El otoño es una de las estaciones del año más exuberantes en Holanda. Cuando las hojas de los árboles empiezan a teñirse de amarillo y rojizo, los múltiples parques y bosques que salpican la geografía holandesa se convierten en un auténtico festín visual al alcance de todos. Aventureros, perezosos, apasionados de la fotografía, niños e incluso familias con bebés pueden encontrar un paisaje otoñal a su medida. Hoy proponemos las mejores excursiones para que todo el mundo pueda disfrutar del otoño en los Países Bajos.

Para los aventureros y románticos que quieren perderse en el bosque

Caminar hacia la frondosidad envolvente del bosque sobre alfombras de hojas de colores y bajo bóvedas de ramas teñidas de amarillo y teja es un privilegio sencillo de disfrutar en el Parque Nacional Veluwezoom, en la provincia de Gelderland. Sus 5.100 hectáreas de zona boscosa se convierten en un auténtico paraíso otoñal en el que perderse a través de caminos, en los que sólo el crujir de las pisadas y el viento entre las hojas estorban al silencio. Esta reserva natural es hogar de numerosas especies animales, así que no es extraño que el visitante se tropiece con bisontes escoceses pastando tranquilamente, o incluso pueda avistar ciervos o jabalíes en libertad. Además de sus numerosas rutas de senderismo marcadas y asequibles para todo tipo de paseantes, en otoño, el parque también organiza actividades familiares y  salidas nocturnas para observar las estrellas. El Veluwezoom cuenta con un amplísimo circuito de carriles bici que serpentean entre los árboles, aunque los más aventureros también podrán disfrutar de sus variadas rutas de mountain bike, que aprovechan al máximo los desniveles del terreno, poco habituales en otros bosques de Holanda. Y después de una buena excursión, nada mejor que degustar un clásico pancake o una sopa caliente casera en el Pannenkoekenhuis De Carolinahoeve, situado en el centro del parque. Una buena opción para completar la experiencia de desconexión de forma romántica es hacer noche en una de las acogedoras cabañas de madera de Buitenplaats Beekhuizen, donde incluso se puede disfrutar de un baño de burbujas bajo los árboles.

Otra forma de sumergirse en la naturaleza y obtener una perspectiva distinta del otoño holandés es hacerlo desde el agua, y el Parque Natural Weerribben-Wieden, en la provincia de Overijssel, ofrece las condiciones perfectas para ello. Este humedal, considerado la zona pantanosa más grande de Europa, se formó tras siglos de extracción de turba y hoy constituye un ecosistema de juncales y bosques de pantano difíciles de observar en cualquier otro lugar. En otoño, los colores de la vegetación se reflejan en el agua otorgándole un aura casi mística que merece ser observada desde su superficie, por lo que vale la pena alquilar una barca eléctrica o canoa y, siguiendo alguna de las rutas marcadas, sumergirse en este impresionante espacio natural. Con un poco de suerte, el paseo permitirá encuentros con imponentes aves acuáticas como el avetoro o la garza imperial o incluso con alguna de las doscientas nutrias que habitan en la zona.​ Para recuperar temperatura, nada mejor que tomarse una bebida caliente en el Paviljoen Aan’Twiede, con vistas sobre la laguna, o acercarse a la cercana población de Giethoorn y apostar por cualquiera de sus numerosos restaurantes. Sin duda, esta pequeña población de gran tirón turístico, conocida como “la Venecia del Norte” porque carece de calles, ofrece un rostro mucho más tranquilo en esta época del año, lo que permitirá al visitante apreciar todo su encanto mientras navega a través de sus cautivadores canales.

Paseo en barca por las aguas del Parque Natural Weerribben-Wieden. Foto: Wieden Natuurmonumenten

Para los que disfrutan del otoño en familia

La provincia de Noord Brabant acoge los Oisterwijkse Bossen en Vennen, un destino otoñal que hará las delicias de los más pequeños. Además de contar con numerosas rutas para recorrer en bicicleta o caminando, el Oisterwijkse cuenta con un atractivo especial: justo detrás de su centro de visitantes se encuentra el espacio “Juegos en la naturaleza”, un lugar donde los pequeños robinsones podrán jugar libremente entre ramas, troncos, agua y barro mientras los más pequeños (menores de 4 años) disfrutan de un arenal reservado para ellos. Además, el 22 de octubre, los más aventureros podrán participar en el “Día salvaje”, una jornada de actividades familiares gratuitas en la que los niños podrán aprender a buscar rastros de animales, construir cabañas o incluso hacer fuego.

