A primera vista, Esther Ouwehand confunde. Su complexión menuda contrasta con su discurso enérgico y combativo; su pasión por la música black metal encaja más con su trabajo anterior que con el escaño que ocupa en el Congreso de los Diputados; y su infancia en el seno de una familia protestante de un pueblo tradicional de pescadores no es la que se esperaría de una política vegana y agnóstica. Con suma delicadeza, Esther hila cada uno de sus rasgos vitales en un discurso equilibrado y coherente haciendo que las piezas del puzle encajen sin esfuerzo. Con esta misma asertividad se enfrenta cada día a las voces disonantes de un Congreso, el holandés, donde la política de consenso es la seña de identidad. Hasta ahora. Tras meses sin Gobierno por la falta de acuerdo, la segunda en la lista del Partido por los Animales (Partij voor de Dieren) desde hace más de una década asegura que la Polder Politiek no es tan útil como parece y defiende que el éxito de su partido en las pasadas elecciones se debe, sobre todo, a que Marianne Thieme, secretaria general, y ella, sí son de fiar.
La pasada campaña electoral fue diferente a lo que se había vivido antes en Holanda, con el auge de la extrema derecha y una gran atención mediática internacional, ¿cuál es su opinión sobre el resultado de las elecciones?
En primer lugar estoy feliz con los resultados que ha obtenido nuestro partido, el único cuya ideología no se centra en las personas ni en el dinero, alejados del pensamiento general. Poco a poco la gente ha ido comprendiendo que la verdadera sostenibilidad solo se logrará si rompemos con el modelo antropocéntrico por el cual las personas nos ponemos por delante del resto de seres vivos. Después de diez años de ser un grupo minoritario de poca gente que pensaba así, nuestro partido animalista ha crecido de dos escaños en la pasada legislatura hasta lograr cinco. Y eso nos da mucha esperanza.
Ahora son un partido de tamaño medio para lo que es habitual en el Parlamento neerlandés, ¿no se plantean entrar en las negociaciones para formar parte del próximo Gobierno?
Nuestro partido no tiene como objetivo gobernar. Nosotros consideramos que la influencia es más importante que el poder: con tan solo dos escaños hemos logrado influir mucho más desde la oposición que si hubiésemos formado parte del Gobierno. Porque aunque muchos nos vean como los malos o los pesados del Congreso, esa presión ha surtido efecto en muchas ocasiones, más de lo que podríamos esperar con estos dos escaños. Y esa sigue siendo nuestra estrategia. No buscamos cambiar radicalmente las leyes sino animar a otros partidos a sumarse a nuestras causas, para provocar el cambio de manera conjunta. Porque casi todos los partidos suelen incluir en sus programas electorales temas relacionados con la protección animal, como la prohibición en las pruebas de laboratorio, aunque después se olvidan de ellas. Nuestra labor es recordarles este compromiso. Y últimamente hemos logrado unir fuerzas en temas relacionados con el medio ambiente, por ejemplo. Pero volviendo a su pregunta, solo formaríamos parte de un Gobierno que tuviera el desarrollo sostenible y el clima como estrategia central, con propuestas reales, no uno que solucione pequeños asuntos del medio ambiente que beneficien al crecimiento económico. Tendría que tomar otro camino, solo entonces entraríamos.
La crisis de los partidos tradicionales, sobre todo de la socialdemocracia europea, parece que ha beneficiado a su partido…
Creo que una de las razones de haber logrado más apoyo, como también ocurre con el partido animalista español, por ejemplo, es que la gente sabe que puede contar con nosotros. La crisis tanto de la izquierda como de la derecha ha provocado que los ciudadanos pierdan la confianza en los políticos: en la autenticidad de su discurso y en la honorabilidad de nuestro trabajo. Y en nuestro caso esto no ha pasado. Nosotros sabemos muy bien que siempre seremos un partido minoritario, no nos imaginamos obteniendo la mayoría, eso no va a pasar. Y quizás ese pensamiento es lo que nos mantiene honestos con nosotros mismos. Esta crisis fundamental de confianza es lo que puede habernos ayudado porque aunque mucha gente no esté de acuerdo con todo lo que pensamos, nos consideran sinceros y auténticos. La otra razón puede ser porque el Partido por los Animales aúna a personas tanto de izquierdas como de derechas, ya que aglutina en torno a un pensamiento compartido por personas muy distintas. Es muy probable que haya personas que dudaran entre votar al partido de Rutte o a nosotros porque son amantes de los animales y otros que dudaran entre los verdes o nosotros porque consideran muy importante la defensa del medio ambiente. Así que aunque no sea nuestra intención, vemos que servimos de puente entre esta dos maneras de pensar, una más conservadora y otra más progresista. Y eso también nos beneficia.

