Rob Wolfs ejemplifica como nadie el verso de “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Aunque en su caso, explorar nuevos senderos en uno de los países más urbanizados y poblados de Europa es como buscar agua en el desierto. Pero él no desiste. Porque Wolfs es de profesión paseante, y ahora que se ha jubilado reconoce que prefiere publicar rutas de manera independiente que ajustarse a las condiciones que le imponía su empresa, la de ferrocarril NS, cuyas rutas para caminar son de las más populares de Holanda. Como no podía ser de otra manera, la entrevista tiene lugar recorriendo uno de los bonitos espacios verdes de las afueras de Arnhem, muy cerca de su ciudad natal. A lo largo de estos diez kilómetros de caminata por humedales, bosque y llanura, cuenta a Gaceta Holandesa cómo pasó de dedicarse a la literatura neerlandesa en la universidad a diseñar rutas como voluntario, mientras cuidaba de sus dos hijas a tiempo completo. Y así, paso a paso, Rob Wolfs confiesa que, sin preverlo, ha logrado encontrar el secreto de la felicidad. Y gran parte de culpa la tienen sus botas desgastadas.
Dicen de usted muchos aficionados al senderismo en Holanda que sus rutas son las mejores, que son especiales, ¿por qué?
Creo que tiene que ver con que me recreo en las descripciones, utilizo más texto de lo habitual para explicar lo que se va viendo por el camino. Mis rutas no son esquemáticas y eso la gente lo agradece. Y lo más importante es que busco senderos y caminos intransitados. También intento que haya variedad de cosas interesantes, lograr un equilibrio entre elementos de la naturaleza y otros de carácter histórico, como los búnkeres de la Segunda Guerra Mundial o el lugar donde hubo un castillo romano que están repartidos por este paseo. Me gusta que haya una buena parte de espacio abierto, donde podamos ver agua, arbusto bajo, granjas al fondo y bosque por supuesto (señala a su alrededor). Evito las rutas en las que se camina 15 kilómetros por un denso bosque, por ejemplo.
En Holanda hay más de 75.000 kilómetros de carril bici y más de la mitad de la superficie es explotación agrícola, se lo ponen muy difícil a usted para dar con senderos perdidos ¿no cree?
Bueno aquí lo ves, hemos salido hace poco de la estación de tren (de Arnhem) y ya estamos en la naturaleza. Es cierto que Holanda está lleno de carriles bici, y lo malo es que aunque están permitidos también para los paseantes, en zonas como el Randstad puede ser muy incómodo pasear por ellos por la cantidad de ciclistas que pasan. Debería señalizarse que es para ambos, porque así al menos, si occure un accidente con algún ciclista, los caminantes están protegidos jurídicamente. O todavía mejor, debería haber más senderos paralelos a los carriles bici para los paseantes. Sencillamente un estrecho caminito, señalizado, con eso basta. Dicho esto, pasear por los carriles bici menos transitados es agradable y todavía hay muchos caminos por descubrir. Conozco mucho del país pero no todo y cada vez me sorprendo con nuevas rutas que me gustaría dar a conocer. Sigo pensando que si se busca a conciencia se pueden encontrar en Holanda parajes muy bonitos, sin montañas comparables a las de Alemania o Francia, pero más variados de los que uno cabría esperar para un país tan pequeño y tan poblado. Y es que aquí, la fuerza de la naturaleza se encuentra en los pequeños detalles, allí reside la diversidad y la belleza. Los holandeses tenemos la suerte de tener los espacios verdes cerca de casa, accesibles para todo el mundo. A menudo me encuentro con gente que me dice que gracias a mis rutas han descubierto rincones preciosos al lado de casa. Y eso me llena de orgullo.

Arriba, paisaje de Meinerswijk. A la derecha, en un momento de la entrevista, recorriendo esta ruta cercana a Arnhem. © Fernández Solla
Entre sus rutas apenas se encuentran algunas en el Randstad, ¿es difícil dar con paseos atractivos en esta zona tan poblada del país?
