Peter Blom empezó a trabajar en Triodos Bank desde su fundación en 1980. Esta entidad financiera de origen holandés se ha coronado como la representante de la banca ética en Europa y hoy está presente en España, Reino Unido, Holanda, Bélgica y Alemania. Convertido en un banco de tamaño medio, Blom capitanea una nave que debe mantenerse fiel a su compromiso social y medioambiental mientras crece y se adapta a un entorno normativo que a menudo juega en su contra. Este economista admirador de las teorías del anarquista ruso Peter Kropotkin, se confiesa un optimista nato y promulga, sin tapujos, que el beneficio económico no debe ser un fin en sí mismo. Después de varias décadas lanzando el mensaje, ya no es el único.
¿Cómo se mantienen fiel a sus principios de banca ética al tiempo que crecen tan rápido?
No creo que tengamos que limitar nuestro crecimiento para mantenernos fieles a estos valores, todavía no nos ha pasado. Es como una planta: si está cultivada en un buen terreno y se riega y cuida constantemente, crecerá de forma saludable. Crecer es un proceso natural y nosotros queremos hacerlo sin maximizar nuestros recursos. Tenemos la ventaja de que nuestro banco se fundó con unos principios muy claros, tan fuertes que no han cambiado desde 1980. Triodos nació con el objetivo de transformar el sistema financiero y de provocar un cambio en la sociedad a través de la financiación de proyectos que vayan en ese sentido. La banca ética está en nuestras raíces, en nuestro ADN, por lo que por mucho que crezcamos nunca nos alejaremos de esa esencia.
Actualmente Triodos cuenta con más de 600.000 clientes en Holanda lo que le convierte en un banco de tamaño medio. Esto implica acatar una nueva regulación que puede afectar a su manera de trabajar, como una mayor dificultad para la concesión de préstamos pequeños, ¿cómo se enfrentan a este nuevo panorama?
El entorno normativo más bien nos estimula a crecer más, porque si somos más grandes nos resultará más fácil digerir todos los costes asociados a esta nueva regulación. La cuestión fundamental sería si unidades de negocio más grandes podrían seguir garantizando la participación de todos los trabajadores y la innovación tal y como lo hacemos ahora. Es un juego de equilibrio constante. Y respecto de nuestras filiales, éstas funcionan de manera bastante independiente, si bien trabajamos cada vez más como un sólo banco y tendemos a realizar más estrategias de forma conjunta. La filial española, por ejemplo, depende jerárquicamente de esta sede, en Holanda, pero la estrategia comercial en el mercado español la llevan a cabo ellos directamente. Y es distinta de la que seguimos aquí: por ejemplo en España contamos con 21 oficinas comerciales. En Holanda no hay ninguna.
Sorprende que Triodos, tras abrir filiales en países vecinos como Bélgica y Alemania, se lanzara con España, ¿por qué?
Nos vino dado, nos contactó un grupo de inversores y empresarios españoles con experiencia en el sector de las ONG que estaban interesados en implementar un banco ético en España. Empezaron las conversaciones y poco a poco fuimos dándole forma a la filial. Para la sociedad española de 2004 un banco así era algo muy nuevo, aunque ya había un movimiento social de reacción al sistema político actual y la agricultura ecológica ya empezaba a tener cierto peso. Y había otras organizaciones como la ONCE que buscaban un banco con el que desarrollar sinergias. Así que sí podemos decir que existía un tejido que permitía el desarrollo de un banco como el nuestro en España pero sin la ayuda de estos emprendedores españoles no habría sido posible instalarnos allí porque nosotros, desde Holanda, desconocíamos la idiosincrasia del país. Pero al final, algo que nosotros no habíamos previsto, gracias a esta colaboración, nos está yendo muy bien. No sé si es por el aspecto pasional de la cultura española, pero lo cierto es que poco después de abrir la filial, la cartera de clientes creció muy rápidamente. Hubo mucha gente convencida de nuestros valores que se decía “esto es lo que quiero, esto es en lo que creo, me voy a Triodos”. Nuestros compañeros en España nos contaban que era como si la gente percibiera que a través de nosotros podía echar una mano a su comunidad, mejorando la calidad de su entorno. Lo que antes hacían las cajas rurales ahora podía ofrecerlo Triodos. Estas relaciones humanas, cercanas, no son tan fuertes en los países del norte de Europa y la motivación de nuestros clientes es algo distinta.
Sus clientes ¿le piden responsabilidades si financian proyectos que a su parecer no son éticos? ¿Cómo se enfrenta un banco a críticas de fondo moral como estas?
