Takecarebnb es una ONG holandesa que pone en contacto a refugiados y familias para que convivan durante tres meses, favoreciendo que el proceso de integración de los recién llegados sea mucho más rápido y sencillo. Nacida como reacción a la mayor crisis humanitaria desde 1945, los resultados de su trabajo han llevado al Gobierno holandés a contar con ellos para el desarrollo de las nuevas políticas de integración. Hablamos con su cofundadora, Maja Grcic, y con Moe Al Masri, uno de los 85 refugiados que ya ha vivido la experiencia Takecarebnb.

​¿Cómo nació TakeCarebnb?
Todo empezó en octubre de 2015, con el estallido de la crisis de refugiados. Empecé a recordar mi propia experiencia en los años noventa, cuando llegué a Holanda con 12 años huyendo de la guerra de los Balcanes. Estuve viviendo con mi familia en un centro de refugiados durante 11 meses, compartiendo espacios, sin poder ir al colegio, y todo eso volvió a mi memoria desde una perspectiva de adulta, siendo madre yo misma, así que sentí que tenía que hacer algo. Una amiga que trabaja en el Impact Hub de Ámsterdam me puso en contacto con un chico que tenía una idea de proyecto. Su concepto era: “yo viajo mucho, siempre me quedo en casas de Airbnb y, al final, acabo haciendo amigos. Si todos hiciéramos eso por los refugiados, ¿cómo sería el mundo?”. Empezamos a hacer brainstorming y, tras varios encuentros, nos dimos cuenta de que necesitábamos una organización real si queríamos sacar adelante todo esto.

​¿Y cómo lo hiciste? ¿Cómo se construye un proyecto como este?
Empecé a hablar con la gente a mi alrededor y, en tres meses y medio montamos una organización de diez personas. Sabíamos que si esperábamos a que estuviera todo listo, nos iba a costar un año o más empezar a hacer algo, así que escogimos el concepto de “aprender mientras haces y mejorar con lo que vas aprendiendo”. Empezamos en enero de 2016, en abril paramos aquel piloto y a partir de ahí, empezamos a trabajar de la forma en que trabajamos ahora. Todos los voluntarios tenían experiencia en psicología o en trabajo social, así que basándonos en esa trayectoria personal y profesional, construimos una aproximación teórica desde la cual hemos seguido mejorando.

“Somos idealistas que queremos participar en la creación de la comunidad en la que queremos vivir: una inclusiva, formada por muchas nacionalidades, que valore la fuerza que da la diferencia”

¿Qué tipo de familias se involucra en un proyecto como Takecarebnb?

¡De todo tipo! Desde estudiantes que comparten piso a parejas de gente mayor que ya no tienen que hacer de padres o de abuelos y tienen energía, ganas de compartir y de tener compañía. También tenemos familias con niños. Una de las madres me explicaba que uno de los motivos por los que lo hace es precisamente por ellos: porque quiere que crezcan entendiendo que no deben dar nada por seguro, que son afortunados y que eso puede cambiar, y también que ellos tienen una responsabilidad a la hora de ayudar a la gente.

​¿Cómo encontráis a las familias?
Con las primeras familias fue sencillo: éramos cinco y todos teníamos una red de contactos, privada, profesional, así que empezamos a explicárselo a todo el mundo con la esperanza de encontrar lo que buscábamos. En el fondo, sabes que esa gente está ahí y que lo único que hace falta es identificarla, sumarla a tu proyecto y motivarla. Al final, lo que hacemos es conectar a personas con las mismas necesidades para que se convierta en una experiencia de aprendizaje mutua.

​¿Qué buscan las familias que se apuntan a Takecarebnb?
El año pasado, organizamos un picnic con las familias y los refugiados y una emisora de radio le preguntó a uno de los asistentes por qué decidió acoger en su casa. Ella respondió: “sinceramente, me daba un poco de miedo todo este tema de los refugiados, así que pensé que la única manera que tenía de gestionar ese miedo era haciendo esto”. Esa es exactamente la motivación que hay detrás de la idea. De forma natural, tiendes a temer lo que desconoces: es perfectamente normal. Pero cuando llegas a conocer a esa persona, ese país o esa cultura, el miedo desaparece. Por eso, cada match que conseguimos no sólo tiene un impacto en una familia o persona, sino en toda su red: amigos, compañeros de trabajo, vecinos, todos acaban teniendo una influencia positiva de esta experiencia.