Esther Ouwehand durante la entrevista, en su despacho del Congreso © Fernández Solla fotografie
La retirada de Estados Unidos del acuerdo de París es otro de los impactos recientes que ustedes consideran una oportunidad, ¿por qué?
Está claro que no nos gusta que una potencia mundial como América se retire del acuerdo sobre el clima, pero si esto ayuda a que el resto del mundo despierte y se dé cuenta de lo esencial que es poner en marcha medidas para frenar el proceso, entonces puede que tenga un efecto positivo. Aunque seamos sinceros, Estados Unidos tiene que formar parte, no hay discusión sobre eso. Pero si en esta primera fase esto sirve para que otros países se comprometan con medidas concretas, podemos mantenernos optimistas. Nuestro primer ministro y el líder francés ya han dado un paso adelante poniéndose serios con este tema, y eso ya es positivo. Aunque con el VVD en el poder debo decir que todo es posible: si miramos atrás a las medidas que han puesto en marcha para combatir el cambio climático, entonces hay poca esperanza; pero lo cierto es que dentro del partido hay todo un movimiento de diputados que quieren tomar este tema muy en serio y hacer más por el clima, dentro de un pensamiento tan liberal como es el suyo.
La sociedad holandesa, ¿está preparada para asumir un discurso más serio en favor del clima?
Absolutamente, estoy convencida. El cambio climático es algo que preocupa a muchos holandeses. En Facebook me encuentro a personas que me dicen que desde que han sido padres prefieren votar a nuestro partido para apostar por un futuro mejor para sus hijos. Incluso aquí en Holanda hay granjeros que sienten el efecto del cambio climático, no tanto como en países en vías de desarrollo, pero aquí también pasa. Largos periodos sin lluvia, algo extraordinario para nosotros, es algo que a muchos campesinos les empieza a preocupar. En la historia de Holanda ya hemos visto la capacidad de su gente para unirse y salir adelante, tras varias guerras. De lo que no hay duda es de que el empuje que tienen es muy grande.
«Si la retirada de Estados Unidos del acuerdo de París ayuda a que el resto del mundo despierte, entonces puede que tenga un efecto positivo»
Ustedes piden más espacios naturales en un país donde ya vive mucha gente y hacen falta más viviendas. ¿No es demasiado idealista por su parte?
Entiendo que vosotros viniendo de España, donde hay tanta naturaleza, lo veáis distinto. Pero lo cierto es que la protección de la naturaleza se debe llevar a cabo también para proteger la salud pública de los habitantes. Holanda tiene demasiada poca naturaleza y la que hay está protegida sobre el papel, pero en la realidad no es suficiente. Para proteger la naturaleza primero hay que criar menos animales, usar menos amoníaco, y menos veneno. Porque Holanda es el tercer país del mundo donde se utiliza más herbicidas y fertilizantes tóxicos en la agricultura. Cuánto más pequeños sean los espacios naturales, más vulnerables y eso es lo que ya está pasando aquí: está demostrado que los niños sin espacios verdes tienen más riesgo de padecer hiperactividad o sobrepeso y que la salud de los adultos se ve seriamente afectada. Así que invertir en la naturaleza, además, le podría ahorrar al Estado holandés muchos costes de la atención sanitaria.
Usted es diputada del único partido holandés liderado por una mujer. En un país que exporta una imagen de igualdad como Holanda, ¿por qué hay tan pocas mujeres en la política?
Creo que esto ilustra bien que la emancipación todavía no es un hecho en nuestro país. Hace unos años había más mujeres entre las caras visibles de la política y ahora no es así. Va cambiando, pero lo cierto es que todavía no es algo que se dé por sentado. Nuestra cabeza de lista Marianne Thieme prefirió crear su propio partido porque no tenía claro que en los existentes su carrera fuese reconocida como es debido. Y si miramos a otros sectores de la sociedad holandesa lo vemos a diario: la mayoría de los trabajos a tiempo parcial lo ejercen las mujeres.