En ocasiones nos llegan clientes descontentos porque ven en nuestra web que financiamos proyectos sostenibles de organizaciones religiosas, por ejemplo. Solemos argumentarlo cuando nos piden explicaciones y si la crítica es muy mayoritaria dejamos de financiar el proyecto en cuestión. Por ejemplo, con el escándalo de Volkswagen lo tuvimos claro, dejó de ser inversor nuestro. Y aquí en Holanda hemos tenido el caso de una organización de Róterdam que forma a imanes. Realmente creímos que era una buena idea financiar una iniciativa de educación de líderes religiosos musulmanes dentro de la sociedad holandesa, pero no resultó ser como esperábamos. El responsable de esta organización transformó la idea de base y la convirtió en algo más parecido a una secta que en un centro de formación, por lo que nos vimos obligados a retirarles el préstamo. Pero este es un caso aislado porque en general las organizaciones religiosas funcionan estupendamente. Sigo creyendo que, aunque este sector entraña ciertos riesgos, hay que analizar cada caso y no cerrar la puerta a nadie.
El uno por ciento de los proyectos que ustedes financian en Holanda está relacionado con la antroposofía, el movimiento del que nació Triodos Bank en los setenta, ¿no tienen reacciones contrarias al respecto?
Bueno, la afinidad del banco con la antroposofía no es ningún secreto pero quiero dejar claro que ni financiamos todos los proyectos de esta ideología ni somos un banco antroposófico. Y no, no solemos recibir críticas al respecto.
¿Qué factores influyeron para que un banco como Triodos surgiera en Holanda?
Siete años antes ya se había fundado en Alemania el primer banco sostenible, GLS. Los fundadores de Triodos oyeron hablar de él y quisieron replicarlo aquí. Así que el nuestro no fue el primero. Y quizás no tenga tanto que ver dónde nació sino cuándo, ya que surgió como consecuencia de los movimientos renovadores de los sesenta, que buscaban una nueva política y nuevas instituciones financieras. Francia y Alemania lideraron el proceso y Holanda les siguió. La democratización de los negocios, la fuerza estudiantil de las universidades, todo ello se gestó en esta época post mayo del 68 y como era de esperar, también llegó al sector financiero. Los bancos de aquella época eran relativamente pequeños comparados con los que conocemos hoy en día, pero parecía claro que las instituciones financieras cada vez jugarían un papel más importante en la política y por ello hubo unos cuantos que decidieron apostar por algo diferente. Y en este contexto nació Triodos.
Usted habla de promover la economía real financiando proyectos empresariales locales, pero en Holanda, al igual que otros países europeos, existen ya un buen número de granjas ecológicas que exportan gran parte de su producción, ¿hasta qué punto se puede apostar por la economía local, o real, en una sociedad globalizada como la nuestra?
En Holanda, desde luego, es algo que en efecto resulta difícil de definir. Porque somos una cultura de la pequeña y mediana empresa, con una gran capacidad emprendedora y un fuerte sentido del corporativismo. Todo empresario en Holanda quiere crecer, y si puede exportar mejor. Así que en efecto el aspecto local de un negocio no está tan claro aquí. Siempre que crezcan de acuerdo a sus principios fundacionales, no vemos inconveniente en financiarles. También hay muchas organizaciones híbridas, parte públicas y parte privadas, cuyos valores éticos encajan muy bien con los nuestros.
Triodos Bank Holanda en cifras
- Se fundó en 1980 con un capital inicial de 540.000 €
- En 2017 ha obtenido un beneficio neto de 37,4 millones de euros
- Triodos Groenfonds es el fondo de inversión más antiguo de los Países Bajos
- Su portfolio de préstamos hipotecarios ha aumentado un 36% en 2017 en Holanda*
- Cuenta con 681.000 clientes y 35.000 inversores en los Países Bajos
- Tiene una plantilla de 1.377 trabajadores, un tercio más que en 2013.
- La distribución del crédito por sector es: 38% a proyectos sostenibles; 23% a proyectos sociales; 14% a proyectos culturales y 25% a préstamos hipotecarios, privados y municipales.
* La concesión de la hipoteca está sujeta a criterios de sostenibilidad tales como el uso de energías renovables en la vivienda.
En su libro Het Nieuwe Bankieren en el que habla del capitalismo 3.0, critica que la mayor parte de los bancos todavía no tienen integrados en su negocio los principios de sostenibilidad y transparencia que promulgan, que es pura imagen. ¿está el sector lejos de abrazar su teoría de un capitalismo comprometido y más humanizado?