​¿Cuáles son los miedos más habituales de las familias ante el primer encuentro?
Las preguntas que más nos hacen son, ¿qué debo esperar?, ¿cómo debo comportarme con la persona? O ¿qué se espera de mí? Pero cuando les presentamos, descubren que el contexto no importa, que se trata solo de conocer a una persona y a menudo los estereotipos sobre cómo va a ser   antes de conocerla cambian durante los primeros quince minutos. Por ejemplo: una de las voluntarias matchmakers estaba preocupada porque tenía a una familia encantadora que se sentía un poco incómoda ante la idea de dejar en su casa al chico solo durante unas vacaciones en barco que ya tenían reservadas. Mi compañera se pasó todo el trayecto hacia el encuentro tratando de pensar en soluciones. Menos de media hora después de conocerse, la familia le preguntó al chico si le apetecería pasar dos semanas de vacaciones con ellos en un barco.

A la izquierda, Maja en un momento de la entrevista. A la derecha, el reconocimiento que han recibido de la plataforma Vluchtelingenwerk Nederland por su labor. © Fernández Solla Fotografie

La experiencia de Takecarebnb se limita a tres meses. ¿Por qué este periodo de tiempo?
Es por una cuestión legal: la ley que regula el alojamiento de los refugiados fuera de los centros lo limita a tres meses. Al principio el gobierno nos dijo que no podía impedirnos seguir adelante pero que no nos iban a animar, porque la idea de sacar a la gente de los refugios y meterlos en casas no les gustaba. Según ellos, ya se había probado durante la guerra de los Balcanes y no había funcionado. Yo nunca supe nada de ese proyecto. En aquel tiempo no había ninguna organización facilitando el proceso: simplemente, la genta abría sus casas, y hubo algunas experiencias malas. Pero esta opinión que tenían las instancias públicas hace un año ha ido cambiando y ahora están más abiertos porque han visto que lo que hacemos funciona y han   escuchado buenas críticas sobre nosotros.

​Y ahora, ¿recibís alguna ayuda del Estado?
Todavía no, pero puede que en un mes o dos eso cambie. Hemos tenido muchas reuniones y ahora colaboramos con el Gobierno en la definición de una nueva política de integración. Y eso es muy emocionante. A partir de ahora, los refugiados accederán a una vivienda de dos formas: la primera, mientras permanecen en el centro de acogida y hasta que se les otorgue un alojamiento permanente; y la segunda, dándose de alta en Takecarebnb para alojarse con una familia mientras dura el proceso. Tendremos acceso a todos y cada uno de los solicitantes de asilo que estén en un centro de refugiados del país y ellos podrán participar en Takecarebnb si quieren. Todo esto hará que, además, el Gobierno colabore con nosotros con algo de financiación.

​¿Crees que los gobiernos europeos están haciendo suficiente ante la crisis de refugiados?
La respuesta no es sencilla. Algunas de las tareas y trabajos que durante años fueron responsabilidad exclusiva del Gobierno están pasando a un nuevo segmento de la sociedad, los ciudadanos, que están reclamando asumir una responsabilidad. El problema es que, por un lado, el Gobierno dice que apoya esas iniciativas y les da la bienvenida y, por otro, se muestra reticente a la hora de reconocerlos como actores y darles apoyo. No es sólo una cuestión de voluntad: hay que hacer que esa ayuda sea realidad. Por suerte, creo que las personas que conforman este nuevo colectivo no aceptan un no por respuesta, buscan soluciones y van al límite hasta lograr lo que se han propuesto.

​Y, en Takecarebnb, ¿qué os habéis propuesto para vuestro futuro próximo?
Ahora mismo estamos trabajando con Airbnb y la plataforma le va a proponer a su comunidad que abra sus puertas para colaborar con nosotros. La nueva ley en Holanda establece que los propietarios no podrán sacarle provecho económico a su habitación durante más sesenta días al año así que nosotros les proponemos compartirla gratuitamente con alguien durante otros tres meses. Acabo de volver de París de hablar con ellos y ya tenemos la primera versión de la plataforma muy avanzada, así que debería estar operativa en dos meses. Hemos estado trabajando en ello durante un año, pero el momento es ahora.