No en absoluto. La única razón por la cual no tengo rutas en el Randstad es porque me pilla lejos, y al vivir cerca de Arnhem me he especializado en el este del país. Es cierto que en el oeste hay más limitaciones de espacio por lo poblado que está pero aún así, mi colega Rutger Burgers, que vive en Ámsterdam, desarrolla rutas desde hace años y él demuestra que es posible encontrar espacios bonitos por los que pasear en el Randstad. Es un trabajo más complicado, un buen reto para un caminante, eso es cierto, pero si ahora tuviera que darte un listado con las diez rutas más recomendables del país, una o dos estarían sin duda en el oeste del país. Y relacionadas con la costa, por supuesto. Siempre me ha sorprendido que en una zona tan urbanizada y poblada uno pueda encontrar la paz y la tranquilidad en medio de la ruidosa ciudad, gracias a senderos y caminos cercanos o incluso zonas verdes dentro de la propia ciudad.
Cuáles son sus espacios verdes favoritos?
Son dos: uno en el noreste de Twente, por Ootmarsum y en Gelderland, un lugar llamado Winterswijk, cerca de la frontera con Alemania, donde existe una zona de cultura tradicional antigua con una gran variedad en el paisaje, y donde además hay muchos caminos y senderos que todavía no están en ninguna ruta.
Usted se dio a conocer escribiendo para la red de ferrocarril NS, cuyas rutas son muy conocidas en Holanda. ¿Por qué lo dejó?
Trabajé durante años para ellos, como responsable del departamento que hace estas rutas, pero lo dejé porque me limitaban demasiado. No me gustaba que tuvieran que estar tan marcadas, con pegatinas por todo el recorrido, y que deban empezar y terminar en una estación. Además debíamos obtener el permiso de cada propietario del terreno y eso lo complicaba todo. Aunque era una minoría las personas que se negaban a que pusiéramos un poste marcando el camino, cuando esto ocurría era una pena, porque estábamos obligados a evitar tramos que yo consideraba muy bonitos, por falta de permiso. Si el ayuntamiento o el Gobierno estuviese dispuesto a compensarles mejor económicamente quizás esto no pasaría. Porque lo cierto es que cuando creábamos una ruta para NS, a menudo se llenaba de gente, y eso es algo que al granjero en cuestión no le hace gracia, y es lógico. En las rutas que hago ahora, descritas en el texto pero no marcadas sobre el terreno, esto no pasa, y eso es una gran ventaja. En estos casos uno puede caminar por cualquier terreno de acceso libre, y en Holanda son muchos, sólo hay que evitar aquellos donde queda bien claro que está prohibido pasar.
Caminar es una actividad que se ha popularizado muchísimo en los últimos años y ya no vemos a un sólo tipo de paseante, sino a muchos grupos diferentes. Y aunque las rutas de NS siguen siendo muy conocidas, ya no son las únicas, ya no tienen la exclusividad. Las de NS siguen teniendo seguidores entre los que se inician en esto, porque te llevan de la mano, desde que sales del tren en la estación. Pero han surgido otras muchas webs muy atractivas.

© Alicia Fernández Solla
«Esto es Holanda: agua, verde y la ciudad al fondo. El contraste entre el paisaje urbano y el rural, cerca uno de otro, me gusta mucho. En Holanda existen espacios más alejados de todo, pero sí, este es el típico paraje holandés».
En referencia al paseo que recorrimos y que puede descargarse en su página web
¿En qué ha cambiado su trabajo desde que internet se ha convertido en su plataforma?
El cambio ha sido radical. En primer lugar porque ahora se tiene un contacto directo con los demás senderistas, que comentan y califican las rutas y en segundo lugar porque la dinámica es distinta: las reacciones que recibo cada semana me sirven para actualizar cada una de estas rutas, y hacerlo de una manera mucho más precisa que antes. Ellos me dicen cuando un acceso se ha cerrado o cuando el poste con la indicación ha desaparecido del camino…y así las voy revisando. Es cierto que es un trabajo más arduo que antes porque cada semana paso horas actualizando todo, pero a cambio todas están mejor. Además cuando las comparto en blogs, en Twitter o en Facebook y veo que la gente se las descarga en seguida, eso me anima mucho a seguir escribiendo más.
Aún así, ¿le queda tiempo para seguir caminando tanto como antes?
