Por sus largas extensiones de mar y dunas, por su pintoresco entorno y por ser de las mejor cuidadas de Holanda, las cinco playas que describimos a continuación no defraudarán ni al bañista más exigente. Si el tiempo acompaña, disfrutar de unos días de relajo en alguna de ellas es posible, gracias a una buena oferta hotelera y a su ambiente familiar y distendido, tanto en la más sureña de la región de Zelanda como en una de las más conocidas de la isla de Texel, al norte.
La playa más limpia y sostenible
Al sur del país, Zelanda se anuncia como la región holandesa que más horas de sol recibe al año, pero no será este reclamo sino su espíritu tranquilo y familiar, lo que más puede atraer al que busque unos días de playa en estas latitudes. Con cierto aire al norte de Francia o a la vecina Bélgica – sus casas, por ejemplo, no son como las de Ámsterdam, coronadas con un piñón triangular – entre sus playas más conocidas se encuentra la de Oostkapelle, situada entre dos parajes naturales de bosque bajo y dunas y muy cercana al pueblo del mismo nombre, destino turístico desde los años cincuenta y uno de los preferidos para familias con niños. En 2018, esta playa recibió el premio “Blue Flag” por vigésimo décima vez, por la calidad del baño y su cuidado mantenimiento, convirtiéndose en la playa más limpia de Holanda.
Junto a ella, además del pueblo se pueden visitar las reservas De Manteling y Oranjezon. Mientras la primera cuenta con 740 hectáreas de bosques, dunas y sinuosos caminos, la segunda es un espacio natural de matorral y coníferas. Y lo más original de esta zona: a tan sólo cinco minutos a pie de la playa se encuentra el castillo Westhove, del siglo XIII, hoy reconvertido en hostal Stayokay ideal para una estancia diferente y a buen precio. Muy cerca se puede visitar también Terra Maris, un museo sobre la naturaleza y el paisaje de la región, que ofrece un recorrido histórico y un jardín paisajístico de varias hectáreas.
- La playa de Oostkapelle al atardecer, Foto: Pixabay
- El castillo de Westhove, muy próximo a la playa y hoy convertido en un hostal. Foto: Flikr
La playa de los reyes
Conocida en el mundo entero por los posados de la familia real, la playa de Wassenaar es mucho más que un escenario de cuento. Se trata del paraje natural más extenso y próximo a la ciudad de La Haya, con cerca de dos mil hectáreas de mar, arena fina y espacio verde. Sus ocho kilómetros de extensión, sin una construcción alrededor salvo algunos búnkeres escondidos de la Segunda Guerra Mundial, aseguran una placentera jornada de tranquilidad y de actividades al aire libre. Accesible para mascotas, esta playa cuenta con un área de chiringuitos, mucho más humilde y respetuosa con el entorno que su vecina Scheveningen (Wassenaarse Slag), donde poder sentarse a descansar tras un largo paseo.
Tradicionalismo holandés frente al mar
Hace falta salir de Ámsterdam para conocer el lado más auténtico de Holanda, y uno de los lugares que muestran ese otro pulso es el pueblo pesquero de Katwijk, a diez minutos en coche de La Haya. Con casi un tercio de su población miembro de la iglesia protestante (en 2004), este municipio tiene más en común con los del llamado Cinturón Bíblico del interior del país que con sus colindantes. Y es que tras la últimas elecciones municipales de 2018, Katwijk está gobernado por miembros de los tres partidos protestantes, desde el democristiano CDA hasta el ortodoxo SGP, que no permite mujeres en sus listas. El pueblo es además conocido por su tradición pesquera y por ser uno de los puntos frágiles de la costa holandesa en cuanto a la protección frente al mar se refiere. Para paliar esto, el Comité de Gestores del Agua de la región (Waterschappen) concluyó en 2015 una obra puntera de ingeniería: un amplio aparcamiento subterráneo que, además de liberar al paseo costero de coches, sirve de barrera contra la subida del nivel del mar, como si de las dunas naturales se tratara. Así, el pueblo de Katwijk es un destino original para disfrutar de una larga playa tranquila, perfecta para ir con niños, gracias a sus zonas infantiles, y para conocer la cultura protestante del país, con un pintoresco casco antiguo que sus habitantes se preocupan por mantener como antaño.

La torre de la iglesia de Katwijk, desde las dunas, al anochecer. Foto: Alicia Fernández Solla
Un playa en medio de la naturaleza
La localidad de Bergen aan Zee goza del privilegio, casi exclusivo en Holanda, de encontrarse en medio de una reserva natural y frente al mar. Flanqueada por las Schoorlse Duinen al norte y la Noordhollands Duinservaat al sur, su extensa playa queda a un corto paseo a pie del centro urbano, lo que le convierte en un lugar idóneo para pasar unos días de relajo combinando la playa con las rutas por el bosque. Y es que las Schoorlse Duinen es la mayor extensión de dunas del país, un equilibrio delicado de bosque, brezal y arena que puede disfrutarse a través de las múltiples rutas indicadas tanto para paseantes como para ciclistas. Además, el enclave cuenta con una de las pocas playas nudistas del país, localizada al norte de la playa principal y muy próxima al comienzo de esta reserva natural. Una buena indicación para saber donde comienza es el restaurante Noorderlicht, un chiringuito en medio de la nada sobre el que la crítica gastronómica del periódico Volkskrant se deshizo en elogios en su crónica de mediados de julio. Con un ambiente tranquilo y boho-chic, todo lo que ofrecen está elaborado por ellos, desde la limonada hasta los suculentos platos de cocina árabe.
Las islas del norte
Resulta difícil elegir una playa de las pintorescas islas Wadden, aunque por norma general suele cumplirse la fórmula de que cuanto más alejada esté la isla y en ella, más distante se encuentre la playa, mejor será la experiencia. No obstante, para aquellos que prefieren ir y volver en el día o no cuentan con el tiempo necesario para perderse por las más septentrionales, la playa del faro en Texel es sin duda una buena muestra de las de la zona. Combina la sensación de amplitud – se trata de la playa más ancha de la isla – con la tradición marinera de las islas y su carácter ventoso. El pintoresco faro rojo al fondo, que puede visitarse a diario durante el verano, recuerda que aquí se ha vivido siempre de cara al mar, por y para el mar. Para acceder a ella, basta con seguir hasta el pueblo Cocksdorp, situado a pocos metros del faro y de la playa. Y para rematar la jornada, nada mejor que tomarse algo en la cafetería-restaurante Torenrestaurant, que ofrece unas magníficas vistas al faro y a la playa.

La playa de Texel con el faro al fondo. Foto: Susanne Jutzeler para Pixabay.