Moe al Masri, de origen sirio, uno de los 85 refugiados que ha vivido con una familia holandesa a través de Takecarebnb

“Takecarebnb es una experiencia que te cambia la vida”

“Descubrí Takecarebnb en Facebook cuando el proyecto estaba empezando y me pareció una idea increíblemente maravillosa. Pero en aquel momento yo no tenía aún el permiso de residencia y era una condición necesaria para poder participar, así que, cuando me lo dieron a  mediados de noviembre, lo primero que hice fue apuntarme”. Entre enero y septiembre 2016, 14.775 personas solicitaron el estatuto de refugiado en los Países Bajos y Moe Al Masri fue uno de ellos. Originario de Siria, había llegado ese agosto a Nijmegen, tras un periplo de 14 días desde Turquía, “en barca, caminando, en tren, en camión, en coche y hasta en bici”. De su viaje, recuerda: “fue peligroso, pero salió bien. Yo estaba muy seguro y tampoco tenía otra opción: ya lo había perdido todo”. Durante sus primeros seis meses en Países Bajos, fue trasladado a seis centros de acogida distintos hasta que entró en contacto con Takecarebnb.

“Me entrevisté con un matchmaker y me estuvo preguntando qué buscaba, cuál era mi experiencia y mis intereses y, con esa información, me organizaron un encuentro. Antes, me enviaron los perfiles anónimos de los habitantes de la casa, y tuve la oportunidad de aceptar el match o rechazarlo. Pero me gustó la historia y la composición de la casa, así que nos organizaron el encuentro. La primera sensación fue muy buena: dos chicos de mi edad, estudiando, trabajando un par de días a la semana para tener un poco de dinero extra. Estaban en la universidad, a donde yo también quiero volver, y les interesaba la música, igual que a mí. Además, les gustaba jugar al ajedrez, una de mis cosas favoritas. Me apetecía mucho poder jugar al ajedrez con alguien y eso fue algo que compartimos. Hacíamos muchas cosas juntos: cocinábamos, por ejemplo. Ellos me hablaron sobre la comida holandesa aunque, más tarde, descubrí que no había mucha comida holandesa”, añade bromeando. “Ellos cocinaron para mí y después yo les preparé comida siria y, claro, ¡les encantó!”.

Moe tiene muy claro cuál es el mayor valor que ofrece la experiencia Takecarebnb. “Cuando conoces como funciona una familia, que es la unidad más pequeña de una sociedad, es cuando obtienes una visión general de toda la sociedad”. Para él, la convivencia permite comprender de verdad el entorno social porque “si estoy viviendo en tu casa, ya no hay barreras: te conozco del todo, sé cómo te relacionas con tu pareja, con tus hijos, como ellos se relacionan contigo; quién trabaja en casa, que tipo de trabajo hace, quién limpia, quién cocina…toda esta información es súper importante para poder integrarte”. Destaca  diferencias como “el rol de género, o el hecho de que hombres y mujeres se vayan a vivir juntos sin estar casados: es algo que no existe allí. Otra cosa diferente que me gustó es que los estudiantes viven juntos, son responsables de sí mismos. Y también cosas del día a día, como la cultura gastronómica, los horarios, o el hecho de que aquí el almuerzo principal sea la cena cuando en Siria es la comida”. Moe recibió la oferta de domicilio permanente por parte del Estado durante su estancia con Takecarebnb así que, aunque no llegó a convivir los tres meses, sigue en contacto con ellos. “Seguimos siendo amigos porque son geniales”.

​Hoy, este joven sirio de carácter abierto y sonrisa permanente hace de voluntario de Takecarebnb mientras desarrolla su propio proyecto empresarial. “Quiero entrar en el mercado de la comida holandesa con un nuevo snack, de esos que se suelen comer mientras se toman unas cervezas, como las croquetas o las albóndigas. La idea es crear un producto nuevo más sano, más sabroso y además, sirio.” Y entusiasmado, añade: “espero que en seis meses o así se empiece a distribuir en el mercado holandés”. A largo plazo, Moe, que estudió Gestión Turística en Damasco y trabajó varios años en un gran hotel de la ciudad, quiere recuperar el que siempre fue el plan de su vida: fundar su propia cadena de hoteles. “Por ahora, no es mi plan: es mi sueño”.