo en la antigua farmacia del hospital. La sala de cirugía con su temible instrumental permite hacerse una idea de la terrible prueba por la que pasaban los pacientes en el pasado. Afortunadamente la cafetería del museo, situada en la parte mas baja del edificio, ofrece un marco incomparable para reponerse de la impresión, y cuando luce el sol y la temperatura lo permite, se puede disfrutar de su encantadora terraza y jardines aledaños.

museum gouda

Interior del museo de la ciudad. © VVV Gouda

Cultos muy diversos

La historia de Gouda se puede leer también en la diversidad de sus edificios religiosos: iglesias católicas clandestinas u otras que fueron mutiladas durante la reforma protestante y de las que sólo queda una torre solitaria, como la de Nuestra Señora o la de Santa Bárbara; la sinagoga que perdió casi la totalidad de su congregación durante la ocupación nazi; y una de sus más recientes incorporaciones, la mezquita cercana al molino ‘Slot, en cuyas inmediaciones se encontraba antiguamente el castillo de la ciudad, que fue destruido en 1577 para evitar que cayera en manos de las tropas españolas. Fieles a la tradición holandesa de instalar pistas de patinaje en los lugares más variopintos, Gouda no podía ser menos y por primera vez, desde el 14 de noviembre y hasta el 16 de diciembre, se puede disfrutar de esta afición tan arraigada dentro de una iglesia, la neogótica Gouwekerk.

goudse ijsbaan

La pista de patinaje dentro de una iglesia neogótica © VVV Gouda

Calles con carácter

Otro de los elementos distintivos de Gouda es el dinamismo y creatividad de su comercio independiente. Una de las calles más interesantes es el Lange Groenendaal. Una calle con conciencia en la que triunfan los productos ecológicos y de comercio justo, y que deja claro que la sostenibilidad no está reñida con el diseño. Tiendas como Kersvers, donde se pueden adquirir desde libros infantiles o modernos recipientes de acero inoxidable, hasta contratar un servicio de alquiler y lavado de pañales ecológicos, o Karakter, una boutique que evidencia que se puede ir a la moda y contribuir a la sostenibilidad del planeta, son buenos ejemplos. Y si las compras les dejan exhaustos, en la misma calle tienen una pastelería de toda la vida, Van Vliet, y una agradable cafetería, Curcuma, donde degustar un almuerzo vegetariano o hacer un alto en el camino con una infusión de jengibre. Y tras la fachada de los antiguos baños municipales, un edificio de 1920 del estilo arquitectónico de la Escuela de Ámsterdam (restaurado con gran respeto por los detalles originales), se esconde el Spa Gouda. Un oasis donde desprenderse del stress de la vida moderna, sin las aglomeraciones de los establecimientos más grandes, y que combina unas instalaciones modernas con una atmósfera oriental.

Quesos y galletas de caramelo

El queso de Gouda es quizás el producto más conocido de la región. Su fórmula original data del siglo XIV y aunque hoy en día se produce principalmente en fábricas, todavía quedan queserías en localidades cercanas como Stolwijk, que lo elaboran de manera artesanal.

Los amantes del queso serán felices en tiendas como la Kaaswinkeltje que, junto a las variedades locales más tradicionales, ofrece creaciones tan originales como el queso de Gouda con lavanda (de un peculiar color azulado) o el queso con Sambal (de un peligroso tono rojizo que advierte de su alto contenido en chiles y guindillas). También podrán asistir a una recreación del mercado de queso que tiene lugar los jueves (de abril hasta finales de agosto) en la Plaza del Mercado. El mismo lugar en el que durante siglos agricultores y comerciantes negociaron los precios de este preciado producto, hasta que bajó el telón en 1987.

Otro producto local que pisa fuerte son los gofres (stroopwafles o siroopwafles) que se elaboran en diversas pastelerías y que inundan con su delicioso aroma las calles del centro histórico. La pastelería Kamphuisen ofrece además la posibilidad de hacer un tour por sus instalaciones, y hacer tus propios gofres, actividad muy popular entre los niños de todas las edades.

Paseos

Es fácil recorrer Gouda a pie. El casco histórico está muy bien delimitado por la línea del agua y si uno va armado con un buen mapa, es difícil perderse. Otra opción es sumarse a alguno de los paseos ofrecidos por el Gremio de guías de Gouda, que por un módico precio ofrecen unos recorridos temáticos de la ciudad. La mini guía “Gouda: un paseo por la historia”, obra del mismo Gremio, es otra excelente opción que permite hacer el recorrido de tres kilómetros y medio uno mismo, siguiendo la ruta por los puntos mas emblemáticos de la ciudad. Y explorar también los contornos del centro histórico acercándose hasta el Museo del Puerto. Un museo al aire libre en el que convergen la vieja Gouda, con sus tradicionales embarcaciones y almacenes antiguos a un lado, y la Gouda más industrializada al otro lado del agua.