Desde las primeras construcciones medievales del siglo XII hasta las mansiones de campo de los nobles adinerados del Siglo de Oro holandés, Holanda cuenta con más de 700 imponentes residencias comúnmente denominadas castillos, y que según la SKBL, organización encargada de preservarlas, se encuentran sobre todo en el centro y el este del país. Con las fiestas navideñas, muchos de ellos recobran la gloria pasada y ofrecen todo tipo de actividades culturales así como un alojamiento distinto y original para el que quiera pasar sus vacaciones como un rey. Gaceta Holandesa ha seleccionado una decena de ellos, por su importancia histórica y sus originales propuestas para arrancar el año, que dan buena cuenta del boyante pasado que llegó a vivir un país tan pequeño como Holanda.

Volver a la Edad Media con Floris V

El caballero medieval más conocido de lo que hoy es el centro y sur de los Países Bajos fue Floris V, hijo del conde Guillermo II, quien luchó contra los frisios del norte en el siglo XIII. Inmortalizado por el actor holandés Rutger Hauer en una teleserie de los sesenta, residió en el castillo Muider (Muiderslot) hasta que en 1296 fue asesinado por sus propios nobles durante una cacería de cetrería. Su fortaleza fue destruida y reconstruida casi un siglo después. Dos siglos más tarde se fortificó con murallas y baluartes y tras varios propietarios posteriores que dejaron su huella, a finales del siglo XIX se convirtió en el Rijksmuseum del país, pasando a manos del Estado. Tras una cuidada restauración que le devolvió su carácter original de castillo medieval, Muiderslot es hoy una visita obligada para los amantes de las historias de caballeros y damiselas, con muchas actividades para niños. Durante las navidades se organizan diversos talleres de manualidades y visitas guiadas específicas para mostrar a los visitantes cómo se vivía en invierno en el castillo, con recreación de juegos típicos frente a la chimenea y acceso a rincones que permanecen cerrados el resto del año (conviene reservar).

El castillo medieval Muiderslot

No solamente queda en pie la residencia del conde Floris, sino también una de las tres fortalezas defensivas que él mismo mandó construir más al norte, en la localidad de Medemblik, a orillas de lo que hoy es el Ijsselmeer. Hablamos del castillo de Radboud, de 1288. Según la leyenda, debe su nombre al rey Radboud de los frisones, contra quien luchó Floris V y que tuvo en este lugar su residencia real. Con un plano original similar al Muiderlsot, de él se ha conservado casi toda la estructura. Tras perder su función defensiva nunca fue habitado por ningún noble, deteriorándose poco a poco hasta que el conocido arquitecto P.J.H. Cuypers- responsable del Rijksmuseum y la estación Central de Ámsterdam – se encargó de su restauración a finales del siglo XIX. Además de encontrarse en un entorno de gran belleza, cuenta con una agenda cultural muy animada, sobre todo en esta época del año. A menos de una hora de distancia de Ámsterdam, los que vayan a visitarlo podrán disfrutar de cuentacuentos con música en directo y espectáculo de arena o talleres divulgativos sobre búhos y lechuzas. Sobre él se cuenta, también, que al estallar la Segunda Guerra Mundial sus muros sirvieron de escondite para un visitante muy importante: La Ronda de Noche, de Rembrandt, la cual fue puesta a salvo aquí, antes de ser trasladada a un búnker en la dunas cerca de Castricum.

Castillo Radboud. foto: Radboud

Algo posterior a los castillos de Floris V es el de Loevestein, construido en un punto defensivo estratégico, al este de Dordrecht, donde confluyen el río Mosa y el Waal. Durante la guerra de los Ochenta Años (1568), la fortaleza estaba controlada por las tropas españolas. Cuenta la leyenda que una noche, varios soldados neerlandeses (los Mendigos del Mar), pidieron cobijo disfrazados de monjes. La mujer que guardaba el castillo les invitó a entrar: mientras comían se desprendieron de los falsos hábitos y tomaron el sitio. Aunque esta primera vez no lo lograron, poco tiempo después acaban por apoderarse de Loevestein y convierten la fortaleza en una cárcel para prisioneros de guerra. El más famoso de ellos fue el escritor y jurista Hugo de Groot, quien logró fugarse a través de la biblioteca. Los días 4 y 5 de enero, el castillo organiza una cena de época, con la teleserie sobre Floris como tema central y en la que actores recrearán la vida medieval de estos castillos holandeses, bajo la luz de las velas.

Un castillo de película y un casa de campo única

Si bien Muiderslot representa la imagen que todos tenemos de un castillo de película medieval, este título se lo roba el conocido Castillo de Haar, cerca de Utrecht, el más grande de Holanda. Construido en 1892 sobre las ruinas de una fortaleza medieval, el castillo De Haar impresiona por sus dimensiones y por su cierto aire excéntrico. Fue de nuevo el arquitecto de moda de la época, Pierre Cuypers, a quien el barón Etienne de Zuylen de Nyevelt de Hair y su mujer, la baronesa Hélene de Rothschild, encargaron la reconstrucción de su castillo. Decorado en estilo neogótico, sirvió durante décadas como residencia vacacional durante el mes de septiembre, y por él pasaron numerosas personalidades y estrellas de Hollywood que los propietarios conocieron durante su exilio en Nueva York al estallar la Segunda Guerra Mundial. Si bien visitarlo merece la pena en cualquier época del año, durante las fiestas navideñas (hasta el 5 de enero), el castillo se viste de cuento de hadas y organiza un programa completo de teatro, iluminación y juegos en torno a la Cenicienta.