Otra excelente opción para familias, especialmente para aquellas que tienen un bebé, son los Kaapse Bossen. Situados en la provincia de Utrecht, dentro del Parque Nacional Utrechtse Heuvelrug, los “bosques del Cabo” cuentan con una agradable ruta habilitada para carritos que transcurre entre árboles y prados a lo largo de 1,8 km y que permitirá a los padres recientes disfrutar del otoño en compañía de su bebé. Para el resto de niños, los Kaapse Bossen organizan también el día 22 de octubre su “Fiesta de otoño”: una día de actividades en el que descubrir los secretos de las setas del bosque, decorar ramas de árboles o incluso elaborar coronas de hojas para sentirse como el rey o la reina del bosque. Para terminar la jornada, nada mejor que recuperar fuerzas en el Chalet Helenaheuvel, un encantador café restaurante situado en un histórico edificio de 1931.

Aventuras en el bosque en el espacio de juegos de los Oisterwijkse Bossen y excursiones para toda la familia en los Kaapse Bossen.

Fotos: Oisterwijjk © Natuurmonumenten-Rene Koster / Kaapse Bossen ©Natuurmonumenten – Baastian van Musscher

Quienes busquen paisajes otoñales insólitos y divertidos deben optar por las Schoorlseduinen, en la provincia de Noord-Holland. Esta sorprendente mezcla de grandes dunas de arena y frondosos bosques harán sentir a sus visitantes primerizos la sensación de caminar sobre una playa en forma de montaña y jalonada de bosques de pino. El lugar favorito de los más pequeños será sin duda la Klimduin: la duna más alta de Holanda, de 51 metros de altura, es un auténtico arenal vertical perfecto para hacer carreras sin zapatos o descender rodando al más puro estilo croqueta. Otra opción para quienes estén por la provincia de Utrecht, más cercana pero igualmente sorprendente, son los arenales Lange Duinen y Korte Duinen, en el municipio de Soest. Este gigantesco claro de dunas rodeado de bosque, que en ocasiones recuerda a un paisaje de la sabana africana, es un destino habitual de familias.

Para los más urbanos y perezosos

Afortunadamente, en los Países Bajos no es necesario recorrer grandes distancias para poder disfrutar de excelentes postales otoñales. Además de sus numerosos parques urbanos, todas las grandes ciudades holandesas cuentan con un bosque en sus inmediaciones que permitirá a los más perezosos sumergirse en el ambiente otoñal sin tener que alejarse de casa.

En Ámsterdam, a sólo 15 minutos en bicicleta del Vondelpark, se encuentra el Amsterdamse Bos. Con 200.000 árboles repartidos en mil hectáreas de terreno, el bosque de Ámsterdam ocupa tres veces la superficie del Central Park de Nueva York. Aquí se pueden alquilar bicicletas, segways, canoas e incluso tablas de stand up paddle para convertir la jornada otoñal en una pequeña aventura. Los niños pueden pilotar su propio barco en el puerto infantil, saltar entre árboles en el bosque de la diversión o acariciar a las cabras de la granja del parque. Para completar la jornada, el Amsterdamse Bos cuenta con una amplia oferta gastronómica que se adapta a todos los gustos y bolsillos.

En el caso de La Haya es todavía más sencillo adentrarse en el ambiente otoñal, ya que el Haagse Bos se encuentra a escasos cinco minutos andando de la estación central de la ciudad. Sus 100 hectáreas de arboleda y sus más de 4 kilómetros de senderos entre hayedos y robles ofrecerán una dosis perfecta de otoño a quienes tengan poco tiempo para excursiones. También muy cerca de Utrecht se encuentra el Kromme Rijn, una zona boscosa de 162 hectáreas salpicada de fuertes y antiguas casas señoriales convertidas en encantadores cafés-restaurante que resigue el antiguo curso del río Rin. Una opción inmejorable para un paseo otoñal a 20 minutos en bicicleta del centro de Utrecht.

Pero no son las únicas grandes ciudades que ofrecen refugios otoñales a sus habitantes. A nueve minutos en bici del centro de Eindhoven se encuentra el Stadswandelpark, un pulmón verde de hayas, robles, abedules, coníferas y castaños que en otoño se transforma en un paraíso de colores. Róterdam cuenta con el Kralingse Bos, a sólo 15 minutos en bicicleta de la estación central, que combina en sus 250 hectáreas áreas de bosque con grandes espacios de agua y que fue nombrado en 2007 el mejor espacio público de los Países Bajos. Y a sólo cinco minutos en bici del centro de Groningen, el Stadspark, con sus 140 hectáreas de arboleda, es el refugio perfecto para un romántico paseo otoñal.