Hay muy pocos que conozcan la obra de Rembrandt al máximo detalle y uno de ellos es Jan Six. Este joven historiador procedente de una conocida familia aristocrática en Holanda, debe su nombre a sus antepasados, entre ellos el primer Jan Six, un empresario de éxito que llegó a ser alcalde de Ámsterdam y que fue retratado por el propio Rembrandt en 1654. Criado entre obras de arte de los maestros holandeses del siglo Oro, en la casa familiar del Amstel, Six se ha convertido en uno de sus máximos defensores, y hoy es un coleccionista y comerciante con sello propio, reconocido internacionalmente. Hace unos meses acaparó la atención mediática tras comunicar que había descubierto dos nuevos cuadros de Rembrandt. En el año en que Holanda rinde homenaje al gran maestro neerlandés, Jan Six recibe a Gaceta Holandesa en su oficina del emblemático Herengracht de la capital para realizar una doble entrevista: queremos conocer mejor quien fue Rembrandt y quien es el experto historiador de arte, meticuloso e intuitivo, al que pocos se atreven a cuestionar.
Se puede decir que para usted el año Rembrandt fue el pasado y no este, cuando anunció que había descubierto nada menos que dos nuevos lienzos suyos.
El primero de ellos lo descubrí hace cinco años y el Retrato de un Joven hace unos tres años. Así que aunque para el resto de la gente esto saliera a la luz el año pasado, cuando lo anuncié a los medios, para mí empezó mucho antes. Todo esto de las celebraciones y los homenajes lo encuentro bastante superficial, sobre todo en este caso que se celebra la muerte de Rembrandt…celebrar su nacimiento tiene todo el sentido, pero su muerte, un poco extraño ¿no? Para mí el arte no tiene que ver con esto, tiene que ver exclusivamente con el objeto, con la pieza artística. Rembrandt es una marca y al mundo le encantan estas cosas. Y entiendo que los museos y las empresas de turismo lo aprovechen para de alguna manera devolverle a la vida. En mi caso, me dedico al legado de Rembrandt de una manera muy distinta, y lo que diga el calendario tiene poca importancia. La razón por la que anunciamos estos descubrimientos es sencillamente porque era la hora, los cuadros estaban listos, restaurados y era el momento de hacerlo.

Retrato de un Joven, de Rembrandt. Jan Six lo descubrió en una subasta hace años y pagó 156.000 euros por él. Foto: René Gerritsen/ Hermitage
Aún así usted también participa en este homenaje cediendo su cuadro a la exposición que inaugurará el Lakenhal de Leiden sobre el Rembrandt joven…
Sí, así es, porque por otro lado considero que las exposiciones que este año se pueden visitar sobre Rembrandt dificílmente se podrán reproducir en los próximos años, por el coste cada vez mayor que tienen las obras prestadas, sus seguros.. Es tanta la inversión que han hecho, tanto el Rijkmuseum como el Lakenhal, que estoy casi seguro de que no habrá una gran exposición sobre Rembrandt a este nivel en las próximas décadas. A mí me encantaría ver una exposición sobre el período de Rembrandt desde que llega a Ámsterdam hasta que pinta La Ronda de Noche, (1630-1640) porque es una década importantísima en su vida: es cuando se instala en la capital, abre su tienda y su taller aquí, recibe a muchos de sus grandes estudiantes y tras mucho esfuerzo, logra su gran encargo años después.
Usted lleva 20 años estudiando a Rembrandt, y antes, el equipo de The Rembrandt Research Project investigó su vida y obra durante otros 30 años, ¿existe una opinión consensuada sobre él?