Sí claro, es lo que más me gusta hacer, estar al aire libre, disfrutando del paisaje y del silencio. Salgo a caminar al menos tres o cuatro días por semana, unos 15 kilómetros de media, y dos de ellos con mi mujer, como siempre hemos hecho. Ahora que los dos estamos jubilados es más fácil. Con otros amigos que conozco de este mundillo también camino porque solo no me gusta tanto, lo hago, pero prefiero ir acompañado charlando, es más divertido. Caminar es algo que hacía por placer antes de convertirlo en mi trabajo, y ahora, después de años de dedicarme a ello profesionalmente, vuelve a ser mi afición. Cuando nuestras hijas eran pequeñas también salíamos a pasear, no era tan fácil, pero nunca dejamos de hacerlo. Ellas ahora no pasean, quizás porque nos pasamos y le han tomado manía (ríe).
Este verano ha sido el más seco que se recuerda, ¿lo ha notado en el paisaje?
Mucho, la sequedad de este año ha sido extrema, nunca había visto el campo así, también en los ríos y canales. Pero en el paisaje es exagerado. Pero a pesar de todo, sí que veo cómo la naturaleza recupera su espacio rápidamente, cuando se le deja. Aunque para darle este espacio, en Holanda hay que quitárselo al cultivo o a los animales. Esto me recuerda lo que se está haciendo en Oostvaardersplassen, donde la situación se les ha ido de las manos y ahora están matando a cientos de ellos para frenar la superpoblación. Es la consecuencia de un experimento idiota, un sinsentido, que no tiene nada que ver con una idea de naturaleza salvaje. ¡Si viven dentro de una valla! puro politiqueo de los que no saben cómo lidiar con la naturaleza. Animales sin depredadores, cercados… Horrible.
¿Cuál es su estación favorita del año para caminar?
Para mí son la primavera y el otoño, porque en la primavera todo nace de nuevo, lleno de color, y en otoño, la paleta de colores varía pero sigue siendo un espectáculo, el paisaje se llena de tonalidades ocres y marrón. La luz es muy bonita en estas épocas del año y el cielo cambiante, con las nubes, me gusta mucho. Además prefiero caminar cuando no hace ni demasiado calor ni demasiado frío, 17 o 18 grados es perfecto. Lo demás no es una limitación para mí, tanto si llueve como si nieva o si hace viento, caminamos igual. Sólo si sé de antemano que lloverá mucho, entonces no salgo, pero no pasa a menudo.

Arnhem al fondo y Rob Wolfs en un momento de la entrevista © Fernández Solla Fotografie
Usted comparte lo que ve con los demás y sus rutas tienen un éxito enorme, ¿no siente que al desvelar un nuevo camino, está, de alguna manera, restándole parte de esa magia de la que usted disfruta al descubrirlo sólo?
Sí…en cierta manera así es. Pero por otro lado tengo la seguridad de que el colectivo al que me dirijo sigue siendo marginal, si lo comparamos con los ciclistas por ejemplo. Si uno se sale de la ruta más conocida, la Pieterpad, que recorre el país de norte a sur, lo normal es encontrarse con poca gente y que además suele ser muy respetuosa con el entorno y camina tranquilamente.
En qué está trabajando en este momento?
Ahora estoy redactando un libro de rutas por las llamadas colonias de la Sociedad de la Benevolencia, en Drenthe (fundadas en 1818 para acoger a 52 familias humildes procedentes de todo el país a las que se les formaba para ser granjeros). Empiezo siempre con los mapas en el ordenador, diseño la ruta de antemano y luego la pruebo en “el terreno”. Y bueno, son ya tantos años de experiencia que en el 90 por ciento de los casos la experiencia paseando coincide con lo que tenía antes en mente. El 10 por ciento restante suele ser para pulir los detalles, o para aportar una vista que me parece más atractiva que otra mientras camino…
Según diversos estudios sobre la felicidad, dedicarse a los demás y estar en contacto con la naturaleza son claves para una vida plena. Usted además ha hecho de su afición su dedicación. ¿Parece que ha encontrado el secreto de la felicidad?
Así es, y cada día me doy cuenta de ello. Mi mujer hace voluntariado en el sector de la salud, donde siempre ha trabajado, y juntos caminamos otros dos días. Además tenemos la suerte de que nos llevamos muy bien con nuestras hijas y podemos cuidar de nuestros nietos dos veces por semana. Esto es disfrutar de la vida, sí.
Todas las rutas de Rob Wolfs pueden descargarse gratuitamente aquí.