Vídeo del espacio natural de Holanda preferido de Ouwehand: las colinas de Sallandse Heuvelrug, en el centro del país.
La política holandesa se caracteriza por su capacidad para consensuar, para practicar la llamada Polder Politiek. Esta voluntad política ¿se ve también en los pasillos del Congreso?
En nuestro partido no somos muy fan de la Polder Politiek. Nos parece que puede funcionar en aspectos sociales como una reforma laboral, donde se sientan todos los actores implicados y no se levantan hasta que no hay acuerdo. Pero en otros aspectos sencillamente no se puede. Para problemas como el cambio climático este método no funciona porque no se pueden sentar a negociar organizaciones ambientales y empresas privadas implicadas. En este caso es necesario un liderazgo político para atajar un problema que afecta a todo el mundo. Lo vimos en el último acuerdo sobre la energía: entre los integrantes estaban Greenpeace y NAM (la cooperativa holandesa del petróleo). Estaba claro que las medidas acordadas iban a ser mucho menos restrictivas que lo que en un principio buscaba el Gobierno. En este tipo de política de consenso, el valor que alcanza un acuerdo es mucho menor, solo sirve para cumplir los objetivos. Y si se quiere revisar con posterioridad, incluso si hay una mayoría del Congreso que lo pide, la respuesta siempre es la misma: ya está acordado, ahora no vamos a volver a este punto porque nos arriesgamos a que se pongan en cuestión muchos más. Y así el texto acaba por no tocarse, ni revisarse. La Polder Politiek no deja espacio para la rectificación o para la revisión y prioriza el hecho de alcanzar un acuerdo sobre su propia utilidad. Pero afortunadamente estamos viviendo un movimiento contestatario: cada vez son más los políticos que en temas como el clima o el desarrollo sostenible trazan líneas rojas innegociables, que hay que respetar. Y eso está bien. Primero exponemos lo que nosotros creemos que es importante, y si se respeta, a partir de ahí negociamos.
Usted viene de una familia protestante de Katwijk, un pueblo tradicional ¿cómo han influido sus orígenes en su carrera política?
Siempre me sentí como un bicho raro. Defender a los animales en un pueblo de pescadores estaba claro que iba a generar muchas críticas. Pero en mi ideología política han influido otros muchos aspectos de mi infancia: mi padre era defensor de la solidaridad colectiva, un trabajador que apoyaba al partido socialista; y mi madre era una mujer muy religiosa, que creía importante donar para el tercer mundo y cuidar a los necesitados. Ella me transmitió la importancia de pensar en los demás; los dos me enseñaron que había que pensar en el colectivo, no tanto en una misma. Yo lo llevé más allá, por ejemplo, pensando que nuestros actos tenían un efecto directo en la economía de los países menos desarrollados. Así que puedo decir que mi familia me aportó la base de mi forma de pensar y lo demás, acerca de la protección animal, de la naturaleza, lo puse yo.
«La Polder Politiek no deja espacio para la rectificación y prioriza el alcanzar un acuerdo sobre su propia utilidad»
¿Cómo se mantiene fiel a sus principios, tan alejados de la tendencia de la sociedad actual?
Soy vegana desde hace un par de años y vegetariana desde los 16. Dejar de comer lácteos o huevos, en lugar de hacerlo más complicado, me ha dado más tranquilidad. Sólo compro ropa de segunda mano o aquella que se ha producido siguiendo criterios sostenibles. Nada de explotación infantil, nada de producción china. No tengo coche. Cuando era pequeña, comer carne era una fiesta, y junto a ese recuerdo, aprendí también la importancia de mantenerme fiel a mis principios. Aunque pueda ser mucho más complicado buscar un abrigo que me valga yendo de tienda en tienda de segunda mano, eso me hace sentir bien conmigo misma. Esta sensación de ser consecuente con lo que creo me da mucha más felicidad que comprar algo y sentirme mal. Y cuando las decisiones que tomamos nos dificultan la vida, en lugar de pasarlo mal deberíamos reírnos de nosotros mismos. No pasa nada. Un abrigo menos que tengo. Y qué más da.