Sobre la base sí, por ejemplo, nadie hoy en día pondría en duda que La Ronda de Noche sea de Rembrandt. Y sobre estos cimientos los expertos investigamos otras posibles obras de Rembrandt estudiándolas más en profundidad que antes. Pero hay épocas en su carrera, como esta más académica de la que hablaba, que resulta complicada entender porque encontramos pinturas muy complejas. Y creo que fue por esta razón por la cual este equipo the The Rembrandt Research Project se paró en La Ronda de Noche y no siguió más adelante. Porque las opiniones de cada uno sobre el pintor seguramente eran muy distintas y tenían que lograr encajar las ideas preconcebidas que cada uno tenía sobre él. En los años que he estado trabajando en esto he aprendido que, al final, no se trata de la opinión que uno tenga sino del consenso de todas las opiniones que existen sobre un autor. Y cuanta más gente esté implicada en el estudio de un artista, lo que sabremos sobre él no se sustentará sobre suposiciones sino sobre hechos contrastados, y así nos acercamos a un relato probado, demostrado, si quieres, científicamente. El año que viene se va a restaurar La Ronda de Noche, con una tecnología y una técnica sin precedentes que nos hará saber, más que nunca, detalles sobre esta obra. En los próximos veinte años cambiará mucho nuestro conocimiento sobre Rembrandt, estoy seguro.
- Tras anunciar el descubrimiento anterior, Jan Six anunció que había encontrado otro lienzo de Rembrandt: «Dejad que los niños vengan a mí», que ha requerido años de restauración. Foto: René Gerritsen. A la derecha, Jan Six en un momento de la entrevista, en su despacho en Ámsterdam. foto: Alicia Fernández Solla
Rembrandt pintó mucho y sus discípulos también, con estas nuevas tecnologías y la investigación consensuada que usted dice, ¿se podrá saber mejor qué obras firmó él?
Por mucho que avancemos en esto, nunca tendremos la garantía al cien por cien sencillamente porque no estuvimos allí. Y al no saber tanto sobre un artista, se corre el riesgo de reconstruir un relato sobre meras suposiciones. En historia ocurre todo el tiempo. Yo abogo por asumir que no se sabe y seguir buscando, por no quedarse en una opinión aparentemente consistente. Con Vermeer pasa esto. Apenas hay información sobre su obra así que los que le investigaban en seguida se daban contra un muro. Hasta que en el siglo XIX se encontraron algunos detalles interesantes y partir de ahí, se elaboró una historia romántica que encajaba muy bien con cómo creían que el mundo era dos siglos atrás. Pero no está basado en nada real, sólo en emociones, en el deseo de que un objeto te haga sentir lo que tú quieres. Y con Rembrandt a menudo ocurre que si no se sabe con seguridad si un cuadro es de él, se le atribuye a un discípulo, “tiene que ser de uno de ellos”. Pero si uno no lo sabe, debería poder decirlo y no aventurarse. El problema es que el 99,9% de los historiadores de arte son alérgicos a decir “no lo sé”.
¿Está usted completamente seguro de que los cuadros que descubrió el año pasado son de Rembrandt?
Completamente, sin ninguna duda. He hecho toda la investigación necesaria para afirmar que, tanto estos como el resto de cuadros que vendo, son de los pintores que afirmo que son. Si tengo cualquier mínima duda nunca lo vendería.
¿Se emociona usted al ver un cuadro de Rembrandt?
Hace mucho tiempo que un cuadro me emocionó, ahora ya no. Quizás porque yo los veo como el instante de un proceso, y me centro en la pintura misma, en lo que representa cronológicamente, no en lo que me transmite. Lo que si hacen muchos cuadros es sorprenderme. Y el último fue uno de Rembrandt, La Boda de Sansón, que vi cuando me estaban grabando para una serie de televisión sobre él. Fue por casualidad, lo había visto un millón de veces en libros y de repente lo vi colgado. Pensé que lo conocía, pero no. Me sorprendió que fuera mejor todavía de lo que imaginaba, y al acercarme pude ver cómo había resuelto problemas creativos, el trazo en detalle, las condiciones en las que estaba el lienzo… La mayor parte de las veces la emoción ante un cuadro conocido se produce por el momentum, porque la persona por fin ve con sus propios ojos lo que tantas veces ha visto en libros o en internet. Y en algunos casos se puede vivir casi como una experiencia religiosa. Para mí no es así. Yo creo que la mejor manera de honrar a un gran pintor, como Rembrandt, es intentando entender la obra que nos ha dejado, ¿cómo hizo lo que hizo? ¿cómo llegó a las soluciones creativas que llegó y qué caminos escogió para lograrlo?