Entre las imponentes casa de campo que la nobleza, sobre todo durante el Siglo de Oro holandés, se hizo construir en Holanda, destaca una por su aparente simplicidad. Se trata de Huygens’ Hofwijck, la residencia de verano del poeta y músico Constantijn Huygens (1596-1687), uno de los nombres esenciales de la historia de la literatura holandesa y padre del astrónomo y matemático Christiaan Huygens, quien, curiosamente, es más conocido fuera de Holanda que su padre. La familia construyó una casa de campo o “buitenplaats” de modestas dimensiones, con clara influencia del Renacimiento italiano y con un jardín muy peculiar. Mientras otros coetáneos se decantaban por jardines ornamentales que mostraran su poder económico, Huygens prefirió rendir homenaje a la ciencia y diseñó su jardín con la forma de un cuerpo humano, siendo la casa la cabeza, los dos largos paseos sus brazos y el huerto de árboles frutales, la tripa o panza. En su interior, la vivienda, posiblemente una de las más pequeñas de su tipología en Holanda, alberga cartas y poemas escritos por Huygens padre así como telescopios del siglo XVII y otros instrumentos utilizados por su hijo. Durante las vacaciones navideñas, este castillo o casa de campo cuenta con una exhibición de belenes de todo el mundo. Además, entre los meses de noviembre a marzo tiene lugar, cada domingo a las 11.30 de la mañana, un concierto de música clásica.

Castillo Huygens’ Hofwijck, a las afueras de La Haya. Foto: Huygens’ Hofwijck

¿Palacio o castillo?

Existen distintas formas de denominar a un castillo en los Países Bajos: mientras en la provincia de Groningen se llaman “borg”, en el este del país son “havezates” y en Friesland reciben el curioso nombre de “stins”o “state”, torres aisladas de muros de piedra muy gruesos alrededor de las cuales a menudo se construía una “propiedad” o mansión. Según la web frisia que las clasifica, en esta pequeña región que apenas representa una octava parte de la extensión total del país se encuentran setenta de ellos. Tal número indica, no solo la economía pujante de Holanda, sino también, el cajón de sastre que es la palabra “castillo” en neerlandés, donde caben desde mansiones de la nobleza (buitenplaatsen), a fincas rústicas y fortalezas de todo tipo. Pero existe un límite a tanta confusión. Bastaba que una de estas residencias privilegiadas fuese habitada por una persona de sangre azul para bautizar el lugar como palacio, y aquí el total se cuenta con los dedos de una mano. Sin duda el más conocido es el de Het Loo, al este del país, lugar de residencia estival de la familia Real desde 1685 hasta 1975. Edificado por el rey Guillermo III, sus jardines de estilo francés y la imponente arquitectura del edificio pretendían asemejarle en poderío a los suntuosos palacios de otras cortes europeas. Actualmente se encuentra cerrado al público ya que se encuentra en plena renovación, pero durante estas vacaciones las caballerizas se decoran de Navidad y una gran pista de patinaje al aire libre remata la estampa bucólica de esta época del año.

También vinculado a la Casa de Orange, el castillo de Zeist fue construido por un noble vinculado a Guillermo III quien hizo de su casa de campo una residencia casi real. Hoy, este castillo originariamente del siglo XVI, merece una visita entre el 10 y el 19 de enero, cuando un festival de luces le devuelva a la vida nada más caer la tarde en una iniciativa original y atractiva que se lleva a cabo en castillos de distintos países europeos.

Dormir como un señor

Para los que prefieran vivir la experiencia de la vida en un castillo más de cerca, muchos de los que recoge la web SKBL ofrecen alojamiento a precios comparables a los de un hotel más habitual. Entre ellos se encuentra desde un hostal de la cadena StayOkay hasta un hotel boutique gastronómico. El primero de ellos es el castillo de Rhijnauwen, en el pueblo de Bunnik cerca de Utrecht. Desde 20 euros la noche uno puede alojarse en habitación compartida y disfrutar de una estancia diferente en esta casa de campo del siglo XVI que desde 1933 funciona como albergue, siendo el más antiguo del país.

Para aquellos que busquen una experiencia redonda, en el pueblo de Esloo, en la turística provincia de Limburgo, se encuentra el Kasteel Elsloo, y aunque poco queda del castillo original, la cuidada construcción de finales del siglo XIX rodeada de unos jardines de gran belleza invita al descanso desde el primer instante. El restaurante cuenta con la mención Bib Gourmand de la guía Michelin (1 noche con cena para dos y desayuno por 198 euros por persona). A medio camino entre el lujo de este último y la austeridad del primero se encuentra el castillo Slangenburg, en la provincia de Gelderland, cuyas habitaciones de época pueden disfrutarse más si cabe tras un largo paseo por sus grandes extensiones de naturaleza y bosque, hoy gestionadas por el organismo estatal de conservación Staatsbosbeheer.