Es cierto que queda mucho camino por delante pero también opino que cada vez se lo toman más en serio. Soy optimista porque está claro que la sociedad ya está demandando un cambio de paradigma en nuestro sector y los bancos tendrán que aceptarlo. Lo hemos visto recientemente con el escándalo sobre el aumento de salario al CEO de ING en Holanda. La opinión pública puede ejercer mucha presión, y ya no vale todo. Con la transparencia o la sostenibilidad, hemos visto como el proceso de adaptación ha sido el mismo: primero se niega la tendencia; después se vende la imagen de transparente o sostenible en una atractiva campaña de márketing; el tercer paso es que el banco incluya entre sus factores de riesgo el no ser sostenible, como algo que puede perjudicarle si no lo hace, y el siguiente paso es que el riesgo se convierte en una oportunidad porque nace un sector económico atractivo en el que invertir. El último paso es que la tendencia se transforma en una licencia para poder operar: si no lo incluyes en tu modelo de negocio no tienes futuro. Una entidad financiera debe estar profundamente conectada al ecosistema en el que se enmarca y por ello no puede ignorar a la sociedad, a sus consumidores. Y la sostenibilidad social, la transparencia, son esenciales hoy en día.
En su caso, su salario de 300.000 euros anuales está por debajo de la media para un CEO de un banco de tamaño medio, pero ¿en qué escala se sitúa respecto del resto de empleados de Triodos?
La escala es de uno a diez, lo que me parece bastante razonable para una institución financiera.
En otras economías fuera de la europea, ¿qué papel juega la banca ética en su modelo económico social?
Es muy difícil describir cómo las economías se perciben y desarrollan. En la alianza de bancos éticos, que engloba a 40 bancos independientes de todo el mundo, lo vemos muy claramente (Global Alliance for Banking on Values). Aunque todos operamos de forma muy distinta, los valores en los que nos basamos, de compromiso con las comunidades locales y el entorno, son los mismos. Y operar de forma distinta está bien: deberíamos ser muy cautelosos de no trasladar nuestra forma occidental de implementar estos valores. Sería colonialismo y no funcionaría. Porque ¿qué entendemos cada cultura por valores humanos? En algunos países el papel de la mujer no es tan importante todavía, y en otros, el medioambiental juega un papel fundamental para la concesión de microcréditos, como en Colombia. En la última reunión que hemos tenido este año en Arequipa hemos discutido mucho sobre eso. Y hemos dado con un concepto global basado en tres pilares: planet/people/profit. Todos trabajamos para que las personas mejoren su situación de bienestar mientras mantenemos un firme compromiso de mejora de nuestro entorno (planet). Y el beneficio se refiere a la prosperidad, algo más tangible que los ingresos económicos para determinar la calidad de vida de cada uno.
¿Cómo logran estos países incorporar valores medioambientales sin comprometer su crecimiento económico?
El turismo es un factor fundamental. Si antes algunas regiones eran dependientes de actividades económicas como la minería, ahora el turismo ha entrado con fuerza y los ingresos son muy considerables. Tanto es así que si las comunidades perciben que la actividad tradicional puede afectar a su entorno natural y tener un impacto directo en la afluencia de turistas, muchas reaccionan cuidando más del medio ambiente y de sus recursos naturales. La globalización del turismo tiene la contrapartida del consumo de Co2 en el transporte, eso es cierto, pero a cambio ejerce presión para que la gente proteja su naturaleza. A esto se añade una transformación a nivel mundial de la producción agrícola, con normativas que regulan el uso de pesticidas y una clara apuesta por un cultivo más ecológico. Vamos en la buena dirección, paso a paso, y aunque en algunos países el aspecto medioambiental todavía no es su prioridad, en todos sin excepción ya está presente, en mayor o menor medida.
Usted ha creído firmemente en las ideas del anarquista ruso Kropotkin, ¿sigue leyéndole de cuando en cuando?
Sí, le sigo leyendo, no tan a menudo, pero soy un gran seguidor suyo. Porque creo que sus ideas todavía tienen relevancia hoy en día, quizás no en la escala que él propone, pero en esencia se puede aprender mucho de ellas. Su teoría, contraria a la de Darwin, considera que la ayuda mutua es mucho más efectiva para el desarrollo de una sociedad que la competitividad entre iguales. Si cooperamos, en lugar de competir, nos irá mejor a todos. Y eso puede aplicarse a la ideología del libre mercado: la competitividad como motor de crecimiento ya es algo del pasado. La competitividad es buena si se entiende como un reto para superarse a uno mismo, para replantear nuestras opiniones e ideas, pero no para enfrentarnos unos a otros. Y cuando se trata de gestionar recursos naturales cada vez más limitados, la competición no es la solución, sino la cooperación. Ahora más que nunca, esta ayuda mutua cobra todo el sentido.

Arriba, entrada principal de la sede de Triodos Bank en Zeist. A la derecha, Peter Blom en su despacho, en un momento de la entrevista. © Fernández Solla