Y, ¿qué quiso dejarnos Rembrandt?
Es curioso porque cuanto más analizo su obra, más me doy cuenta de que en realidad a él no le interesaba nada lo que pasaba en el mundo, ahí fuera. Y esto es una presunción mía porque es imposible ponerse en su piel y entenderle. Para mí la razón por la que es tan difícil captar sus motivaciones es precisamente porque vivía metido en sí mismo, buscando dentro de sí mismo, ocupado con sus ideas, su filosofía, su método de trabajo. De alguna manera las compartió con sus estudiantes pero, como muchos otros genios, exploraba por su cuenta sin importarle el resto. Si algún día vas a una exposición de Rembrandt, intenta no fijarte en los carteles al lado de las obras y solo disfruta mirando una por una. Rembrandt está constantemente mostrándonos algo, contándonos algo, y eso es algo que muchos artistas no logran hacer.
«Rembrandt vivía metido en sí mismo, buscando, ocupado con sus ideas, su filosofía, su método de trabajo. Y como muchos otros genios, exploraba por su cuenta sin importarle el resto del mundo»
Aparte de su obra, ¿queda mucho de él en registros, cartas etc?
Es probable que lo que hemos encontrado de Rembrandt, de los registros de la época, sea mucho más que lo que se haya podido guardar de cualquier otro artista de su época, como Velázquez por ejemplo. Los holandeses registramos todo meticulosamente, y ya entonces éramos así. Es más: si se hiciera un proyecto de investigación sobre Caravaggio o Rafael, seguramente los investigadores italianos tomarían el liderazgo y creerían saber más que el resto sobre ellos. Y eso es algo que Holanda no pasa. No sólo tenemos registros detallados de nuestro pasado sino que cuando los analizamos, la cuestión nacional no juega ningún papel. Cualquier investigador, venga de donde venga, está invitado a estudiarlo. A menudo la histeria histórica provoca que asuntos como estos se conviertan en una disputa de identidades nacionales cuando no tendría que ser así. Si analizamos la obra de Rembrandt deberíamos hacerlo dejando a un lado nuestras emociones y centrándonos en los hechos, sin más.
¿Qué opinión tiene usted sobre el experimento The Next Rembrandt con el que reproducen un nuevo lienzo tal y como Rembrandt lo habría hecho, basándose en algoritmos que analizan toda su obra?
Es un experimento que plantea preguntas, nada más. Ahí empieza y ahí acaba. Rembrandt hizo mucho, lo interesante no es lo que habría podido hacer. No descalifico el proyecto porque creo que ha logrado que la sociedad se interese mucho más por él que antes, pero desde el punto de vista profesional y científico no tiene ningún sentido. Construir algoritmos a partir de lo que él pintó en décadas y décadas, mezclando retratos que hizo en distintas épocas de su vida y esperar que algo nuevo salga de eso es absurdo. Rembrandt nunca habría hecho un retrato como el de este proyecto porque su pintura evolucionó y los trazos de un lienzo no se pueden conectar con otro posterior.
En un futuro, le podría llegar a sus manos un Rembrandt creado a partir de estos algoritmos, ¿lo reconocería usted?
No entro en el debate del “y si”. Yo me dedico en cuerpo y alma a analizar la obra existente de Rembrandt. Lo que pueda pasar en un futuro, ya veremos. Hoy por hoy este es un tema que no me afecta.
Las obras que usted vende son aptas sólo para unos pocos bolsillos, ¿qué buscan de usted los compradores que le contactan?
Espero y deseo que busquen la belleza, porque esa es la motivación que me hizo a mí dedicarme a esto. Pero no siempre es así. En algunos casos compran arte como inversión, porque no se pagan impuestos sobre las obras de arte; en otros casos por una cuestión de estatus social. Me parece muy triste cuando veo que esa es la intención, y se percibe enseguida. Porque, para entender y apreciar a los maestros de la pintura holandesa del siglo de Oro, se requiere tiempo y paciencia. Muchos entran por la puerta con prisas, son importantes hombres de negocios, y como no tienen tiempo cuentan con un experto que les aconseja y así les resulta más sencillo.
¿Es más fácil vender arte clásico que moderno?
A menudo pienso que me alegro de que mis artistas ya estén muertos (ríe). Sí, creo que es más sencillo vender obra de maestros clásicos que arte moderno. Y para saber si son auténticos o no, basta con mirar bien al cuadro. La obra no miente: si se analiza bien, todos los detalles del autor están ahí. La autenticidad la muestra la obra por sí sola. Si por el contrario vendo obra de un artista vivo, por ejemplo Daniel Hearst, puede pasar que al principio de su carrera muestre una obra que al cabo de unas décadas, cuando ya es reconocido, deja de guardar relación con la última que ha hecho. Donde me deja a mí, ¿al vendedor? Es probable que el que comprara la vaca dorada que realizó Hearst en sus comienzos pierda valor cuando otra obra suya, icónica, completamente diferente, irrumpe en el mercado del arte. La anterior se devalúa. Con los maestros holandeses nada de esto pasa porque los grandes museos del mundo entero avalan su calidad al colgar sus cuadros. Vender arte moderno me parece un trabajo tremendamente arriesgado.
Acerca de los dos Rembrandt que usted dice haber descubierto, ¿siguen a la venta?
Sí, los dos, ¿estás interesada?

Jan Six en la sala de la primera planta de su despacho, donde muestra las obras en venta a sus clientes. A esta sala se accede por una imponente biblioteca, cuya colección de pintores del siglo de Oro neerlandés es de las mayores del país. Foto: Alicia Fernández Solla
Esta entrevista ha estado dedicada a Rembrandt, quien además retrató a un antepasado suyo con el mismo nombre que usted, ¿cuánto hay de usted más allá de Rembrandt?
¡Muchísimo! Es cierto que he estado vinculado a él desde que nací y te puedo confirmar que no hay Rembrandt que haya aparecido en el mercado en los últimos diez años con el cual yo no haya estado vinculado de alguna manera. Pero a pesar de eso, él representa un diez por ciento de mi trabajo. Los descubrimientos del año pasado fueron una gran noticia, pero los que nos dedicamos a esto tenemos la suerte de poder hacer pequeños descubrimientos casi a diario.
¿Cuál diría que ha sido su mayor descubrimiento hasta ahora?
Para mí, el mayor descubrimiento de mi carrera es uno que no tiene importancia para otros, pero para mí sí porque todas las piezas encajaron a la perfección. En una subasta salió un dibujo titulado “Diseño inglés para una piscina o bañera”. Cuando lo vi me pareció holandés, no inglés. Era un grabado rápido, con unas palabras en latín y unas medidas al pie, que mostraban once líneas. En la construcción del siglo XVII se utilizaban los pies como medida y sólo en Ámsterdam un pie equivalía a 11 pulgares, en el resto del país eran 10. Esto me hizo ver que se trataba de un dibujo de Ámsterdam. Al buscar las palabras en latín en internet encontré que esta inscripción estaba relacionada con el Jardín Botánico de Ámsterdam. Así que después de más pesquisas pude concluir que el dibujo ni era inglés ni estaba relacionado con una piscina o una bañera, sino que se trataba de un diseño para una reforma del Botánico de Ámsterdam que nunca se produjo. No tiene importancia, y seguramente siga en una pila de obras por registrar en el Archivo de la ciudad. Yo lo compré por unos 200 euros y me dieron unos mil y pico por él. Pero es mi mejor descubrimiento porque demuestra que siguiendo mi intuición, en primer lugar, y aplicando un método científico después, se puede dar con arte que cubra un hueco en un relato histórico, que sirva para explicar algo y le devuelva a la vida.
Muy, muy interesante.